3.

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El salón de pociones siempre se sentía caliente debido a los calderos encendidos, pero en esta ocasión, el calor de tus mejillas se debía a que Tom Riddle no te sacaba los ojos de encima desde el otro lado del mesón que estaban compartiendo.
Habían pasado algunos días desde aquel encuentro en la nieve, y no hacías otra cosa que recordarlo una y otra vez. La imagen de él sobre ti, con sus cálidos labios besándote era incluso material extra para tus fantasías y ensoñaciones.

Fantasías... Sí. Era tonto seguir mintiéndole a tu corazón. Antiguamente la presencia de Tom no hacía más que molestarte, pero ahora se sentía diferente. Estar en la misma habitación era motivo suficiente para hacerte sentir distraída.
Sus ojos continuaban en ti, mientras una lenta sonrisa oscura adornaba sus facciones.

—¿Distraída, compañera? —Te preguntó, alzando una de sus cejas.

—No. Más bien, creo que es otro quién está demasiado distraído mirándome.

Él río suavemente.

—Bueno, solo recordaba... —Se inclinó sobre el mesón y susurró— Ese beso que me diste.

Tus ojos se abrieron demasiado por lo que él acababa de decir.

—¿Que yo te di? —Preguntaste con incredulidad —No seas descarado Riddle. Tú lo hiciste, me obligaste.

El sustituyó una carcajada por una tos. Snape, quién estaba del otro lado del salón, los observó y caminó hacia ustedes.

—Creo haber sido lo suficientemente claro al decirles que no quería conversaciones en mi clase. 20 puntos menos para Slytherin —Tanto Tom como tú lo observaron sorprendidos de que estuviera quitándole puntos a su propia casa —Y como castigo, se quedarán a ordenar los calderos y dejar los ingredientes en sus respectivos lugares.

—Profesor, tengo entrenamiento de Quidditch...—Comenzó a decir Tom, pero Snape alzó una mano haciéndolo callar.

—Estoy seguro que Nott podrá ser tu suplente para que el equipo no pague por tu error.

Y sin añadir algo más, se marchó hacia otro grupo de estudiantes. A tu alrededor podías escuchar las risitas de quienes habían escuchado.

—Eres de lo peor Riddle —Murmuraste, lanzándole una mirada a fulminante, pero él sonrío como si la idea de pasar tiempo a solas contigo fuera realmente interesante.

Cuando la clase finalizó, Snape despachó a todos los alumnos, pidiéndoles que dejaran las mesas como estaban. Todos se alegraron por supuesto, ya que odiaban tener que limpiar el desastre que habían provocado.

—Volveré dentro de una hora, sabré si utilizaron magia —Los amenazó Snape antes de cerrar la puerta y marcharse.

—¡Ahora estás feliz ¿no?! —Gritaste, mirando a tu alrededor y notando que tenían un arduo trabajo por delante.

—Tampoco es para tanto, tonta.

Ambos se Ignoraron durante la primera media hora. El calor era sofocante en el salón y tener que mover los calderos era realmente cansador. De vez en cuando tus ojos caían en Tom, y la manera en que apilaba los libros que estaban sobre las mesas. Los músculos en sus brazos se marcaban a través de la tela de su camisa, haciéndolo ver... Ardiente.

Él te observó también. Pretendía hacerlo solo un segundo, pero cuando notó tus ojos en él, sintió como la tensión y la atmósfera cambiaba. Tiró los libros sobre la mesa y camino hacia a ti con determinación.

—¿Qué? —Susurraste.

Pero él no respondió. En cambio, te tomó de la cintura y te sentó sobre la mesa. Su cercanía, el aroma de su perfume, todo era demasiado embriagador para ti. Se sentía como las veces anteriores, pero ahora existía algo más. Algo muy parecido a tus fantasías.
Sus manos viajaron por tus muslos y se acercó lo suficiente como para estar a centímetros de tu rostro.

Cuando unió sus labios con los tuyos en un beso ardiente, sabías que necesitabas más. Ya no importaba el lugar. Tus manos descendieron por la camisa de él y luego hasta la hebilla de su cinturón. Un suave y bajo jadeo salió de la boca de Tom y no dudo en subir más sus manos para hacer a un lado tu ropa interior.
Todo era una locura, pero ambos estaban decididos a terminar lo que ya habian comenzado.

Un suave sonido de satisfacción salió de tus labios cuando él lentamente empujó su polla en tu interior hasta llenarte por completo. Luego, todo se descontroló cuando comenzaron a follar como si el mundo se fuera acabar esa misma noche. No querías que terminara, te aferrabas a su cuello mientras él te sostenía por la cintura con una mano mientras la otra te tocaba las tetas casi con desesperación, como si no pudiera tener suficiente de ti.

—Más rápido, más rápido —Gemiste.

—Así que te gusta follar duro ¿Eh? —Sonrío con malicia mientras aumentaba la velocidad de sus embestidas.

—Maldita sea ¿Cómo es posible que la tengas tan grande? —Jadeaste y él río.

—Gracias por el cumplido.

—No es un cumplido, siento me vas a partir en dos.

—Sigue hablándome así —Gruñó antes de continuar.

El encuentro duró lo suficiente como para que ambos alcanzaran la cima entre jadeos y temblores. El calor del salón se multiplicó por mil, pero te sentías demasiado complacida y feliz como para que eso te molestara.
Ambos acomodaron sus ropas en silencio. Un silencio que duro solo un instante antes que Tom alzara la vista hacia ti.

—Tendremos un cita el sábado. Te dejaré elegir el lugar.

Sorprendida lo miraste. Que él dijera la palabra "cita" era algo realmente nuevo.

—¿Es una orden? —Preguntaste, mirando la manera en que terminaba de subir la cremallera de su pantalón. Era realmente ardiente.

—Sí —Dijo, alejándose justo a tiempo cuando Snape abría la puerta.

Te bajaste de la mesa y tomaste el último caldero. En tu rostro había una tonta sonrisa. Sonrisa que ni siquiera Snape podía quitar de tu rostro cuando les dijo que eran demasiado lentos para ordenar un salón que él consideraba pequeño. Y es que ahora tenías algo más importante que hacer, pensar en el lugar donde se llevaría a cabo la cita con Tom Riddle.

Enemies to Lovers - Tom Riddle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora