Tom llegó a casa después de un largo día de trabajo. Su mente estaba llena de estrés, las reuniones se habían alargado y las expectativas parecían imposibles de cumplir. Mientras cerraba la puerta detrás de él, soltó un profundo suspiro, deseando que la noche le ofreciera un respiro.
Caminó hacia su habitación, aún con su traje de trabajo ajustado. Sin embargo, al abrir la puerta, se quedó boquiabierto. La habitación estaba bañada en una suave luz roja, creando una atmósfera íntima y romántica.
"¿Qué está pasando aquí?" murmuró para sí mismo, sintiéndose intrigado.
Al acercarse a la cama, sus ojos se posaron en Zendaya, recostada sobre las sábanas con una bata de seda que brillaba con la luz tenue. Ella jugueteaba con la tela, dejando entrever destellos de su piel. Su cabello caía en suaves ondas sobre los almohadones, y una sonrisa traviesa iluminaba su rostro.
"¡Sorpresa!" exclamó Zendaya, levantándose un poco y dejando que la bata se deslizara levemente por sus hombros.
Tom sintió que su corazón se aceleraba. "¿Qué...? ¿Por qué no me dijiste que hacías esto?"
"Quería sorprenderte. Sabía que tu día había sido agotador," respondió ella con voz suave y seductora. "Quiero que te relajes y dejes atrás todo ese estrés."
Tom se acercó lentamente, incapaz de apartar la mirada de Zendaya. "Creo que definitivamente has tenido éxito," dijo, su tono más juguetón mientras se sentaba al borde de la cama.
"¿Te gusta lo que ves?" preguntó ella, girando un poco para mostrar más de su figura, la bata deslizándose un poco más.
"Me encanta," respondió Tom, su voz se volvió más grave. "Pero me pregunto qué hay debajo de esa bata."
Zendaya sonrió, un brillo travieso en sus ojos. "Quizás deberías descubrirlo."
Tom se acercó más, sus manos rozando la tela suave de la bata. Con un movimiento lento, comenzó a desatar el cinturón que la mantenía cerrada, dejando que la bata se abriera suavemente.
Con la bata abierta, Zendaya quedó revelada en un hermoso baby doll que acentuaba sus curvas. La tela delicada caía con gracia sobre su piel, y Tom no pudo evitar dejar escapar un suspiro de admiración.
"Wow," murmuró, incapaz de apartar la mirada. "Eres deslumbrante."
"Gracias," respondió ella, acercándose más a él, su aliento cálido acariciando su rostro. "Pero ahora es tu turno de deshacerte de ese traje aburrido."
Tom sonrió, sintiéndose más relajado. "Consideralo hecho," dijo, levantándose para quitarse la chaqueta y la camisa.
A medida que se despojaba de su ropa, Zendaya no podía evitar admirar su figura, los músculos definidos que se asomaban a través de la tela. Una vez que Tom estuvo en solo pantalones, se sentó de nuevo en la cama, acercándose a ella.
Zendaya se inclinó hacia adelante, sus labios apenas rozando los de él. "¿Listo para dejar de lado el estrés?" susurró, sus ojos fijos en los de él.
"Absolutamente," respondió Tom, sintiendo que su estrés se desvanecía con cada segundo que pasaba a su lado.
Tom tomó a Zendaya de la mano, guiándola hacia él, sus labios finalmente se encontraron en un beso ardiente. Las chispas volaron entre ellos, y la habitación se llenó de una energía palpable.
Zendaya se movió, presionándose contra él, sus cuerpos fundiéndose en una danza de deseo y pasión. Tom sintió la necesidad de tocar cada parte de ella, explorando su piel suave mientras sus besos se volvían más intensos.
La noche se llenó de risas, susurros y la entrega de ambos a un momento que prometía ser inolvidable. En su habitación, la luz roja seguía brillando, creando un entorno perfecto para dejar atrás el estrés y sumergirse en la conexión que compartían.
