7. Love

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En circunstancias normales, me costaría la vida posar mis ojos en Jason y no moverlos de allí

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En circunstancias normales, me costaría la vida posar mis ojos en Jason y no moverlos de allí. Pero esta noche parece ser lo único que puedo hacer.

Porque lo que me cuesta ahora es mirar a Demi. Ya no hablemos de mirarlo a los ojos, que eso ha quedado enterrado anoche para toda la eternidad.

Hablemos de que esa camisa le marca cada músculo de los hombros, el pecho y la espalda y luce tan impactante como si no la llevara puesta. El pantalón también le queda como pintado, y cuando entro en el Red Lion seguida por él y su mano que se posa en la base de mi espalda, soy plenamente consciente de que no habrá tetonas que se le tiren encima como en sus fiestas de universitario, pero hay toda una variedad de mujeres y de hombres que han dejado de hablar, reír, beber o cantar para mirarlo como hechizados.

Salvo yo, todo el mundo se lo está comiendo con los ojos.

Por su altura, su porte y su ropa cara, desentona bastante en este ambiente. Sabía que así sería. Pero no esperaba que hasta mi grupo de amigos lo contemplaran con la boca abierta como si acabara de entrar el rey de Inglaterra. Incluso El Jason lo ha mirado antes de verme a mí. El otro Jason está claramente babeando sobre su piña colada.

Siento los dedos de Demi que reptan por mi espalda hasta descansar sobre mi hombro. Con el pulgar acaricia apenas mi cuello y me mojo al instante. Joder. Voy a morir.

Libbie abre la boca, pero no dice nada por unos segundos. Nadie dice nada. Quizás tengo cara de estar siendo secuestrada por el príncipe sueco este que explotará la camisa impecable que él mismo ha planchado. Y su perfume, Dios...

Venga, ¿hablamos también de cómo huele Demi en contraste con los olores sospechosos que se sienten por aquí?

—¡Love! ¡Ey! —exclama finalmente Libbie—. Y... ¡tú! —Está fingiendo. Sabe muy bien cuál es su nombre.

—Demian. —Se presenta solo, porque yo no reacciono, y agradezco que no haya dicho Demian Hard. Mis rodillas no lo hubieran resistido.

—Libbie.

—Y yo soy Jason, pero puedes llamarme Jay —sonríe este, ofreciéndole su mano como una doncella, pero mi amigo se limita a ladear la cabeza y mirarme.

Joder. Esto será un puto desastre.

No puedo permitir que piense que ese es mi Jason.

—Y ellos son Liam, Karen y Jason —señalo, y siento que Demi se pone tieso a mi lado y el agarre en mi hombro es mayor. No sé si es adrede o si soy yo, que de golpe quiero salir corriendo y no volver nunca más.

El motivo de que hoy esté aquí me observa con sus enormes ojos castaños y melancólicos, y sé que esa pequeña sonrisa forzada no auspicia nada bueno. Jason no es del tipo macho territorial que actuará como ha dicho Demi que haría, y no entiendo en qué estaba pensando cuando le hice caso y acepté su bendito plan. Jason está más allá de toda esa psicología de vestuario de Tigers. No ha venido a jugar con murciélagos o halcones revoloteadores, y me maldigo por no tener un plan B.

Demi&LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora