Día 17: Almas gemelas/ Familia/ Beso

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"¿Por qué me trajiste aquí?"

Un Chuuya de 16 años había sido arrastrado hasta el estudio de filmación de una película donde su compañero de Las Banderas, Lippmann, estaba participando.

"Quiero que conozcas a alguien. Es toda una celebridad, no podías perdértelo".

"Te dije que no me interesa"

"¡Mira, ahí está!"

Lippmann se adelantó entre las personas y alzó su brazo agitándolo en saludo.

"Jane, por aquí".

Una bonita adolescente que no aparentaba ser mayor de 15 años, de un cabello rubio platinado largo, ojos grises y vestida a la moda captó entre su visión al joven de porte elegante; sus ojos brillaron como si tuvieran estrellas y corrió a saludarlo con un gran abrazo como si fueran amigos de toda la vida.

"¡Querido, eres tú! ¿Finalmente me dejarás decirte quién es tu chica ideal?"

"Hoy no es el día, Jane. Quiero presentarte a alguien".

Amablemente, Lippmann le señaló al chico pelirrojo que apenas se abría paso hacia ellos. Los ojos de la adolescente volvieron a destellar.

Blimey, este muchacho es tan guapo! ¿Es un nuevo actor?"

"Ya quisiera este idiota".

Chuuya protestó y se cruzó de brazos.

"Jane, él es Chuuya Nakahara. Un nuevo compañero".

"Mucho gusto, yo soy Jane Austen: consultora cinematográfica de romance".

Uno pensaría que debía tratarse de una actriz del reparto, pero ¿qué? El título era tan obvio textualmente, pero tan extraño en la mente de Chuuya que no pudo evitar dudar de si le estaban jugando una broma.

"Chuuya, Jane es una dotada".

Explicó amablemente Lippmann, y la chica siguió adelante con el mismo hilo.

"Mi poder me permite ver el alma gemela de una persona. Así es, ¡su persona destinada! ¡el amor de su vida"

Ella parecía sumamente orgullosa de su habilidad, tan enérgica y brillante que seguramente no necesitaría reflectores en un escenario, pero ninguno de esos destellos rosas lograban llegar al pelirrojo que ahora sí que estaba convencido de que estaban jugando con él. Lippmann vio su aplastante incredulidad y soltó una risita baja.

"Es cierto. Incluso el jefe reconoció su poder".

La expresión de Chuuya cayó el sorpresa casi ridícula.

"¡¿El jefe?! ¡¿Hablas de EL JEFE?!"

"Sí".

"¿En serio...? "

"¡No lo sabrás hasta comprobarlo, ven aquí!"

Jane, rápida como un rayo atrapó ambas manos de Chuuya con las suyas. Sosteniéndolas, ya era demasiado tarde para que hiciera algo más que soltar un "¡Oye!" de queja, pues las manos delicadas de la joven ya estaban emitiendo un brillo dorado. El silencio y la quietud duraron unos segundos donde Chuuya no sabía qué hacer o decir, incluso un poco nervioso de lo que fuera a decir ella.

La luz dorada disminuyó su intensidad y finalmente se apagó, naturalmente las dos miradas expectantes de los jóvenes se dirigieron a ella. La carrera de Lippmann como encargado de relaciones exteriores estaría acabada si no hubiese notado la incomodidad en el rostro de Jane, emoción que se volvió cada vez más y más evidente hasta que Chuuya tuvo el mismo mal presentimiento que su compañero.

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