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“Ocaso: Puesta del sol, o de otro astro, al trasponer el horizonte”
Los días corrieron de manera lenta y tortuosa, estaba cansada de estar encerrada en mi habitación, no encontraba que dibujar, hasta que lo ví en su azotea fumando un cigarrillo, ya era bastante tarde, sentada en la ventana intentando no ser tan evidente tomé una foto y alli mismo lo empecé a dibujar.
Justo esa tarde del primero de septiembre se volvió el dueño de mis cuadernos de dibujo, todas las tardes se sentaba en el mismo punto a fumar, y fielmente le tomaba una foto y empezaba a dibujarlo colocándole al lado una frase.
—Everest, se hace tarde— escuché la voz de mi madre al otro lado de mi puerta.
¡Se había hecho tarde!
—¡Voy!— grité intentando que mi voz sonara tranquila.
Amarraba mi cabello en una tensa cola alta para estar completamente lista. Tomé mi mochila y bajé minutos después.
Y como lo hacían frecuentemente me habían dejado, tomé el sándwich y empecé a caminar rápidamente, eran aproximadamente como 100 cuadras que tendría que pasar para llegar. Toda una tortura.
Me coloqué mis audífonos automáticamente la voz Billie inundó mis oídos con Blue, veía los autos pasar a medida que caminaba, nadie se atrevía a parar, a pesar de todo no era muy sociable que digamos, a diferencia de mis padres. Era como la oveja negra de la familia.
—Everest, sube— escuché la voz de una chica.
Giré mi cabeza hasta encontrar de dónde provenía la voz, era Keria, su mirada era de indiferencia total, pero a su vez se le veía cierto interés a medida que me estudiaba con su fría mirada.
Tenía ciertas dudas, no quería que todo fuera mal interpretado por los vecinos, ya que, podría apostar que no solo viniera ella en ese auto, no quería otro castigo.
Con cierta duda miré mi reloj y tenía 10 minutos para llegar a la escuela, los cuales no me serían suficientes, si llegaba tarde por más que mis padres tenían demasiada influencia no bastarían.
—Vale— dije aún a medida que me acercaba con algo de inseguridad.
Al subir al auto retiré mis audífonos, los hermanos mantenían una conversación bastante animada, no estaban del humor que tenían frecuente, todos reían entre ellos, era un momento memorable el verlos, específicamente verlo reír, sería una buena... Imagen para una pintura, tenía unos...
Sin pensarlo dos veces, saque mi teléfono del bolsillo de mi pantalón y lo desbloqueé, pero para mi mala suerte tenía el flash activado y el volúmen auto, lo que causó que todo quedara en silencio.
—¿Que fué eso?— preguntó Keria girando y dirigiendo su mirada hacia mí.