3. Love

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Me despierta algo indefinido, no sé si es un sonido, un movimiento o ambos, porque al principio no entiendo si estoy lúcida o estoy soñando.

La habitación está a oscuras, y cuando tomo conciencia de que hay un cuerpo a mi lado, el estado de alerta que dispara el pánico se pone en marcha. Sacudo las piernas para liberarme de la ropa de cama y oigo un quejido.

—Joder. Métela en el arco, cabrón —balbucea aquella voz cerca de mi oído y mi cuerpo se calma al instante.

—¿Demi? —mascullo.

—¿Mm?

El olor a alcohol me abofetea cuando me elevo sobre él para poder alcanzar la luz de noche y, cuando lo logro, se lleva el brazo a la cara para cubrirse del resplandor.

—Demi, ¿qué rayos haces aquí?

Otro quejido ronco sube por su garganta mientras se pone en posición fetal y caigo en la cuenta de que solo lleva puestos los calzoncillos.

—Apaga ya —se queja, y yo no puedo creer que esté borracho en mi cama. Semidesnudo. Y que encima me exija que apague la luz.

—¿Qué demonios haces en mi cama? —insisto, él manotea el aire como si quisiera llegar al interruptor de la luz y veo que tiene moretones en el antebrazo, un corte en la ceja y un gran morado contra las costillas. No entiendo cómo les puede gustar golpearse así con ese maldito juego de animales—. ¡Demi! —exclamo en sordina, sacudiéndolo por el hombro. Joder. Es una puta roca. Inmenso, pesado y totalmente desplomado—. ¡Demi!

—¿Love? —Sus ojos se abren lo más que pueden, dos milímetros, y sonríe como un tarado—. ¿Eres tú?

—Sí, soy yo.

—¿Mi Love?

Joder. No sé qué demonios significa todo esto, pero me incorporo para alejarme de él cuanto antes.

—Soy yo. Y quiero que salgas ya mismo de mi cama, Demian Hard —exijo, con la voz estrangulada, porque ha cogido mi brazo y tira de mí. Pierdo el equilibrio y caigo sobre el colchón, tan cerca de su cuerpo semidesnudo, que me preparo para empezar a temblar. Ya tendría que estar sudando e hiperventilando por tener a alguien completamente adentro de mi espacio vital y también me preparo para gritar, porque no puedo estar viviendo la peor pesadilla de mi vida con mi mejor amigo.

—¿Qué haces tú en mi cama, mi Love? —murmura él cruzando el brazo por encima de mi vientre desnudo, que se tensa y se encoge bajo la tersa piel de su bíceps musculoso. Los oídos se me tapan con un sonido sordo y espero la oleada de náuseas, pero nada pasa. Debería gritar, pero ni siquiera respiro. Y cuando tomo aire para hacerlo, los dedos ásperos de Demian se deslizan por mi brazo y todo su cuerpo se acurruca contra mi costado en un solo movimiento—. Acabo de descubrir lo duro que me pone cuando me llamas Hard —declara juguetón y lo remata con una risilla absolutamente borracha contra mi cuello.

Por un segundo pierdo toda capacidad de reacción. ¿Qué demonios?

Debería estar gritando, sudando, llorando o vomitando de terror, pero en vez de todo eso, se me arma una sonrisa inesperada y tengo que apretar los labios para no reír, porque si no estuviera haciendo un juego de palabras abiertamente sexual, juraría que acaba de hablar el Demian de seis años que quería jugar a los novios.

Mi corazón se acelera y me cuesta aceptar que no es por miedo. Siento su respiración contra mi cuello y la presión de su pulgar que se desliza cuesta arriba por mi brazo, y más allá del olor a alcohol, huelo notas de jabón y shampoo que me hacen preguntarme si su pelo dorado será tan suave como se siente contra la piel de mi mejilla.

Demi&LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora