En teoría, el meticuloso plan de JungKook y TaeHyung había salido bien, pero no valió la pena ni el esfuerzo. Mientras el maestro de gimnasia les da las indicaciones para que den otra vuelta al patio, JungKook piensa que debió mantener su posición de no ir a esa fiesta y no dejarse convencer por TaeHyung.
Sus palpitaciones son erráticas y su garganta quema al tratar de llevar más oxígeno a sus pulmones. Su forma al correr tampoco es la correcta, pero está exhausto, física y mentalmente.
La misma noche del sábado —o madrugada del domingo, no está seguro—, cuando salió de la casa de YoonGi, había ido detrás de algún desconocido hasta la casa de al lado. No esperó encontrar a JiMin Park recostado en la puerta de su propio hogar, con un semblante ido y los ojos húmedos que brillaban bajo la densa y fría noche.
El chico no estaba de ánimos para charlar, pero amablemente lo invitó a pasar a su casa para que descansara un poco y se recuperara la mesura antes de ir a su propia vivienda. La idea original era que YoonGi Min lo llevara en el auto de sus padres, pero él no estaba en condiciones de manejar ni siquiera su propio cuerpo, así que tuvo que tomar un taxi.
JiMin le dio unos cuantos caramelos de menta y medio litro de agua. Pasada media hora, JungKook al menos ya podía enfocar cosas a una distancia prudente. Aún sentía cierto cosquilleo en sus extremidades, pero nada que no pudiera controlar o disimular cuando llegase a casa.
Termina de dar la vuelta a la loza y el silbato del maestro resuena por todo el lugar. Al fin esa tortura acaba.
—¡A las duchas, en orden!
JungKook busca con la mirada a YoonGi, con quien no ha cruzado palabra desde la mañana, y lo encuentra solo, a pocos metros de él.
No sabe cómo, pero presiente que la actitud de JiMin está relacionada con algo que sucedió en la fiesta, específicamente con YoonGi, porque él tampoco tiene el mejor semblante del mundo y está inusualmente apagado. Es lunes, no lo culpa, pero su intuición le dice que debe hablar con él. Además, también tiene que entregarle el regalo que JiMin le encargó hacerle llegar.
Ve a sus compañeros quitarse las camisetas sudorosas y llenar las duchas, así que prefiere esperar a que se desocupen.
El invierno sigue haciendo de las suyas y JungKook no quiere resfriarse, pero compartir un espacio tan pequeño con la cantidad de adolescentes bañados en sus propios fluidos tampoco es una opción. Saca su toalla de su casillero y se cubre con ella mientras espera a que sus compañeros terminen de ducharse.
—YoonGi hyung —llama el menor.
El aludido busca el origen de la voz y da con JungKook. Se acerca a él y lo saluda de forma casual. A pesar de que siempre hablan en inglés entre ellos, al pelinegro le gusta usar el honorífico cuando se dirige a su amigo y a YoonGi no le molesta.
—Te va a dar neumonía si te quedas aquí.
—Estaré bien. Siempre espero a que desocupen las duchas —dice. El mayor asiente—. Hyung, ¿pasó algo el sábado en tu casa?
YoonGi lo mira, confundido. Espera a que detalle algo más, pero JungKook calla y no parece haber duda en sus ojos. En realidad, parece una afirmación en lugar de una pregunta.
—Qué no habrá pasado —responde, sonriendo—. ¿Por qué preguntas?
JungKook no quiere ser más específico porque, en realidad, no está seguro del motivo del desánimo de JiMin Park. Pero sabe que debe ser algo importante, porque él jamás faltaría un domingo y menos por una simple tos como le dijo por teléfono cuando su curiosidad fue más fuerte y se atrevió a llamarlo.
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Flor de Loto en Occidente ©
ФанфикKV┃emisión. ❝En un rincón de Queens, Nueva York, un barrio pequeño se prepara para recibir a sus nuevos residentes. JungKook y su familia llegan al continente americano, impulsados por la misión evangélica de su padre. Este cambio abre la puerta a u...