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Minjeong

—¿¡Ningning!?— abrí los ojos como platos cuando me encontré a mi mejor amiga parada frente a la puerta de mi casa al volver del trabajo.

Ningning se dio vuelta y soltó un suspiro.

—¡Gracias al cielo! Estaba comenzando a pensar que me había equivocado de dirección— luego, súbitamente, me rodeó con sus brazos y me estrechó con fuerza.

Inmediatamente le devolví el apretón, a pesar de que todavía seguía paralizada.

—¿Qué haces aquí? ¿Te envió Jimin?

Ella sonrió mientras se inclinaba sobre el coche de Minji y acariciaba las mejillas de mi hija con suavidad.

—¿Cómo está la sobrina postiza más preciosa de todas?— preguntó con una aguda vocecita, y me respondió sin dejar de sonreírle a Minji— No, Jimin no me envió. Quería saber cómo estabas, y digamos que Seúl no es el lugar más seguro del mundo para nosotras en este momento.

—¿Por qué no?

—Entremos, te lo contaré todo.

Ningning se apresuró a tomar el coche de Minji mientras yo abría la puerta de mi casa con rapidez, e ingresó detrás de mí, mirando todo con ojo crítico.

—Pequeño, pero lindo.

—Jimin casi me asesina cuando vio la habitación de Hotel en la que estaba viviendo, y alquiló este lugar. Me encanta— respondí, comenzando a sentir la felicidad de tener a mi mejor amiga frente a mí— ¿Cómo estás tú? Te he extrañado, Ning.

Ningning soltó una risita mientras cargaba a Minji en sus brazos y me seguía hacia la cocina.

—Lo sé, yo también te he extrañado a ti Min. No podía creerlo cuando Jimin me contó que te habías ido.

Torcí el gesto, y Ningning se instaló en un taburete en la cocina mientras me veía preparar dos tazas de café.

—Estaba furiosa conmigo.

—Estaba destrozada. Créeme Minjeong, no te quiero hacer sentir mal, ni mucho menos, pero nunca había visto a Jimin así. Estaba decidida a tomar el coche y salir a buscarte, a donde sea, pero la convencí de que debía pensar con racionalidad. Inmediatamente envió a los espías a buscarte.

—Fue fácil encontrarme.

—Bastante, sí. Creo que fue por las amenazas de Jimin en caso de que no te encontraran.

Me estremecí. Sí, podía imaginármelo.

—Estaba como loca, tirando las cosas de los estantes y realmente pensé que se quedaría calva si seguía tirándose el cabello de esa forma— Ningning sacudió la cabeza— La tienes a tus pies, chica, y nunca pensé que le diría eso a nadie.

Me mordí el labio mientras dejaba una taza de café frente a ella, y le daba un sorbo a la mía.

—No quería lastimarla Ningning, solo... Hacerla entrar en razón.

—Y créeme que lo hiciste. Eres mi heroína, Minjeong.

Rodé los ojos mientras soltaba una risita.

—Fue, definitivamente, la decisión más difícil de mi vida.

—Puedo imaginarlo. La amas tanto como ella te ama a ti, ¿verdad?

—Lo hago— asentí, mientras observaba el oscuro líquido dentro de la taza.

—Sabes que lo están haciendo por nosotras, ¿no?

—¿Hacer qué?

—Salirse de la mafia.

Mía; winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora