3.-
No podías permitirte parar. Cada noche era una noche menos y quedaba sólo el final. Habías pasado la noche sin dormir y un día sin ir a clase pero, ¿a quién le importaba? Seguramente no vivirás lo suficiente para la graduación.
Pero sí podrías terminar la moto.
Un enorme orgullo floreció en tu pecho cuándo diste dos pasos hacia atrás y la viste. Sin una mancha: ancha como un caballo, alta, fuerte, nueva y seguramente era la más rápida que habías arreglado hasta el momento. La carrocería azul y sus líneas deportivas: sería la más llamativa de todo Japón.
Tenías un poco de pena por tener que entregarla a los Black Dragons, pero si con eso perdían el interés hacia tí, merecería la pena.
La montaste por primera y última vez. El viento golpeaba tu cara mientras te abrías paso hacia el interior del túnel. Todos, incluido Taiju, se giraron a verte, y los que entendían de motos abrieron sus ojos sorprendidos de lo que habías traído.
Taiju no apartó la mirada de la moto ni cuándo te acercaste a él y le entregaste el casco con las llaves.
-Es tuya, en dos días, como prometí.
Sus pequeños ojos dorados te miraron otra vez leyendo más allá de lo que querías que viera. Te mostraste segura y fuerte manteniendo su mirada dorada y finalmente una sonrisa de victoria se plasmó en su cara.
-Una mujer de promesa... -Masculló, parecía molesto,y te quitó el casco con las llaves. Tiró el casco a un lado del túnel y se subió en la moto que se encogió apenas unos milímetros bajo su peso- Veamos qué tipo de trabajo has hecho. ¡Seguirme!
El resto de moteros encendieron sus motores y todos abandonaron el lugar haciendo mucho ruido. Frunciste el ceño mientras los viste irse quedando a solas con los pocos que no habían traído sus motocicletas.
Ahora que Taiju se había ido, estabas encerrada con diez moteros armados con bates y pistolas en la oscuridad de un túnel. No sabías si era buena idea intentar irte por tu propio pie o esperar que Taiju volviera y diera el pago por realizado.
Decidiste confiar en tu trabajo, aunque eso noi significaba que pudieras confiar en el buen juicio de Taiju. No bajaste la guardia, sabías que cuándo el líder de una pandilla se va y deja a una mujer a solas con sus soldados, éstos estaban dispuestos y encantados a satisfacer todos sus deseos con ella. Y tú no ibas a ser esa mujer.
Buscaste en tu espalda el mango de la pistola que habías comprado la tarde anterior, aunque sólo tenía tres balas, quizás sería suficiente para...
-No es necesario. -Inupi puso su mano sobre tu hombro, sobresalta dote cuándo te diste cuenta de su presencia, y señaló con la cabeza al grupo de moteros a su lado- No sé qué esperabas que pase trayendo eso aquí, pero puedes irte. La deuda está saldada, por ahora.
Miraste el grupo de moteros: ninguno de ellos te miraba con agresividad ni interés. De hecho, muchos hablaban entre ellos y algunos ya se estaban alejando del túnel. Devolviste la mirada a Inupi e intentaste que no se notase que estabas nerviosa.
-Te acompañaré hasta al instituto, si te sientes más segura.
-Estoy segura, gracias.
-¿Te dejo sóla, entonces?
-No.
Esperabas algún tipo de reacción por su parte en cambio se puso a caminar por delante de ti.
Poco a poco volviste a respirar con tranquilidad: ningún pandillero os estaba siguiendo y no se escuchaban las motocicletas de los Black Dragons.
La noche, en cambio, estaba tranquila. Aún se escuchaban el canto de algunas cigarras y saltamontes, lo que hacía que el espacio tejido entre Inupi y tu pareciera mucho más amplio.
-Aunque no me creas, no teníamos intención de hacerte daño. -Soltó Inupi con las manos en los bolsillos, varios pasos por delante de ti- De todos modos no creíamos que pudieras acabar la motocicleta en dos días.
-Es bueno saber que los bates eran de espuma, entonces.
-No tenemos nada en contra de golpear mujeres. -Se encogió de hombros- Pero con las manos rotas no podrías preparar la motocicleta, en el caso de que tuvieras alguna. No ganaríamos nada. Hiciste un buen trabajo. -Reconoció girando su horrible cicatriz hacia ti- ¿Tienes un taller?
-Sólo un garaje y algunas piezas de segunda mano.
-Pero te gustaría tener un taller.
Te mordiste el labio inferior intentando guardar lo que realmente sentías.
Estabas enferma, desde que naciste lo habías estado. Los médicos te habían dado un máximo de tres años de vida en el caso en el que vivieras tanto, de eso hace ya un año.
No importaba si querías tener un taller, no importaba si querías graduarte, no importaba si querías enamorarte y mucho menos importabas tú.
No importaba nada porque en uno o dos años estarías muerta.
-Me gustaría. -Suspiraste, con la presión en el pecho- Pero no tendré uno.
-Estoy bastante seguro de que a Taiju le gusta el trabajo que haces. -Los do os de tuvisteis en la puerta del instituto, empezaba a anochecer, así que la puerta estaba cerrada y no había nadie a vuestro alrededor- En un par de años, si trabajas para los Black Dragons, podrías pagarte un taller. Poco a poco harás tu propio dinero.
-No voy a unirme a los Black Dragons.
Inupi ladeó la cabeza haciendo que un mechón de pelo rubio se amontonase en su hombro. Sus ojos no brillaban.
-Has estado en bandas antes, ¿no? ¿Por qué no te unirías a nosotros? ¿Prefieres otra banda?
-Le hice una promesa a mi hermano, y yo nunca falto a mi palabra. -Asentiste con la cabeza y empezaste a andar de vuelta a tu casa.
Pudiste sentir los ojos de Inupi sobre tu nuca mientras te alejabas.
-Siento decirte que eso no está en tu poder.
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Mr. Delincuente. TaijuxTN
FanfictionTaiju Shiba: "Peleare contra las llamas del infierno y rezare al diablo para tenerte a mi lado" "¿Por que huyes de mi? Sé que me deseas." Después de pelear y perder por última vez contra los Black Dragons Kumi es llevada a su líder, Taiju Shiba. Qui...