Gabrielle se volvió, encontrándose con la mirada de Carlisle Cullen. A pesar de la situación, no pudo evitar sonreír. El doctor estaba allí, como si el destino hubiera querido intervenir en su noche.
—Doctor Cullen—dijo ella con una mezcla de sorpresa y gratitud en su voz—. La verdad, me vendría bien un poco de ayuda. Este coche tiene más años que yo y no estoy acostumbrada a estos trastos.
Carlisle, con su habitual expresión tranquila y serena, se acercó con una sonrisa amable. Sus ojos dorados brillaban bajo la luz de las farolas, dándole un aire casi mágico. Se inclinó sobre el coche y en un movimiento hábil, abrió la tapa del tanque de gasolina.
—Listo—dijo él, enderezándose—. Ahora solo necesitas elegir el tipo de gasolina y llenar el tanque.
La joven agradeció con una sonrisa y procedió a seguir sus instrucciones. Mientras tanto, Carlisle la observaba con una mezcla de interés y curiosidad.
—¿Qué te trae por aquí tan tarde?—preguntó él, rompiendo el silencio cómodo que se había instalado entre ellos.
—Voy a cenar—respondió Gabrielle, sin entrar en detalles. Sabía que su prima probablemente ya había mencionado algo sobre la cita.
Carlisle asintió, comprendiendo que ella no quería profundizar en el tema. Una vez que terminó de llenar el tanque, Gabrielle pagó en la tienda y volvió al coche.
—Gracias por la ayuda—dijo ella, sonriendo de nuevo.
—Por supuesto—contestó Carlisle, inclinándose ligeramente hacia ella—. Conduce con cuidado.
Gabrielle encendió el motor y salió de la gasolinera, con el corazón latiendo un poco más rápido de lo normal. Algo en la manera en que Carlisle la miraba le daba una sensación de anticipación que no había sentido en mucho tiempo.
La rubia se olvidó por un momento de su plan inicial; "ojitos bonitos" quedó olvidado en algún lugar de su cerebro. Era extraño para ella, pues no conocía bien al hombre frente a ella, apenas conocía a sus hijos. Tomando sus llaves y después de darle una ultima mirada al doctor, se puso en marcha.
El restaurante no estaba lejos, y pronto se encontró estacionando el coche y caminando hacia la entrada. El detective de "ojos bonitos" ya estaba allí, esperándola. Llevaba una chaqueta de cuero sobre una camisa blanca, y el contraste entre su apariencia elegante y su comportamiento atento era algo que Gabrielle encontraba irresistiblemente atractivo.
—Puntual—dijo él, abriendo la puerta para que ella entrara.
El lugar era acogedor, con una iluminación suave y una decoración rústica que le daba un aire íntimo. Fueron conducidos a una mesa en una esquina, lo suficientemente apartada como para permitirles hablar sin ser molestados.
—Este lugar es encantador—comentó Gabrielle mientras se sentaba—. No lo esperaba en un pueblo tan pequeño.
—Tiene su encanto—respondió el detective, sentándose frente a ella—. Me alegra que te guste. ¿Cómo ha sido tu día?
Gabrielle se sintió relajada mientras comenzaban a conversar. La cena fue deliciosa, y la compañía aún mejor. El detective resultó ser un conversador encantador, y sus historias sobre casos y experiencias en la vida mantenían a Gabrielle entretenida.
—Y así fue como descubrimos que el ladrón estaba escondido en el sótano todo el tiempo—concluyó el detective con una risa suave, refiriéndose a una anécdota particularmente divertida.
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STORGÉ ||Carlisle Cullen||
FanfictionElla siempre había puesto sus intereses por encima de todo. Él había dedicado su eterna existencia a ayudar a otros. ¿Que pasa cuando se abrazan el amor y la muerte? ¿Se muere el amor o se enamora la muerte? Tal vez la muerte moriría enamorada y el...