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𝐚𝐝𝐯𝐞𝐫𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚𝐬: sexo oral, masturbación.
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La casa estaba vacía. Bueno, eso es lo que parecía cuando entraste y te quitaste los zapatos. Arrojaste el abrigo al sofá. Hawk no había respondido a tus mensajes.
Tú: hola babeee
10 minutos despues...
Tú: ¿estás bien?
Tú: ¿Hice algo?
20 minutos más tarde...
Tú: ¿Hawk? ¿Eli? ¿¡hola!?
2 minutos después...
Tú: Voy a ir a tu casa. Si esto es algún tipo de broma de mal gusto, te mataré.
Hace cinco minutos le enviaste un mensaje de texto a Hawk, esos cinco minutos que pasaste corriendo hasta su casa solo para ver que la puerta principal estaba entreabierta. ¿Estaba bien? Nunca dejaba la puerta abierta o sin seguro intencionalmente. Empujaste la puerta principal para cerrarla.
Te tranquilizaste un poco cuando notaste que la televisión reproducía un episodio aleatorio de Victorious y el microondas decía "end", lo que significa que estaba aquí.
— ¡¿Eli?! —.
Sin respuesta.
Llamaste de nuevo, pero no hubo respuesta. Pero si estaba allí, ¿por qué no había respuesta? Esperaste en silencio que todo saliera bien, al notar que la puerta de su dormitorio estaba ligeramente abierta al final del pasillo.
Siempre intentabas darle privacidad a Eli, pero en cuanto escuchaste un débil gemido salir de su linda boca, te quedaste quieta. Esa regla se convirtió instantáneamente en la menor de tus preocupaciones. Tu curiosidad pudo más que tú mientras te abrías paso por la rendija abierta.
Casi te corriste al ver a Eli, con los dos AirPods puestos, una mano alrededor de su pene, bombeando, mejorando lentamente su ritmo. Su cabeza estaba echada hacia atrás sobre la cabecera mientras su piel brillaba de sudor, sus mejillas rosadas. Te tapaste la boca, conteniendo un jadeo mientras sus labios se abrían y dejaba escapar un gemido bajo y sexy. — Oh, Dios —, tu nombre salio de sus labios.
