13/07/24

12 0 0
                                    

Han pasado exactamente 4 meses y 14 días. He concluido que lo nuestro fue una mentira, al menos para ti, porque aunque esos casi 2 años fueran eso, una mentira, fue una de las mentiras más bonitas que jamás olvidaré (ni he olvidado). Además, también he caído en la cuenta de que no me amabas, me querías pero no por quien era, sino por lo que yo te daba. Leyendo mensajes antiguos, encuentro siempre los mismos mensajes repetidos “me encanta como me cuidas, como me tratas, como me quieres…”. Sólo estabas a mi lado por capricho, porque conmigo lo tenías todo, hasta que, dejaste de fingir tu “amor” y dejarme, ahora entiendo porque no te dolió, porque tú ya sabías que todo fue un mentira, pero yo no y esa fue la diferencia. He aprendido que no debes juzgar el dolor de otra persona, pero el tuyo lo juzgo por como hiciste las cosas, de una manera infantil e inmadura.

A pesar de estos meses de sanación y superación, cada noche sigo soñando con tu presencia, que volvemos y me haces daño, que juegas conmigo, que te ríes de mí… Todos estos sueños diarios han comportado que empiece a ir a correr por las noches en busca de refugio, en busca de algo que me salve a la hora de ir a dormir. Ni una maratón sería capaz de echarte de mi subconsciente, es bonito, pero duro. Supongo que todo lo que me está ocurriendo es una etapa de sanación o al menos, estoy intentando crecer a partir de ese dolor que me ahoga por las noches, de ese dolor que me despierta con cristales en los ojos, de ese dolor que todavía permanece entre medias del pecho, lo que la gente llama comúnmente “corazón”, algo que por gracia o por desgracia, ya no tengo.

Releyendo mis antiguos escritos, sólo puedo reafirmar que me enamoré de alguien que nunca existió, ni existirá.

ELLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora