El protegido del Diablo_ KOOKMIN

V

Las cosas no iban exactamente como Yoongi las había planeado. Aunque logró expulsar al arcángel caído y sentarse en el trono, aunque cada maldita alma aquí sentía su dominio impuesto y sabían quien era ahora, aunque ahogó cada patético intento de negarle su derecho, a pesar de todo esos éxitos todavía había un deseo oscuro y profano que aun no ha sido satisfecho. 

Sus ojos despojados de cualquier compasión miraban desde lo alto del trono, su trono, al demonio que le devolvía la mirada con la cabeza en alto, desafiante y altanero, negándose con determinación a arrodillarse ante su nuevo rey. 

- No importa cuanto lo intentes, humano, yo puedo verlo, el infierno te rechaza, ese trono te rechaza - su voz melodiosa y llena de irrespeto solo avivaba ese deseo oscuro dentro de él, aunque el hecho de que sus palabras tuvieran algo de verdad  le provocó un pequeño estallido de ira que fue rápidamente controlado; el infierno ciertamente no era fácil de domar, pero solo era cuestión de tiempo.  - Siéntate ahí todo lo  que quieras, al final serás siempre un simple humano jugando con más de lo que podrá soportar. Te arrepentirás de esto, Yoongi, yo te lo juro. 

- ¡Será mejor que cuides tu lengua, Taehyung, olvidas tu lugar ante el rey!

Solo bastó un ligero golpe de su espada contra el piso del trono para que su poder retumbara en todo el infierno. Era una orden de callar, era un advertencia. A pesar de sentir ese golpe de sus propios huesos Taehyung se rehusó a mostrarse afectado, manteniendo su postura aun cuando sus nudillos estaban blancos por la fuerza con que apretaba sus puños. Los dos consejeros, en cambio, intentaron con todas sus fuerzas mantener la poca dignidad que les quedaba de rodillas ante la hilera de escaleras de piedra, soportando sus robustos pesos en sus temblorosos brazos, sus feos rostros rojos por el esfuerzo. Taehyung los miró con repugnancia, levantando la cabeza orgulloso y mordiéndose su propia lengua para soportar la tensión que lo obligaba a reconocer al impostor.

- No recuerdo haberte permitido hablar, Sanhan - no levantó su voz, pero esta llegó con firmeza a los demonios - Taehyung no es asunto tuyo, he permitido tu presencia aquí por otra razón. 

- Lo lamento profundamente, su majestad, solo he reaccionado ante el agravio que usted, altísimo, ha sufrido.  - sus palabras arrastradas, que parecieron requerir cada gramo de fuerza en su ser para ser pronunciadas, llamaron la atención de Yoongi.

- ¿Agravio sufrido? - probablemente ambos demonios no lo conocían lo suficiente como para notarlo, pero Taehyung si, él básicamente lo crio aquí. Yoongi no estaba interesado en escucharlos en absoluto, estaba molesto.

- Este demonio, Taehyung, era el más cercano al desertor, mi rey, nunca podremos confiar en él- poniéndose de pie sobre sus temblorosas piernas, intentó aparentar una dignidad y un poder que no poseía y miró a Taehyung con burla sardónica, perfilando sus numerosos y filosos colmillos en su sonrisa - Todos saben que era su perra. 

Ni siquiera terminó de hablar cuando su cuerpo fue despedazado por la espada de Yoongi, quien en cuestión de segundo descendió del trono y acabó con su existencia. La tranquila fachada había desaparecido reemplaza por una mascara de ira cruel. El poder retumbaba en el aire, eléctrico y malicioso, amenazante y vengativo, como si fuera un ser propio, pero igual de infame que su dueño. Taehyung apartó rápidamente su mirada, sin querer observar el cruento espectáculo que aquel al que una vez había considerado su amigo estaba protagonizando. La sangre inundó su boca al morder su lengua una vez más en un intento por gobernarse a sí mismo y a sus emociones. Debía ser inteligente, no sabía por qué  Yoongi le había permitido vivir, pero no podía perder ese favor, no si quería ayudar a su hermano.

El otro demonio, en cambio, no pudo mantenerse así mismo de pie ni un solo segundo y volvió a ser solo un conjunto inútil de carne y huesos, desparramados sin gracia a los pies del que se autoproclamaba rey.