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Respiraciones agitadas, toqueteos y pequeños gemidos era lo único que se escuchaba. La morocha tenía su brazo apoyado sobre sus ojos mientras la rubia se encontraba entre sus piernas haciendo un grandioso trabajo. La más joven quería gritar pero le daba vergüenza saber que los vecinos podrían escucharla.

-No te retengas cariño~ Quiero escucharte~ -dice acercándose al oído de su novia.

Besa su cuello dejando un par de marcas y guía una de sus manos hacia abajo para que sigan el trabajo que anteriormente hacía su boca. Al primer toque Hanna se tapa rápidamente la boca para no soltar un gemido fuerte.

-Jajaja~ Vamos cariño, te ves tan bien~

Hanna tenia todo el pelo en la cara, las mejillas roja, su mano tapando su boca y su pecho subiendo y bajando sin parar por la agitación. Angie le saca la mano de la boca y la besa para callar el fuerte gemido que provocaría al dar un fuerte embestida con sus dedos. Tras unos minutos más llenos de calentura y pasión Hanna se viene soltando, al fin, un fuerte gemido. Angie saca su mano y le da una pequeña lamida haciendo que Hanna se avergüence.

-¡No hagas eso! Y menos mirándome, tonta -dice super roja tapando su cara.

-Ya, ya. Tranquila belleza -Angie sonríe y carga como si nada a Hanna. Esta suelta un mini grito de sorpresa.

-¿Qué estás haciendo?

-Te estoy llevando otra vez al baño. Debemos bañarnos.

-Yo puedo sola. No necesito que me lleves.

-Como vos digas -Angie la baja y Hanna al intentar dar unos pasos casi se cae. Angie la vuelve a cargar riendo -¿Cómo decías?

-Cállate, es tu culpa -dice muy nerviosa.

Angie la sienta en la tapa del inodoro, prende el agua y le saca la ropa mientras Hanna le reclama porque le dolía todo el cuerpo. La rubia solo sonreía mientras escuchaba a su novia quejarse como una niña.

-No veo nada gracioso. No se de que te reís -dice Hanna.

-Me rio porque pareces una niña -la mete en la bañera y ella se mete atrás suyo. Se acerca a su oído y deja un beso que hizo temblar a Hanna -Además, te encanto.

-Mentira.

-Tus gritos y gemidos me lo confirmaban -Hanna se sonroja y frunce el ceño. Le da la espalda -límpiame el pelo y calla... boba.

La rubia ríe. Y ayuda a su pareja a bañarse otra vez. Una vez que ambas estaban limpias se acomodaron en la bañadera para descansar un rato juntas mientras Angie le hacía masajes en los hombros a la menor.

-Te amo -dice la morocha.

-Yo más -dice la rubia.

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La semana volvió a comenzar. Hanna desayunaba sin ganas. Nadie quería empezar su semana con una clase de matemáticas, pero era lo que le tocaba. Gabriel le contaba todo lo que iba a hacer en su día, lo cual la frustraba más. Ella quería volver a ser niña y jugar todo el tiempo.

-¡Y la profe Flor dijo que va a traer caramelos para nosotros!

-Eso es genial cariño. Hanna, ¿ayudas a tu hermano con sus zapatillas? -pregunta su mamá haciendo la lonchera del menor en su cocina.

Hanna se levanta una vez que termina su desayuno y ayuda a su hermanito a ponerse las zapatillas. Una vez que ya todos estaban listos para salir y los platos del desayuno estaban limpios, se subieron al auto en dirección a su primer destino: la primaria de Gabriel.

Lindas coincidenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora