Camille
Después de intercambiar números, tuvimos que despedirnos porque comenzaría una de mis clases, en la que, si había asistido el profesor. Entré al aula, que estaba medio vacía, y me dirigí a mi lugar. Me recargué en la silla y me distraje viendo algunos videos mientras esperaba al profesor.
De repente, escuché un gran escándalo fuera del aula, el cual se intensificaba a medida que se acercaba. Supuse que eran mis compañeros y, cuando los vi entrar, no pude evitar rodar los ojos.
—¡Fiesta en la casa de Tiffany! —gritaron todos, emocionados.
Qué molestos eran.
—¡Todos están invitados! —anunció Tiffany con una sonrisa, la cual desapareció al instante cuando su mirada se posó en mí—. Menos tú, Smither.
—Ni me interesa ir a tu aburrida fiesta —respondí, regresando la mirada a mi teléfono. Podía sentir cómo me fulminaba con la mirada.
Tiffany se quedó callada, sin saber qué decir para contraatacar. Finalmente, se fue a su lugar, visiblemente molesta, seguida por su grupo.
—Buenos días, jóvenes —saludó el profesor con un semblante serio, colocando su maletín en el escritorio. Todos se apresuraron a ir a sus asientos, sacando libretas y bolígrafos.
La clase comenzó, y todos permanecieron en silencio, atentos a las indicaciones del profesor. De vez en cuando tomábamos algunos apuntes. Así transcurrió el resto de la clase y el día.
Cuando menos lo esperé, ya me encontraba guardando mis cosas para irme a casa. Sin prestar atención a mi alrededor, salí del aula en dirección a la puerta de la universidad.
—¿A dónde vas? —preguntó una voz a mis espaldas.
Intenté girar para ver de quién se trataba, pero se adelantó y me abrazó por los hombros.
—Emily... —murmuré con un toque de queja al verla.
—¿Qué? —respondió, divertida.
—Mi ropa se va a arrugar.
—Arrugada ya estaba.
La alejé un poco, mirándola con fingida molestia. Emily soltó una carcajada y me abrazó aún más fuerte.
—Vayamos a la feria hoy —propuso emocionada.
—No lo sé, tengo que preguntar y...
—Anda, vamos —insistió, haciendo un puchero.
Lo pensé por un momento antes de sonreír.
—Está bien —asentí—. Vayamos a la feria.
—¡Perfecto! —exclamó emocionada—. ¿Dónde nos veremos? ¿O prefieres que vayamos juntas?
—No tengo auto.
—¿Y quién habló de un auto? —inquirió, levantando una ceja—. Hay más maneras de llegar a la feria. Existe el autobús, por ejemplo.
—¿Dónde podríamos vernos?
Recordaba cómo era la feria hace diez años. Pero dudo que en todo ese tiempo no haya cambiado algo: tal vez los juegos, los precios o incluso la ubicación.
—En las taquillas. ¿Te acuerdas de dónde están? —preguntó burlonamente.
—Tal vez...
—Te mandaré la ubicación y una foto cuando esté allá, ¿de acuerdo? —dijo Emily, separándose de mí.
—De acuerdo. ¿No te irás a casa? —pregunté al verla quieta en su lugar.
—Esperaré a Dylan. Me voy con él, pero no ha salido aún.
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Un romance al estilo cliché
RomanceCamille Zabriskie tiene todo lo que cualquiera podría desear: belleza, inteligencia, y una fortuna que la rodea de lujos. Pero detrás de su apariencia impecable, se esconde una joven reservada y distante, que ha aprendido a mantener a todos a raya p...