Cap 5

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Al día siguiente, el pelinegro despertó con un dolor de cabeza horrible por lo que al abrir los ojos lo único que pudo hacer fue agarrar su cabeza con fuerza intentando frenar el dolor. No recordaba nada de la noche anterior, lo único que sabía era que habían tomado algo más que alcohol.

Se levantó de la cama y fue directo al baño a darse una ducha, ni siquiera se molestó en despertar al rubio pues esté tenía el sueño pesado e iba a ser dificil levantarle. Retiró su ropa y entró a la ducha, luego la encendió y sintió el agua caer sobre su cuerpo lo que le hizo soltar un escalofrío. El frío le hizo recomponerse pero no tanto como cuando escuchó unos pequeños golpes en la puerta. Salió de la ducha para poder abrirle a quien sea que estuviese tocando la puerta ya que no es como si hubiese empezado siquiera a ducharse. Enredó una toalla en su cadera para, al menos, poder taparse un poco y abrió la puerta. -Kenneth, ¿puedo al menos ducharme en paz?- Preguntó sin retirarse del marco de la puerta extrañándose por el semblante del rubio, el cual miraba con un pequeño sonrojo y a la vez nerviosismo la figura delgada del contrario. -Craig.- Se tomó unos segundos para decir lo que nunca creyó escuchar del ojiazul. -Creo que hemos tenido sexo.-

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Unos diez minutos más tarde ambos se encontraban en la mesa del comedor con Kenny tomando algo de desayuno sin siquiera mirarse a los ojos. Craig se encontraba sentado con los brazos cruzados y la mirada fija en el suelo mientras el otro no quitaba su atención de aquel cuenco con cereales. Al rato, la más pequeña de los Tucker bajó a desayunar al igual que sus padres que no se extrañaron por el silencio de su hijo. -Chicos, hoy hace un buen día ¿Que tal si salen a dar un paseo?- Preguntó la mujer de la casa una vez el rubio terminó su desayuno. El pelinegro solo respondió moviendo la cabeza de forma afirmativa para después levantarse y llevar el bol y la cuchara del invitado a la cocina.
Estando allí cogió un vaso y se sirvió un poco de agua mientras se apoyaba en la encimera de la cocina. En su cabeza le daba vueltas a algunos flashbacks de la noche anterior que estuvo recordando a lo largo del desayuno, ¿Todo aquello era real? ¿Realmente había tenido sexo con su amigo? Si es que podía llamarlo así después de lo ocurrido. Salió de sus pensamientos debido a una mano que se posó sobre su hombro o mejor dicho un golpe que fue proporcionado en aquella zona. -Oye, jirafa, la proxima vez que le robes botellas al viejo llamame o al menos no hagas tanto ruido.- No era exactamente quien esperaba que fuese a la cocina; sin embargo, prefería eso a que fuese el rubio. -Tienes 15 años, Trish, no quiero que papá me mate aún.- Respondió tomando un sorbo del vaso. -¿Prefieres que te mate por eso o porque te follas a tus colegas?- "Oh, mierda." -Callate la puta boca, niñata, te invitaré la proxima vez pero ni una palabra de esto a nadie.- La pelirroja se fue del lugar con una sonrisa triunfante en sus labios, no sin antes agarrar un helado del congelador.

El rubio hizo presencia en la habitación lo que tensó más de lo que ya estaba al contrario. -Oye, ¿quieres que pillemos unas birras y vayamos al lago? Tengo que pasar por casa a por Karen así que puedes llevar a tu hermana para que estén juntas.- El pelinegro desvío la mirada y murmuró un simple "Está bien." para acto seguido dejar el vaso de agua sobre la encimera y dirigirse a su habitación. Hacía algo de frío por lo que agarró dos chaquetas, una para él y otra para el contrario la cual le entregó en cuanto fue sacada del armario.

Después de avisar a sus padres de que irían al lago con las chicas, y de obligar a Ruby a salir de su habitación para acompañarles, fueron rumbo a casa del pobre sin dirigirse la palabra entre ellos. Al llegar, el rubio miró por la ventana de la casa para asegurarse que su padre no estuviese dentro y al estar seguro entró. -Podeis esperar aquí fuera si quereis, no tardaré mucho.- Dicho esto se adentró en la casa mientras ambos hermanos esperaban fuera. -¿Tienes un cigarrillo?- El pelinegro miró de arriba a abajo a la pequeña con una ceja levantada. -¿Desde cuando se supone que fumas?- Y definitivamente no esperó aquella respuesta. -Unos meses, se nota lo mucho que te preocupas por mí como para no darte cuenta.- Desvío la mirada sin darle mucha importancia a lo que su hermana decía. -Eres demasiado joven para fumar, ¿Por qué debería dejarte?- Este sacó su cajetilla de tabaco del bolsillo de su chaqueta y prendió un cigarro para luego soltar el humo de sus pulmones. -Porque yo no le dije a papá y mamá que lo hacías, así estaríamos en paz.- Solo suspiró y le entregó la caja a su hermana la cual sonrió como un niño pequeño con un caramelo.

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⏰ Última actualización: Aug 13 ⏰

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