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Jimin

—No puedo creer que Minjeong se haya ido— Aeri fruncía el ceño, mientras tamborileaba sobre mi escritorio con los dedos.

—Yo sí que puedo— murmuré sombría, y volví a llevarme el vaso lleno de whisky a la boca.

—Ningning va a ponerse como loca cuando se entere— Aeri abrió los ojos como platos— Ay, mierda, hasta quizás decida imitarla.

—¿Por qué haría eso?— pregunté, repasando el extraño sonido de mis propias palabras. Mi voz sonaba monocorde, sin inflexiones. Sin sentimientos.

—Hace meses que viene insistiendo con eso de cambiar de bando, ya sabes, ser de los buenos, igual que Minjeong.

—Átala a la cama. Es lo que debería haber hecho yo— susurré, sin ninguna intención de bromear, pero Aeri esbozó una sonrisita.

—Quizás lo intente— respondió, para luego ponerse seria de nuevo— Sabes que volverá, ¿verdad?

—No, no lo sé.

—¿Hablaste con Taemin?

—Sí. Minjeong pasó por allí cerca de las seis de la mañana, recogió a Minji y se fue. No quiso decirle nada.

—Jimin, Minjeong te adora, esto no será para siempre.

—Claro que no lo será. Iré a buscarla, y la traeré a rastras si no coopera.

—¿Otro secuestro?

—Si me veo obligada a hacerlo...

Aeri suspiró, y se dejó caer sobre su silla.

—¿Y por qué no les hacemos caso?

—¿Qué?— la miré como si le hubiera salido un tentáculo en medio de la frente, y Aeri sonrió levemente, con aquella aura de tranquilidad que siempre la rodeaba, y que tanto me exasperaba a veces.

—Dejar la mafia. De eso hablo, Yu.

—No podemos hacerlo.

—¿Por qué no?

—Porque...no. ¿Qué haríamos, Aeri?

—Tú eres abogada, y una excelente empresaria. Sólo deberías comenzar a hacer las cosas de forma...legal. Y yo, bueno, podría estudiar psicología, ya sabes, siempre he querido hacerlo. Sabes que esto es lo que debes hacer para recuperar a Minjeong, Jimin, recuperarla de verdad, sin nada de secuestros. Podríamos irnos de aquí, muy lejos, a algún lugar en dónde nadie sepa quiénes somos. Comenzar de nuevo. ¿Nunca lo consideraste, Jimin?

Sí. Claro que lo había considerado. Lo había hecho tantas veces.

—Borrón y cuenta nueva, ¿eh?

—Exacto...

—No es tan fácil, Aeri. ¿Qué haríamos con todo aquí?

—Venderlo. Legarlo. Lo que quieras.

Recosté mi cabeza sobre la silla giratoria, y cerré los ojos durante unos segundos.

—Tomará tiempo.

—Lo sé, un par de meses quizás.

—¿Eso quiere decir que no veré a Minmin en un par de meses?

Aeri se encogió de hombros.

—Creo que ayudaría a tu causa ir a buscarla cuando ya hayamos terminado con todo, pero si no crees soportarlo...

—Bien. Esperaré. Pero le haré saber que sé en dónde está, no la quiero tan tranquila.

Aeri me rodó los ojos.

Mía; winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora