♦️ Sueño

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fem Sergio ¡!

Cuando Oscar se acercó a Serena aquel día, no esperaba realmente que las cosas sucedieran como lo hicieron. Había estado encaprichado con la mujer desde hace un tiempo, buscaba cualquier excusa para hablarle y estar cerca de ella sin verse raro, así que ese día, el día de su primera victoria, en medio de la celebración llena de gente, música alta y alcohol, se armó de valor, fue hacia, esquivando a la gente bailando y forzando más bebidas en su mano, hasta que la alcanzó en aquella mesa en el rincón, escondida de las luces del club, mientras la mexicana texteaba algo sobre su celular. Oscar podía jurar haber escuchado sus uñas sobre la pantalla, pero pudo haber sido su imaginación.

— ¡Oscar, felicidades! — dijo la mujer, su voz apenas audible por encima de la música mientras se levantaba del booth y se acercaba a él, envolviendolo en un firme abrazo.

Oscar sintió su corazón ir de 0 a 100 en un segundo, muy consciente de cómo se sentía el pecho de Serena contra el suyo, de la curva de su cintura bajo su mano, de su calor.

— ¿Cómo te sientes? — le preguntó Serena, separándose un poco de él, pero mantenía su mano en su pecho, y Oscar lo tomó como permiso para mantener la suya sobre la cintura de la mexicana, aún así reprimiendo el impulso de volverla a atraer

— Como en un sueño. — su tono debió haber revelado más de lo que pretendía, pues en respuesta Serena alzó ambas cejas, sorprendida.

Quería besarla. Dios santo, quería tanto besarla, quería sentir sus labios, comprobar si sabían tan bien como se veían. El alcohol en su sistema lo hacía sentir ligeramente mareado, y también le daba una excusa, para cuando de repente ya se encontraba con sus labios rozando los de la piloto mexicana, dándole más que tiempo suficiente para alejarse si quería, pero no lo hizo, en cambio, Serena llevó su mano desde su pecho hasta detrás de su cabeza para atraerlo hacia ella y por fin besarlo.

Fue como el derrumbe de una presa, todo el deseo acumulado que Oscar sentía lo dejó salir con el primer contacto, profundizó el beso, y por el sonidito sorprendido que sintió más que escuchó por parte de Serena, Oscar supo que debía verse muy desesperado.

Bueno, lo estaba.

Poco le importaba si se estaba humillando, si luego de esto Serena pensaba que era patético y se reía de él, porque justo ahora estaba en las nubes, cumpliendo aquello con lo que había fantaseado por incontables noches.

El ligero roce de las uñas de la mexicana en su nuca y entre su cabello lo hizo gemir.

— ¿Esto era lo que habías soñado, Oscar? — preguntó Serena, tan cerca que podía sentir el movimiento de sus labios al hablar.

Oscae asintió, entusiasta; patético.

— ¿Solo esto? — volvió a preguntar, su otra mano tanteando el borde del pantalón del australiano, jugando con el botón de sus jeans, apenas evitando rozar el bulto provocado por la vergonzosa erección atrapada en su prenda. Solo por un beso.

Oscar tragó en seco ante la implicación.

— ¿Nada más, bonito? — La voz de Serena era como el canto de una sirena en sus orejas, tentador, hipnotizante, increíblemente seductor; imposible de resistir. Dios, podría correrse solo escuchándola.

De verdad que ya no tenía salvación.

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