despedida de soltera | 랑 Jungkook

Capítulo 10

La música de jazz flotaba en el aire. Vi mi reflejo en el espejo del tocador y gruñí, tapando mi rostro recién maquillado. ¿Qué carajos me pasaba por la mente al aceptar una cena con Jungkook? Otra vez metí la pata. ¿Cómo pude aceptar algo así después de lo que pasó?

Apoyé mi cabeza sobre mis manos. No es que fuéramos a hacer algo malo, ¿verdad? No hice nada malo, solo acepté porque necesito unos documentos. Nada del otro mundo. Es solo una cena y ya.

Unos toques en la puerta me hicieron girarme, y sonreí algo sorprendida cuando vi a Taesung.

—Taesung, cariño —me puse de pie del tocador— Llegaste temprano.

Él me dedicó una sonrisa y vi cómo sus ojos me escanearon de arriba abajo mientras me acercaba a él. Me metí entre sus brazos y cerré mis ojos, maldiciéndome.

—Te ves hermosa, ¿vas a algún lado?

—Sí, de hecho...

Piensa, Victoria, piensa.

—Necesito que te prepares. Llegaste a tiempo.

—¿Por qué? ¿A dónde vamos?

Lo siento, Jungkook.

—Jungkook nos invitó a una cena en su casa.

Taesung frunció el ceño, pero pareció caer. No lució sospechar.

—¿En serio?

—Sí, al parecer encontró algo sobre el accidente y quiere compartirlo con nosotros.

—Vaya. Me hubiera gustado haberlo sabido antes, pero no pasa nada. Estaré listo en unos segundos.

Taesung besó mi frente y salió del cuarto de glamour.

Me quedé un momento en silencio, mirando la puerta por donde Taesung había salido. Suspiré profundamente y me volví hacia el espejo.

Retocándome el maquillaje, intenté calmar mis pensamientos. Esto no tiene por qué salir mal, me repetí.

Unos minutos después, Taesung regresó al cuarto, ya vestido y listo para salir. Me ofreció su brazo con una sonrisa, y yo la devolví, tratando de convencerme de que todo estaría bien.

Mientras nos dirigíamos a la casa de Jungkook, Taesung y yo nos sentamos en el coche en un silencio. La noche era clara, y la luna iluminaba el camino.

Miré la casa de Jungkook cuando nos estacionamos frente a ella. Era extremadamente hermosa cuando la vi desde el cristal del coche.

El teléfono de Taesung sonó.

—Victoria —dijo, y giré a verlo— Puedes ir primero, necesito atender esta llamada.

—Puedo esperarte aquí.

—Es algo privado.

—¿Privado? ¿Desde cuándo nos ocultamos cosas?

Taesung soltó un suspiro agotador y apretó los ojos. El teléfono aún seguía sonando en su mano. No pude descifrar quién era.

—Escucha, es algo del trabajo, ¿por favor podrías...?

—Bien —dije y abrí la puerta del coche— Te espero afuera.

Bajé del coche, poniendo los ojos en blanco y ajustando el escote de mi vestido. Miré la casa de Jungkook desde los escalones y luego volví la vista al cristal. Taesung estaba hablando por teléfono mientras sonreía.

Bajó del coche una vez terminado y dio la vuelta para llegar hasta mí y tomarme del brazo.

—Bien, vamos.

—¿Pasó algo bueno? —pregunté con curiosidad mientras subíamos las escaleras.

—Nada importante —respondió, sonriendo de oreja a oreja.

A medida que nos acercábamos a la puerta, mis nervios aumentaban. Sin embargo, antes de tocar, Taesung revisó sus bolsillos.

—Mierda, dejé las llaves pegadas, ya regreso.

Taesung corrió de vuelta al coche, y yo, sin más, terminé de subir y llegué a la puerta.

Aquí va.

Di unos toques y luego de un momento, Jungkook abrió la puerta. Estaba sosteniendo una botella de vino con una sonrisa ladina. Su cabello estaba peinado hacia atrás, con unos mechones cayendo sobre su frente. Llevaba una camisa de botones arremangada, con varios de ellos desabotonados, mostrando un poco su pecho y una cadena con una placa similar a las militares.

—Buenas noches —dijo, sus ojos recorriendo mi cuerpo entero con aquella mirada oscura.

Antes de que dijera algo más fuera de lugar, hablé rápidamente.

—Jungkook... —dije, justo cuando Taesung regresó.

—Aquí estoy, disculpa la espera —dijo Taesung, alcanzándome.

Jungkook apartó la mirada de mí y miró a Taesung.

—¡Taesung, hermano! —rió, y únicamente yo pude notar la confusión en su risa.

Ambos estaban frente a mí y Taesung me daba la espalda. Jungkook se acercó a darle un abrazo, y a medida que eso sucedía, Jungkook me miró y frunció el ceño. Yo solo tragué saliva. Era claro que no esperaba que viniera con compañía.

—Por favor pasen —dijo Jungkook, tratando de mantener su tono casual.

Al cruzar el umbral, sentí la mirada de Jungkook clavada en mi espalda. Taesung, ajeno a todo, comentó sobre lo hermosa que era la casa, pero yo apenas lo escuchaba. Mi mente estaba en otro lugar, tratando de anticipar cómo se desarrollaría la noche.

Nos dirigimos al comedor, donde una mesa elegantemente puesta nos esperaba. La música de jazz seguía sonando suavemente en el fondo, creando una atmósfera engañosamente tranquila.

Sin embargo, había solo dos platos preparados en la mesa.

—Oh, parece que falta un plato —dijo, señalando la mesa con una sonrisa falsa.

—Sí, estaba por servirlo. Iré a la cocina, pueden sentarse, adelante —Jungkook me sonrió de la misma manera, y sentí como me pescuezo la cabeza con sus ojos.

Tae-sung y yo nos sentamos en la mesa uno junto al otro, y miré con más atención a mi alrededor. En una esquina a lo lejos divisé un saco de boxeo que colgaba del techo, y por mi cabeza pasó la imagen de cómo se vería Jungkook entrenando.

—¿Te puedo preguntar algo? —le susurré a Tae-sung, aprovechando que Jungkook estaba en la cocina.

—¿Qué ocurre?

Desde que me enteré que estos dos eran familia, nunca tuve la oportunidad de preguntarle a Tae-sung sobre Jungkook.

—¿De qué lado de tu familia es Jungkook?

—Parentesco.

—Se me hace extraño nunca haberlo visto. De casualidad... ¿él asistió a nuestra boda?

—Si bien recuerdo, para ese tiempo Jungkook estaba fuera del país. Era militar.

—Vaya, impresionante —opiné con sinceridad.

—Así es. Además, Jungkook no es el tipo de persona que asistiría a un lugar como ese, así que creo que jamás lo hubieras conocido si nada de aquello hubiera pasado.

Si supieras.

—¿A qué te refieres?

—Jungkook... —Tae-sung frunció el ceño, parecía estar buscando las palabras adecuadas— No es el tipo que le gusta convivir en familia que digamos.

—¿Por qué?

—Guerras y problemas entre la familia —levantó los hombros.

—¿Entre quiénes, sus padres?

—Sus padres están muertos.