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Llegó el viernes y Hanna tocó la oficina de su maestra algo nerviosa. Tuvo que poner una excusa a su novia para no salir con ella ese día. Aunque ya sabía que de alguna forma debía compensarlo. Del otro lado de la puerta se escuchó la voz de la mayor permitiendo entrar. Hanna lentamente abrió y entró a la oficina.

–Hola -dice Hanna algo nerviosa.

–¡Oh! Que bueno verte Hanna. Supongo que ya lo pensaste, ¿no?

Ella asiente y la mayor le hace una seña para que se siente en las sillas frente a su escritorio. Hanna lo hace y Verónica ríe, por lo cual ella se extraña.

–No debes estar nerviosa o tener miedo. Jamás te haría algo.

Hanna ríe levemente por el tonto comportamiento que estaba teniendo. Era obvio que no le haría nada. Era su profesora y la mejor amiga de su mamá. Aún así, algo en esa mujer la ponía nerviosa. Tal vez era la fuerte presencia que tenía. Era amable pero impone respeto.

–En fin, ¿Puedo saber lo que decidiste? –pregunta Verónica sacándola de sus pensamientos.

–Oh, sí, sí. Acepto dibujarla, pero me gustaría tener más especificaciones de lo que quiero.

Verónica se queda pensando- mmm... quiero que sea grande. Y que sea un cuadro o un dibujo a papel. ¿Sabes hacer eso?

Hanna asiente mientras escribe en su libreta lo que su profesora le había dicho.Verónica siguió diciendo lo que quería y ella lo anotaba, mientras hacía una lista de los materiales.

–Una vez que lo termines decime cuanto te gastaste en todo y yo te daré el doble, si? Así repones lo gastado y usas lo otro para vos.

Hanna la ve dudosa- no hace falta que me de el doble. Con tener para renovar los materiales estoy bien.

–Claro que no. Algo debes ganar para tus gustos. No solo para tus trabajos. –dice la pelinegra decidida- además, no es ninguna molestia para mí. Enserio, Hanna.

–Si vos decís, está bien.

Verónica le sonríe y empieza a juntar sus cosas bajo la mirada de Hanna.

–Te llevo a tu casa.

–Oh, no, no. No es necesario.

–No fue pregunta Hanna –dice Verónica sonriéndole. Hanna asiente y van al auto de la mayor.

.

Unos minutos después ya se encontraban en su casa. Hanna se bajó y detrás de ella, Verónica.

–Pues... gracias por traerme, nos vemos.

–No hay problema, nos vemos mañana.

Hanna abre la puerta de su casa y al poner un pie dentro se escucha un grito.

–¡Verónica!

La nombrada se da vuelta y ve a Marina, su mejor amiga, con una gran sonrisa.

-Jajaja, hola Mari.

–Hola. Gracias por traer a mi hija -dice la mujer sonriente.

–No hay de qué –dice la pelinegra contenta.

–¿Te gustaría pasar? –pregunta Marina.

–Si no es molestia.

–¡Claro que no! Sos más que invitada. Pasa, pasa.

La pelinegra ríe y entran a la casa. Mientras las dos adultas hablaban Hanna subió a su cuarto a cambiarse y a avisarle a su novia que ya estaba en casa.

_Chat:_

H:¡Ya estoy en casa amor!

A: Me alegro cariño.

Lindas coincidenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora