ּ 𝟶:𝟶𝟶 ──◍───── 𝟷:𝟹𝟶
ᵃⁿᵈ ᴵ ˡᵒᵛᵉ ʸᵒᵘ ᵐᵒʳᵉ ᵃⁿᵈ ᵐᵒʳᵉ•••
En un instante inesperado, el amor floreció en el corazón de dos almas destinadas a encontrarse. Fue como si el universo conspirara para unirlos en un momento mágico y único.
Mundos disti...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ella es perfecta. Cada movimiento suyo, cada gesto, está diseñado para mí, aunque aún no lo sepa. Me pertenece, lo siento en cada fibra de mi ser. La manera en que sonríe, cómo su cabello cae en su rostro como un velo celestial... Es un ángel. Mi ángel.
¿Cómo puede no darse cuenta? Todo este tiempo, he sido yo quien la ha cuidado, la ha observado desde la distancia. Nadie más puede entenderla como yo. Nadie la puede proteger como yo. Y sin embargo, sigue dándole atención a esos idiotas que no merecen siquiera mirarla. Eso me duele, me enfurece. No puedo soportar que otros estén cerca de ella, que sus ojos brillen por alguien más que no sea yo.
Ella es mía, aunque no lo entienda aún. Y si no puede verlo, si no puede aceptar lo que estamos destinados a ser... tendré que hacerle entender. A la fuerza, si es necesario. Porque nadie va a separarla de mí. Nadie más merece poseer algo tan puro, tan hermoso.
Si tan solo dejara de resistirse. Si dejara de huir... todo sería más fácil. Seríamos felices juntos. Pero si sigue huyendo, si sigue fingiendo que no me necesita... entonces tendré que mostrarle que su lugar es a mi lado. Por siempre.
⊰᯽⊱┈──╌❊╌──┈⊰᯽⊱
Poco tiempo había pasado desde la última vez que se vieron, y los equipos no jugarían por unos meses debido al inicio del Torneo Intercolegial. El Shiratorizawa, al igual que el Karasuno, se encontraba en un ciclo interminable de prácticas intensivas, dedicadas a perfeccionar cada técnica, cada movimiento, con la vista puesta en la victoria. Takeda, como siempre, estaba sumergido en los preparativos, asegurándose de que todo marchara a la perfección.
A pesar de que él y Ayumi deseaban verse, la apretada agenda lo mantenía lejos de cualquier actividad social. Esto, en parte, le dio a Ayumi el espacio necesario para retomar su rutina diaria como profesora, algo que le proporcionaba un alivio temporal, aunque la inquietud permanecía latente en su mente.
Ese día, Ayumi se encontraba en una sesión de estudio con algunos de sus alumnos, aquellos que habían obtenido calificaciones bajas en el último examen diagnóstico. A pesar del agotamiento acumulado, les ofrecía una sonrisa cálida, encontrando satisfacción en poder guiarlos. Para muchos de ellos, estas reuniones fuera del horario regular de clases eran una oportunidad invaluable para aprender, y también para reconectar con su profesora.
Para otros, sin embargo... no eran tan... bien recibidas.
—Sí, pero... la conjugación de este verbo es... —dijo mientras se inclinaba hacia el pupitre de una de las alumnas, explicándole el concepto una vez más, pero sin un rastro de impaciencia en su voz.
