Capítulo 3.

208 25 2
                                    

Después de una dura y complicada carrera, Lewis y George se dirigen hacia un nuevo local de intercambio de parejas. Según el propio George, este es un más exclusivo que el anterior, por lo que deberían pasarla mucho mejor. Los demás, Carlos, Charles y Max los esperan en una sala privada, por lo que ahora se dirigen hacia ellos.

—¿Adivina quién solicitó un privado contigo? —pregunta George con una sonrisa de complicidad mientras caminan por los pasillos.

—¿Quién? —Lewis se hace el desentendido cuando ha esperado por él por más de una semana.

—Max.

Se puede notar la decepción en el rostro de Lewis, ¿por qué George piensa que Max le podría sorprender?

—Es broma, viene el misterioso de la otra vez. —el rubio ríe.

—¿Él me pidió o tú le dijiste que yo quería? —pregunta aclarando su voz.

Nota el nerviosismo y el calor recorrer su cuerpo.

—Él te pidió. —murmura.— Pero otra vez quiere que estés atado y vendado.

—¿Sólo él puede poner reglas o qué? —pregunta ladeando la cabeza.

—¿Qué reglas quieres poner? —alza una ceja.

—¿Es necesario que te las diga?

—Puede que te ayude un poco, tengo un gran poder de convencimiento.

Lewis pone los ojos en blanco, soltando un suspiro.

—Como no puedo tocarlo, que me deje besarlo. —murmura.— Y que dure más, que no solo me haga disfrutar a mi, sino que también disfrute él.

—Pidas muchas cosas, amigo.

—Estoy a total merced de él, ¿no crees que lo mínimo es que también pida algunas cosas?

George mira hacia el frente, encogiéndose de hombros.

—Veré que puedo hacer. Ahora si quieres disfruta de un privado mientras trato de convencerle.

El rubio le guiña un ojo, perdiéndose en los pasillos mientras que Lewis abre la puerta de la sala, encontrándose con tres hombres desnudos sobre la cama.

Lewis camina con paso firme hacia ellos, deteniéndose a la altura del sofá en donde se sienta para observarlos.

Conoce a aquellos tres hombres, los conoce muy bien, sobre todo a dos de ellos, pues se los había cogido pocos días atrás en aquel edificio abandonado.

Max esta en medio de Carlos y Charles, ambos pilotos de Ferrari le comen el cuello al rubio neerlandés, quien tiene marcas rojizas en su pecho, cuello y labios, estos últimos un tanto hinchados.

El monegasco agarra con firmeza el miembro del neerlandés, masturbándolo mientras que el español acaricia las blancas nalgas del piloto de RedBull.

Si Lewis no estuviese tan deseoso por aquel desconocido, felizmente se uniría a ellos tres, pero Lewis está ansioso, está caliente y un tanto desesperado e intrigado por él, quiere poder tocarlo y poseerlo como acostumbra a hacer con los demás, pero no puede. ¿Por qué no quiere ser visto? ¿Qué habrá de malo con él?

Lewis vuelve en sí cuando se da cuenta que Max ahora chupa el pene de Charles, quien echa su cabeza hacia atrás soltando un suave gemido, mientras que Carlos lame la entrada de Max, separando sus nalgas.

—Te están esperando. —susurra George tras de él.

El moreno está acostumbrado a los susurros de sorpresa de George que no se sobresalta, solo gira su cabeza y asiente con lentitud.

A tu merced - Chewis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora