Kang Taehyun, un tiburón blanco que se ha presentado como enigma, decide mudarse a Hawaii con el fin de calmar sus serios problemas de conducta.
Sin embargo, lo que esperaba que fuera una experiencia terapéutica se transformó en un arma de doble fil...
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Quedarse a solas con Beomgyu en celo encerrado entre cuatro paredes es una experiencia más peligrosa de lo que habría esperado, pero no en el sentido violento de la palabra.
Su aroma lo estaba volviendo loco. Le hacía sentirse como el adolescente hormonal que nunca tuvo la oportunidad de ser debido al peso emocional de haber quedado huérfano a causa de un fatídico caso de violencia doméstica, además de que en primaria y secundaria era apartado y rechazado por ser un tiburón blanco, así que nunca pudo sentir atracción sexual por nadie ni fantasear al respecto.
Hasta ahora, claro.
Siendo Beomgyu su omega predestinado, lo que indicaba que sí había una gran posibilidad de cumplir sus fantasías con su debido consentimiento, solo ocasionaba que su imaginación volara más de lo que debía, y el propio Beomgyu no estaba ayudando en nada a calmar su inesperada perversión. Más bien todo lo contrario.
El omega se quedó dormido durante diez minutos después de que Jungwon se fuera. Luego, se despertó de repente con los ojos dorados y se abalanzó sobre él, dejándolo tirado en el suelo. Fue entonces cuando Beomgyu lo retuvo sentándose a horcajadas sobre sus caderas y se inclinó hacia delante para olfatearle el cuello.
Taehyun sabe que no es intencional. Hay veces en que un omega en celo no busca satisfacción sexual, y Beomgyu ha dejado más que claro que en esta ocasión solo quiere ser mimado y permanecer a su lado con la esperanza de aliviar los síntomas.
Sin embargo, tener su nariz rozando en un área tan sensible como el cuello, su trasero presionando involuntariamente en la entrepierna de Taehyun y haciendo que el alfa pudiera notar todo su peso y calor corporal gracias a la comprometedora posición le estaba dando un mensaje completamente erróneo al cuerpo de Taehyun, el cual parecía estar ajeno a su mente, pues por mucho que se autoconvenciera de que no era el momento adecuado para dejar volar su pecaminosa imaginación, tenía un prominente bulto en su entrepierna y sus dedos picaban por la necesidad de tocar a Beomgyu.
Con las mejillas ligeramente sonrojadas, Taehyun tragó saliva por quinta vez consecutiva al sentir de nuevo el aliento de su omega en la garganta, recibiendo también un escalofrío por todo el cuerpo debido al cosquilleo de esas suaves hebras castañas rozando su mandíbula.
El fino hilo que representaba su cordura estaba a punto de romperse, por lo que se mantuvo inmóvil, llegando a contener la respiración en varias ocasiones, como una presa que finge estar muerta con la esperanza de que su depredador la ignore.
Realizó una prueba de exposición intensiva para demostrar que ningún omega en celo le haría perder la razón. Incluso se le otorgó un certificado que lo acredita como alguien confiable en ese sentido. Sin embargo, el efecto de Beomgyu sobre él es tan abrumadoramente fuerte que comienza a cuestionar la veracidad de dicha certificación.
Se muere por arrancarle la ropa, pasar su lengua por todo su cuerpo perlado en sudor, descubrir de primera mano si los omegas tienen tanta sensibilidad como dicen, romper ese maldito collar de adiestramiento para poder dejar su propia marca encima de la del bastardo que lo maltrató, reclamando al fin lo que siempre fue suyo. Pero él es mejor que ese impulso tan primitivo.
