1.

796 27 1
                                    

No existían dos personas en el mundo que se odiaran más que tú y Tom Riddle. Desde primer año siempre competían por ser el número uno de la clase, el mejor en Quidditch y por supuesto buscar un puesto como prefecto cuando iniciaron su quinto año en Howgarts.
La rivalidad los llevaba siempre a discutir, no importaba donde; en la sala común de Slytherin, en el gran comedor, en el campo de Quidditch, en las clases de pociones, herbología etcétera. Era difícil estar en el mismo espacio, porque simplemente no se toleraban.

La mayoría de sus amigos, y tus amigas decían que un día terminarían juntos. Ya que los polos opuestos se atraen, pero tú solo negabas diciendo que preferías vomitar sapos y culebras que terminar en una relación con Tom Estúpido Riddle. Y por supuesto, Tom pensaba exactamente lo mismo, eras pequeña e insoportable, mimada y caprichosa, todo lo que él odiaba en una mujer.

—Sal de mi camino duende —Se quejó, empujandote con sus libros cuando entraban en el salón de pociones.

—¡No puedes correrte tú, jirafa! —Gritaste de vuelta.

—Mierda, creo que pisé una cucaracha —Se ríe Tom, hablándole a Regg, su mejor amigo.

—No la pisaste del todo, creo que grito algo de "Jirafa" —Mencionó éste.

Le lanzaste una mirada fulminante mientras te dirigías a tu lugar. Pansy y Astoria estaban esperándote, ambas muy emocionadas por la clase de hoy.

El profesor Snape los hizo leer 10 páginas antes de comenzar a trabajar en la poción. Su clase era tediosa, todo el mundo sabía que él quería el puesto de defensa contra las artes oscuras. por ende, no ponía empeño en dar una buena clase. Sin embargo tus amigas seguían emocionadas y luego entendiste el porqué. Amortentia. Maldición.

El pánico te invadió. Porque sabías que Snape te haría oler aquel brebaje. Siempre lo hacía durante el mes, y elegía al azar a los alumnos. Todos ya habían sido nombrados, excepto tú, Astoria y Tom Riddle. Querías que la tierra te tragara, no querías hacerlo, pero eso sería un castigo para tu casa. Snape te quitaría puntos y no querías tener a tus compañeros en tu contra.

—Señorita____, adelante —Te llamó.

Para desgracia tuya, todo el mundo comenzó a reír, siempre lo hacían al saber que alguien expondría sus sentimientos en público. Era humillante. Te detuviste frente al enorme caldero, los aromas inmediatamente inundaron tus fosas nasales, y las palabras salieron de tu boca sin poder detenerlas.

—Huelo pergaminos... no lo sé, es como el aroma que sientes cuando entras en la biblioteca. También huelo... madera, ciprés, roble... algún perfume amaderado... Granos de café... ¿Limón? Es demasiado cítrico —Dijiste, intentando parecer tranquila, pero sabías perfectamente que no lo estabas.

Al otro lado del salón, Tom estaba mirándote. En cuanto comenzaste a describir los aromas que estabas oliendo, su ceño se frunció. ¿Perfume amaderado? Era exactamente el que usaba él, lo compró en una tienda Muggle hace mucho tiempo, y sabía que era sumamente extraño que otra estudiante lo utilizara. Café, el solía tomar café todo el tiempo, tanto así que sus amigos le decían que olía a los granos del café. Y sobre el limón... Solia comer pastel de limón y naranja en sus desayunos en el gran comedor.

¿Cómo podía ser una coincidencia? Él observo como Astoria pasaba al frente y describía a Draco en cada palabra que salía de su boca. No era sorpresa para nadie, pero en cuanto fue el turno de él, fingió no haber escuchado a Snape.

—Tom Riddle, estoy hablándole a usted —Insistió Snape, por lo que no tuvo más opciones que salir al frente del salón.

Todo el mundo esperaba atentamente lo que tenía que decir. Pero él se sentía tan abrumado por tu declaración que estaba muy confundido. En cuanto se acercó al caldero, sabía que estaba perdido, y sabía que su temor más grande, acababa de ser confirmado .

—Huelo Jazmín... —Suspiró con irritación —Y cosas dulces, no lo sé. Es tan empalagoso que me dan nauseas —Se quejó y algunos estudiantes se echaron a reír.

—¡Ay___, esa eres tú! —Se burlo Blaise.

—Silencio. Continúa Riddle —Lo insistó Snape.

—Solo eso, profesor. Dulces, y más (jodidos dulces), cosas dulces... —Murmuró antes de alejarse y pasar por tu lado, notando como lamias una paleta de caramelo. Casi gruñó.

—Guarde eso señorita___ —Snape te miró con enfado —¿O tendremos que creer que las suposiciones de Zabini son correctas?

Todo el mundo se río a carcajadas y con burlas mientras lanzabas una mirada asesina a Tom. Él te miraba de la misma manera. Ambos querían destruirse mutuamente.
Cuando la clase finalizó y todo el mundo se marchó, la mano de Riddle envolvió tu muñeca y te arrastró lejos hasta un pasillo vacío.

—¿Porqué carajos estas haciendo esto? —Te acusó.

—¿Hacer qué? —Te quejaste con enfado, intentando zafarte de su agarre.

—Decir todas esas cosas para provocarme ¿No te cansas de ser una maldita molestia? —Casi gritó.

—Imbécil, eres un idiota. Yo jamás he pensado en molestarte a ti en una clase de Snape ¡Tarado!

—¡Me oliste en tu amortentia estúpida enana!

La ira subió por tu pecho hasta llegar a tus mejillas. Lograste zafar su agarre en ti, ibas a golpearlo. Pero él noto lo que estabas haciendo y sin pensarlo por un segundo, te besó.

"¿Qué carajos?" Pensaste. La boca de Tom estaba sobre la tuya mientras sus caderas te tenían prisionera contra la pared. Algo en tu vientre se calentó y pensaste en los polos opuestos que se atraen... Maldita sea, querías gruñir en enfado, pero de tu boca salió un gemido. Gemido que él tomó como algo positivo y para que negar, tú también.

Te rendiste a la tentación y lo besaste con fuerza, envolviendo tus brazos alrededor de su cuello mientras luchaban por quién podía besar, morder y hacer gemir con más fuerza. Porque sí, hasta en eso podían competir.

Hubieras deseado que aquél beso jamás terminara, por dos motivos, estaba siendo demasiado bueno y porque no querías enfrentarlo. Pero sucedió, él se alejó de ti lentamente, mirándote con fuego en sus ojos mientras intentaba aclarar sus ideas. Tú hacías lo mismo, estabas confundida.

—No creas por un momento que esto cambia las cosas entre nosotros —Te advirtió, pero su noto de voz carecía de seguridad.

—Ay sí, como si quisiera tener tu boca sucia sobre la mía otra vez, descarado —Lo empujaste, y él se alejó.

—Sí como sea, todo Howgarts escuchó los gemidos que hacías por esta boca sucia —Se burló mientras se alejaba y te dejaba allí, con una sensación extraña en tu pecho.

Algo que se había instalado para quedarse.

Enemies to Lovers - Tom Riddle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora