Cap 3

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- ¿No puedo? – Arrugo el ceño- Pero tienes razón, es mejor consumir producto nacional- Me miró divertido, como queriendo incomodarme.

Me olvidé de nuestra vaga conversación al notar mucho movimiento fuera del restaurante. Era mi chofer buscándome por todas partes.

-No me dijiste que vendrían por ti.

-Algo importante debió surgir. -Me levanté para dirigirme hacia la puerta. Ya había contactado a mi chofer antes de llegar a Alemania, era un hombre de confianza, así que él se encargaría de llevarme a mi departamento sin que mis padres supieran ni el más mínimo detalle.

-Ni siquiera has ordenado. - Escuché su voz persiguiéndome y tomó mi muñeca haciéndome frenar de golpe por unos segundos.

-Señorita Brigitte, tiene que atender un asunto importante - Dijo aquel hombre desde la puerta, así que me solté del agarre de Arad que se había vuelto más suave.

- ¿No puede esperar?

-Es urgente.

Miré a Arad esperando que no estuviera molesto o decepcionado, pero solo asintió. No podía llevarlo conmigo, por más mal que me sentía al dejarlo ahí después de una tarde maravillosa tenía que irme. No pude encontrar otra manera de irme sin él.

-No te preocupes, estaré comiendo pizza. - Contestó con una media sonrisa- Iré a verte mañana- Sacudió su abrigo que llevaba en el brazo y llevó su otra mano al bolsillo de su pantalón.

Entré al carro aliviada sabiendo que estaría bien, el chofer arrancó y Arad se despidió agitando una mano mientras me iba alejando. Cuando vio que me perdía en la inmensidad del tráfico entró al restaurante, con tan poca energía, como si se la hubiera robado al irme.

"Mañana iré a verte" Resonó su voz en mi cabeza. ¡¿Pero ¡¿cómo?! Arad no sabía que estaba escapando de mis padres, no iba a encontrarme en casa.

Cuando menos me di cuenta ya habíamos llegado, el chofer me ayudó a bajar y entramos al viejo edificio.

-Ya no tengo dinero para seguir pagando la habitación

-Puedo pedirle un poco a su padr...

- ¡No! - Le interrumpí. - Mañana llévame con Arad, me las arreglaré yo sola- Dije mientras sacaba mis últimos billetes del bolso. – Toma, come algo.

-Gracias Señorita Brigitte- Contestó el chofer y se marchó.

A la mañana siguiente dejé el edificio, llevaba mi maleta y mucha hambre; mi auto me estaría esperando desde temprano. En mi cabeza no dejaba de crear pequeñas mentiras y excusas para quedarme en casa de Arad, no iba a ser difícil que me recibieran, su familia me tenía en estima, pero me aterraba la idea de que se le notificara a mis padres sobre mi presencia en su hogar.

- ¿No ha habido actividad sospechosa en casa Fischer?

-Todo en orden señorita. - Contestó sin dejar de ver el camino.

- ¿Algún joven que concurra la casa? - pregunté mientras acomodaba mi cabello.

-Sin novedades, no creo que le tengan un pretendiente por ahora

-Es extraño - Saqué un espejito de mi bolso y retoqué mi maquillaje antes de bajar.

El chofer me dejó en la entrada de la casa de Arad y mientras me mentalizaba pasaba mis dedos por mi falda con nerviosismo. Toqué el timbre sin antes respirar profundo y crucé los dedos para que Arad estuviera en casa. Enseguida el mayordomo abrió las finas rejas de una enorme mansión, y me llevó hasta la puerta principal y cuando me hizo pasar miré al fondo a la madre de Arad que se asomaba impaciente

- ¡Brigitte, bienvenida! - Corrió a abrazarme sin despegarse unos cuantos segundos. - Tanto tiempo mi vida.

-Anna, parece que te encontré cocinando- Sonreí mirando sus enormes guantes naranjas.

- ¿Y esa maleta? - Preguntó desconcertada y no pude evitar esconderla detrás de mí. - ¿No habías llegado hace unos días?

Ante su pregunta solo pude sonreír nerviosa y miré con vergüenza al mayordomo y a las doncellas que fingían no escuchar, Sofia dándose cuenta del momento incómodo tomó mi mano. -Vamos a la cocina, tienes mucho que contarme.

Ya estando ahí empezó su interrogatorio, desgraciadamente me vi obligada a alterar la verdad. Tuve que decirle que había estado en casa de una amiga porque quería sorprender a mis padres, pero antes de que siguiera con mi cuento me lanzó una mirada retadora.

- ¿Qué pasa? - Pregunté desconcertada

- ¿Es por Arad verdad? - Contestó con una sonrisa traviesa y me sonroje al instante, no podía creer que pensara algo tan atrevido de mi parte.

-Nada de eso sucede Anna

-Entonces sabes que se irá a Italia

-Sí- Asentí

-Por eso quieres pasar tiempo con él

-Es una de muchas razones...

-Te entiendo, no necesito más explicaciones, siempre eres bien recibida – Juntó mis manos con las suyas queriendo mostrar empatía, y salimos de la cocina, ordenó que se me diera una habitación y me dirigí con aquel lacayo que amablemente cargaba mi maletín.

Me instalé apenas entré, me retiré la ropa para ponerme una más cómoda, y cuando estaba por salir alguien golpeó la puerta delicadamente lo cual me hizo detenerme en seco, con una mano en la manija. Como no hubo respuesta volvieron a tocar más fuerte, lo que me obligó a abrir lentamente y cuando ya había un espacio considerable Arad metió su brazo con violencia, y al abrir su mano dejó ver una rata gorda sin pelo y de aspecto terrible, que me hizo retroceder y subirme a la cama de un brinco.

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⏰ Última actualización: Sep 03 ⏰

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En la piel llevamos (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora