Cap 2

8 0 0
                                    

-Llegaron tarde, la función ya ha comenzado- Contestó la mujer cambiando su demacrado rostro por una bella sonrisa. – Entren por favor.

El lugar parecía abandonado, apenas contaba con unos pequeños muebles y  no habíaningún zapato a la vista, pensamos que nos habían estafado.

-Por aquí- Dijo la mujer desde el fondo del lugar.

 Abrió una cortina que daba hacia un sótano obscuro y conforme bajábamos <<con mucho miedo obviamente>> se escuchaban risas, música y personas, muchas personas.

Ante nuestros ojos  se encontraba un escenario brillante, con luces enormes apuntando a lo que parecían ser bailarines de ballet, que protagonizaban el Lago de los cisnes, con esa majestuosa banda sonora de fondo que nos puso la piel chinita. Voltee a mirar a Arad que venía detrás y sus pupilas parecían los enormes hoyos negros de un inmenso espacio color marrón verdoso, parecía estar sin palabras.

-No lo olvidaste...-Susurro Arad tomando mi mano y corrimos a tomar un asiento.

Arad llevaba años queriendo ver un musical de ballet, pero siempre surgía algo que lo dejaba con las ganas de asistir. Siempre tuvo una vida ocupada a causa de su padre pues era el mayor y el único hombre de su familia, así que cargaba la obligación de seguir con el negocio familiar. Al igual que yo, él provenía de un estado privilegiado, su papá era el dueño de una empresa de alimentos enlatados.

 Ese chico judío flojo y travieso que conocí, se había convertido en un hombre muy varonil, inteligente y muy brillante, cosa que siempre pensaba, pero jamás se lo comenté, pues su orgullo y ego eran igual de enormes que él.

- ¡Mira eso Brigitte! -Gritaba apuntando hacia el escenario, estaba disfrutándolo tanto que pude ver como se secaba las lágrimas discretamente.

-No te contengas Arad- Le di una palmadita en la espalda, enseguida llevó su cabeza a sus piernas y se soltó a llorar, gimoteaba como un niño pequeño mientras  y se cubría para que no lo viera . Parecía estar liberando todas sus emociones reprimidas, había guardado tanto, que no tuvo más remedio que explotar. No dije ni una sola palabra, solo lo miré con ternura mientras me contenía para no llorar y acaricié su espalda por unos largos segundos.

A pesar de conocer todo de mí yo no terminaba de conocerlo por completo, a veces fingía ser fuerte, a veces lo era, y otras veces era todo un torbellino que explotaba sin razón. No sabía decir cuando algo le molestaba, fingía no sentir dolor cuando alguien lo lastimaba, y pensaba que si lloraba enfrente de sus padres solo haría que estos se preocuparan y no le gustaba "molestar" a nadie.

Fueron solo treinta minutos de espectáculo, y el show terminó. El anfitrión dio unas palabras de agradecimiento y cuando estaba a punto de desaparecer del escenario, un hombre, que era parte del público se subió al escenario tomando el micrófono, cosa que no parecía ser parte del espectáculo.

- ¡Fuera a los traidores! - Gritó como loco – ¡Los judíos entregaron Alemania al enemigo, y se han enriquecido con el dinero que nos pertenece! -Exclamaba a voces repitiendo una y otra vez eses verso.

La gente comenzó a salir ignorando a aquel hombre, pero unos pocos se habían quedado a escuchar y parecían simpatizar con el degenerado. Tomé a Arad que parecía aturdido por el incómodo momento y lo llevé afuera lo más rápido que pude, no quería que su momento feliz se viera turbado.

-Vamos a comer- Le dije tratando de distraerlo y tomé su mano para cruzar la calle.

El soltó mi mano bruscamente y pasó por su cuenta, parecía alterado, probablemente por el discurso de odio de aquel hombre.

Después de que acabó la guerra y Alemania tuviera que firmar el tratado de Versalles, algunos incapaces de aceptar la derrota, culparon a los judíos de haber traicionado al país, a pesar de que muchos dieron su vida en la batalla. Este falso rumor, le estaba dando fuerza a algunas campañas políticas que desde que llegué, han dado mucho de que hablar entre los habitantes.

- ¿No quieres comer? - Pregunté mientras trataba de no perderlo entre la multitud.

Arad se apretaba el pecho con desesperación, se doblaba como si sintiera dolor, y mientras más quería acercarme, más se alejaba.

- ¡Qué te pasa! -Volví a preguntar desesperada.

Arad, que se encontraba de espaldas, levantó el pulgar extendiendo su brazo, como indicándome que todo estaba bien, irguió su espalda de nuevo y se giró para abrazarme.

-Tranquila.

- ¿Qué fue eso? - Pregunté en una voz apenas audible, pues sus brazos y su torso cubrían completamente mi cuerpo.

-Vayamos a comer- Dijo Arad intentando dibujar una sonrisa, jalando mis labios de ambos extremos.

Sorprendentemente había un solo restaurante funcionando al cien por ciento, no dudamos en entrar y nos atendieron de inmediato.

-Mira, solo tienen dos tipos de pasta y ninguna me gusta- Dijo Arad dejando caer el menú sobre la mesa, y empezó a hurgar en sus bolsillos de manera discreta.

-Ni te atrevas

- ¡¿Qué ocurre?!- Se río como si hubiera sido descubierto haciendo algo malo.

-No fumes aquí

-Da igual- Guardó su cigarrillo- Fumaré todo lo que quiera en Italia

- ¿Irás de vacaciones?

Solo asintió mientras admiraba su copa en la que le servían vino.

-Mi padre quiere que vaya, algo de negocios supongo- Le dio un pequeño sorbo a su copa- Si regreso casado con una italiana habré matado dos pájaros de un solo tiro.

-Tu padre se negaría

- Brigitte, con este rostro puedo obtener lo que quiera - Limpió sus labios con una servilleta y sonrió de oreja a oreja al mirar mi frente fruncida.

Le encantaba hacerme enojar, siempre usaba el sarcasmo y la ironía, por eso me agradaba. Afortunada o desafortunadamente veía su rostro casi todos los días, había gozado de su amistad por casi quince años. Siempre había sido atractivo, con esos ojos marrones con un toque verdoso, era como ver un pedazo de bosque dentro de ellos. Tenía buenos pómulos, castaño, piel pálida, mandíbula casi perfecta y cejas rectas que subían y bajaban cuando algo no le parecía. Todo en él era tan otoñal.

- ¿Enserio te casarás con una italiana?

En la piel llevamos (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora