SLIP AWAY; bellamy blake

04. promesa rota

Octavia se precipitó hacia su hermano, con el rostro cargado de ira. Permanecí a un costado, cruzada de brazos con los ojos clavados en el terrestre. Tenía que pensar seriamente en mis opciones: ayudar a Octavia para que no lo lastimen, o lastimarlo y conseguir información. Sabía muy bien que los métodos de tortura podían funcionar tanto como podían fallar y no estaba muy segura de permitirlo, debía existir una manera más fácil de sacarle información a aquel hombre.

— Te dije que estuvo protegiéndome. No tenías que hacer esto — murmuró Octavia, viendo al terrestre atado de manos y pies, lo cual lo mantenía estático frente a los cien, su rostro magullado y sangrante.

— Esto no es por ti, hago esto por todos — intentó explicarle Bellamy —. Hice eso por Finn, por Jasper, por Diggs, por John, por Roma y por Sage — miró en mi dirección, sabiendo que yo también estaba en contra de sus decisiones.

Me pasé una mano por el rostro al oír mi nombre, suspirando con fastidio. No sabía que estaba pretendiendo Blake, pero no me agradaba.

— No fue él — Octavia excusó al terrestre, muy confiada.

— ¡No sabes eso! — le gritó al final, perdiendo la poca paciencia que tenía —. Necesitamos saber a quién enfrentamos, cuantos más hay y por qué están matándonos — se dio la vuelta y avanzó hasta el terrestre —. Y nos lo va a decir ahora.

Octavia intentó sujetarlo del brazo para detenerlo.

— Miller, sácala de aquí — Bellamy se liberó y le ordenó a uno de los cien que se la llevara.

Me acerqué dos pasos y alejé a Miller de ella con un empujón. Clavé la mirada en la espalda de Bellamy, esperando que cambiara de decisión, porque echar a su hermana de una situación como esa era demasiado, ella tenía el derecho de quedarse y de ser escuchada.

— No puedes simplemente echarla, no tienes tal derecho — espeté, manteniendo a Octavia a mi lado.

— ¿Siempre vas a cuestionar todo lo que hago? — se exasperó, girando a verme con las manos en las caderas.

— Si lo que haces es un sinsentido sí, por supuesto — alcé los hombros, manteniéndome firme en mi lugar —. Octavia se queda.

— ¡Octavia se va! — gritó nuevamente, acercándose varios pasos —. ¡Y tú también!

Solté una carcajada que lo desconcertó.

— Entiendo que quieras darle órdenes a tu hermana menor, pero conmigo ni lo intentes — negué con la cabeza, manteniendo una sonrisa —. Si yo quiero quedarme aquí, lo haré.

— Bien, puedes hacer lo que te plazca — endureció la expresión, ya harto —. Pero mi hermana se va.

Era extremadamente terco. Jamás cedería ante mis palabras, dijera lo que le dijera, así que voltee a Octavia y me acerque a su oído para susurrarle.