besos agridulces

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decidí ir al bosque de nuevo, a veces iba cuando necesitaba pensar o llorar. era difícil sin cielo, difícil cuando un día volví y ella no estaba, cuando los días siguientes seguí yendo y ella no apareció ni uno solo de esos días. la extrañaba demasiado y ahora sabía dónde estaba pero no tenía el coraje de ir por ella. me senté en el mismo árbol en el que la había encontrado aquella tarde y sabía que era ese porque tenía forma de puerta, una puerta mágica de dónde ella escapó del reino de las hadas. Sonreí. Aún creía que ella era un hada.

—Supuse que estarías aquí.—Una voz aguda y baja me sobresaltó, aunque sabía que había venido aquí por ella, porque esperaba con ansias y demencia tenerla frente a mi y decirle todo lo que me había guardado le sorprendí. ella parecía tranquila, como siempre.
—Yo esperaba que tú también estuvieras aquí.—susurré, aunque sabía que ella podía escucharme, siempre lo había hecho.—¿Por qué...?—comencé, me detuve sin siquiera poder terminar la oración. me dolía, me sentía como aquél fatídico día en que supe, que ella no volvería pero ahora, ella estaba frente a mi.
—Mi madre y mi padre se separaron, tuve que irme con mi padre y mi hermano sin más opción. aquella misma tarde... ese día por la noche nos fuimos.—Había pesar en sus palabras, le dolía y lo sabía, le dolía no haber podido hacer nada, así como a mi le dolía no haber estado con ella para apoyarla.
—Debiste decirlo, yo... yo no supe que....creí que me había vuelto loca.—confesé, ahora avergonzada por mis palabras. era una idiota por haber creído tal cosa mientras Cielo pasaba el peor de sus momentos. Mis brazos picaban por la necesidad de abrazarla, quería tenerla cerca y no lo entendía, no entendía cómo después de tantos años la seguía queriendo justo como aquél día que ella lloraba.
—Te he extrañado demasiado todos estos años y... y por suerte te encontré, te encontré como a la brújula que perdí.—Comenzó a llorar, ni siquiera limpió sus lágrimas porque rápidamente se acercó a mi, me abrazó fuertemente, envolviendo mi cuerpo entre sus brazos y haciéndome sentir como lo que soñaba cada noche desde su partida. la abracé de vuelta, aspiré su aroma, seguía oliendo a canela y lavanda.
—Te esperaba cada día, esperaba que volvieras y... y ahora tantas cosas que quería decir parecen insignificantes.—Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, ni siquiera me di cuenta que quería llorar hasta este preciso momento. la había extrañado tanto y con tanta necesitada desesperación que no podía creer que ahora ella estaba aquí. Se separó y tomó mis mejillas con delicadeza, como cuando éramos una niñas y me besó la frente, las mejillas y después, los labios. Fue delicada, lenta y sútil, solo nuestros labios juntos hasta que ella comenzó a profundizar el beso y yo la dejé explorar mis labios, mi alma.

cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora