Capítulo 01

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𝑴𝒂𝒅𝒊𝒔𝒐𝒏 𝑲𝒏𝒐𝒙

La central de Londres de la FEMF siempre tenía un aire de tensión contenida, como si cada pared y cada pasillo estuvieran impregnados de secretos. Me encontraba en una de las oficinas del piso superior, observando por el gran ventanal que daba al estacionamiento. La vista era imponente, pero lo que captó mi atención fue un auto lujoso y exclusivo que acababa de llegar. Su brillo metálico destacaba entre los vehículos utilitarios de los soldados.

El dueño del auto, un hombre de porte distinguido, se acercó a la entrada. Varios soldados lo rodearon, siguiéndolo mientras hablaban en voz baja. Me giré levemente, apenas lo suficiente para ver de reojo al hombre que estaba en la oficina conmigo, informándome de los casos recientes. Lo interrumpí sin miramientos.

—¿Quién es el dueño de ese auto? —pregunté, señalando con la cabeza hacia el estacionamiento.

El ministro, un hombre de mediana edad con una expresión siempre seria, levantó la vista de sus papeles.

—Es del Coronel Morgan —respondió.

Una sonrisa sarcástica se dibujó en mis labios mientras lo miraba directamente.

—¿Su hijo? —inquirí, aunque ya conocía la respuesta.

Alex Morgan asintió con una leve inclinación de cabeza. Satisfecha con la información, me dirigí a la salida de la oficina.

—Gracias, eso es suficiente por ahora —dije, dejando la habitación.

Caminé por los pasillos, observando cómo el hombre que había bajado del auto se dirigía apresurado a la sala de juntas. Ignoraba los saludos militares de los soldados, su paso decidido y su mirada fija en su destino. Había algo en su porte que sugería urgencia y autoridad, y no pude evitar sentir una mezcla de curiosidad y desconfianza.

Acomodé mis ropas y me dirigí con porte imponente hacia la misma sala de juntas. Al entrar, recibí miradas de desconcierto, confusión y algunas de lujuria, pero no les di importancia. Observé todo a mi alrededor, asegurándome de no perderme ningún detalle.

El Capitán Lewis, a quien me habían informado previamente, miraba con odio al Coronel, y el Coronel no se quedaba atrás. Una mujer con muchos tatuajes y claramente operada se encontraba con la tropa élite. Otro soldado, cuya placa decía Capitán Parker, tomaba asiento junto a varios más. El General Gauna esperaba pacientemente a que todos tomaran asiento para comenzar a hablar.

Me posicioné a su lado y esperé a que me presentara. Con voz firme, el General Gauna comenzó:

—Permítanme presentarles a Madison Knox, una magnate y hermana del príncipe consorte. Ha sido enviada por la realeza del Palacio de Buckingham para poner orden en nuestra central.

Las miradas en la sala se intensificaron, pero mantuve mi compostura. Sabía que este era solo el comienzo de un desafío mayor, y estaba lista para enfrentarlo.

Con una mezcla de frustración y determinación, comencé a hablar, transmitiendo todo lo que Alex Morgan me había contado.

—Durante dos largos años, hemos estado en una contienda constante con los Mascherano. Meses y semanas que han consumido todo nuestro tiempo y recursos. Hemos incautado negocios, reducido la distribución de HACOC, pero estos golpes solo han logrado hacerlos tambalear, no derribarlos. Buscamos extinguirlos, no divertirlos, —dije con firmeza, mi voz resonando en la sala.

—La obsesión con los Mascherano ha permitido que otras mafias celebren y se fortalezcan. Hemos estado tan enfocados en un solo objetivo que hemos dejado rienda suelta a otros. — Visiblemente molesta, miré a todos con furia, culpándolos de la situación. Mi mirada era intensa, mis ojos brillaban con una mezcla de ira y desesperación. Cada palabra que salía de mi boca era un reproche, una acusación directa a todos los presentes.

Hilos de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora