Capítulo 1: El Encuentro

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Alejandro, un joven de 18 años, vivía en una pequeña ciudad donde todos se conocían. Su círculo de amigos era reducido pero leal: Marta, Carlos y Javier, quienes lo habían acompañado desde la secundaria. Alejandro era un chico sensible y extrovertido, conocido por su sinceridad y su disposición a ayudar a los demás. Pasaba la mayoría de su tiempo libre con sus amigos, jugando al fútbol en el parque, yendo al cine, o simplemente charlando en la plaza del pueblo. Siempre buscaba lo mejor para todos, valorando la amistad y la honestidad por encima de todo.

Una tarde, mientras tomaba un café en su lugar favorito, la cafetería "El Rincón", Alejandro notó a una chica nueva en la ciudad. Se llamaba Irene. Tenía una presencia magnética, con ojos verdes brillantes y una sonrisa que podía iluminar cualquier habitación. Sin embargo, había algo superficial en su comportamiento, especialmente cuando tomaba fotos para sus redes sociales. Alejandro la observó repetir la misma selfie decenas de veces, buscando la toma perfecta.

Decidió acercarse cuando Irene se sentó a revisar sus fotos en una mesa contigua.

—Hola, soy Alejandro —dijo él con una sonrisa, extendiendo su mano.

—Hola, soy Irene —respondió ella, devolviendo la sonrisa y estrechando su mano. Alejandro notó que su sonrisa se desvanecía tan pronto como se giraba hacia su teléfono.

La conversación comenzó con pequeños comentarios sobre la cafetería y la ciudad.

—No te había visto por aquí antes. ¿Eres nueva en la ciudad? —preguntó Alejandro, tratando de iniciar una charla amigable.

—Sí, me mudé hace un par de semanas con mi familia. Mi papá consiguió un trabajo aquí, y bueno, aquí estamos —explicó Irene, haciendo una pausa para comprobar una notificación en su teléfono.

Alejandro sonrió, tratando de ignorar la distracción del teléfono.

—Entiendo. Es una ciudad tranquila, te acostumbrarás rápido. ¿Ya has hecho amigos?

—No muchos, la verdad. Ha sido un poco difícil. Pero espero que eso cambie pronto —respondió Irene, finalmente guardando su teléfono y mirando a Alejandro con interés.

—Seguro que sí. Mis amigos y yo solemos salir bastante. Te podríamos mostrar algunos lugares interesantes. —dijo Alejandro con entusiasmo.

—Eso suena genial. ¿Qué suelen hacer? —preguntó Irene, inclinándose ligeramente hacia adelante, mostrando interés.

—Bueno, solemos jugar al fútbol en el parque, ir al cine o simplemente charlar en la plaza. Nos gusta pasar el tiempo juntos. Somos un grupo bastante unido —explicó Alejandro.

—Suena divertido. Yo solía salir mucho con mis amigos en mi antigua ciudad. Extraño esas tardes. —Irene suspiró, mirando por la ventana un momento antes de volver su atención a Alejandro.

—¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? —preguntó Alejandro, interesado en conocer más sobre ella.

—Me encanta la fotografía. Aunque no soy una profesional ni nada, disfruto capturando momentos. También paso mucho tiempo en redes sociales, compartiendo fotos y conectando con amigos. ¿Y tú? —respondió Irene, sonriendo.

Alejandro se rascó la cabeza, pensando en cómo describirse.

—Bueno, me gusta mucho el fútbol, aunque no soy el mejor jugador. También disfruto leyendo, sobre todo novelas de aventuras y fantasía. Y, por supuesto, pasar tiempo con mis amigos. Me considero una persona bastante social —dijo Alejandro, sintiendo que Irene podría entenderlo.

—Me encanta la fotografía también. Siempre busco la toma perfecta. Me gusta mostrar lo mejor de mí en mis redes sociales. Es como una forma de arte para mí —dijo Irene con entusiasmo.

—Eso suena genial. Yo no soy muy bueno con las fotos, pero aprecio una buena imagen. —respondió Alejandro, admirando la pasión de Irene por su hobby.

—¿Tienes algún sueño o algo que realmente quieras lograr? —preguntó Irene, cambiando un poco el tono de la conversación.

Alejandro sonrió, pensando en sus aspiraciones.

—Bueno, me gustaría viajar. Conocer otros países, otras culturas. Siempre me ha fascinado la idea de ver el mundo. Y, quién sabe, tal vez escribir un libro algún día. ¿Y tú?

—Yo también quiero viajar, pero sobre todo quiero ser famosa. Quiero que la gente conozca mi nombre, ya sea por mi fotografía o por algo más. Me gusta la idea de tener una gran audiencia y poder influir en las personas de manera positiva —explicó Irene, con un brillo en los ojos.

La conversación continuó, abarcando una amplia gama de temas. Alejandro se sintió cada vez más atraído por Irene, no solo por su apariencia, sino por la seguridad y determinación que mostraba. Al final de la tarde, intercambiaron números de teléfono y acordaron volver a verse.

Alejandro se despidió de Irene con una sensación de emoción y curiosidad. No podía esperar para presentarla a sus amigos y ver cómo encajaba en su grupo. Sin saberlo, esta nueva amistad estaba a punto de cambiar su vida de formas que nunca hubiera imaginado.

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