—capitulo II: "¿Quien es el?"—
Con el alba apenas despuntando, Chifuyu emergió con premura del denso Bosque de Thalindor. Las hojas secas crujían bajo sus descuidados pasos, mientras el canto de los pájaros le ofrecía una grata compañía en su travesía. Cruzó la verja del porche con destreza, como lo hacía cada mañana al levantarse el sol, y se deslizó por la enredadera con una suavidad magistral, ascendiendo rápidamente hasta la pequeña ventana que daba a su habitación improvisada.
Por un instante, se detuvo a contemplar desde lo alto los vastos cultivos que su padre regaba con esmero al romper el día, justo al dar la sexta campanada. Aquellos campos, custodiados por una cerca de factura tosca, marcaban el límite entre su humilde morada y el profundo bosque que se extendía más allá.
Con una delicadeza propia del sigilo, empujó la ventana, encogiéndose ante el gemido de la única bisagra, ya consumida por el óxido. Se deslizó a través del estrecho vano, cayendo con agilidad sobre el montículo de paja y pieles que hacía las veces de cama. Los suaves rayos del sol, que ya comenzaban a filtrarse entre las nubes, se derramaban sobre la vasta estancia, acariciando con ternura el delicado rostro de su hermano menor, quien aún dormía plácidamente en su propio lecho de paja, dispuesto frente al suyo.
Sus facciones, aún marcadas por la suavidad de la juventud, reposaban en serena calma, como si su rostro disfrutara del tierno calor que acariciaba su piel, increíblemente tersa a pesar de los años. Chifuyu suspiró con alivio y elevó una silenciosa plegaria a la diosa Celestia, agradeciendo que su hermano poseyera un sueño tan profundo que, pese a sus ruidosas escapadas, continuara sumido en los brazos de Morfeo.
Con el corazón aún galopando en su pecho, se levantó del estrecho lecho de paja y, con cautela, gateó hasta el otro extremo de la habitación. Allí, empujó un cajón, apartándolo con sumo cuidado del pequeño peldaño levantado, y, seguro de que Manjiro aún dormía, ocultó en el hueco el bolso que usaba cada noche para escabullirse en el bosque.
Fue solo entonces cuando respiró hondo, muy hondo, antes de limpiar su rostro con un paño y, estirándose en su lugar, se dispuso a enfrentar un nuevo día.
Con el sigilo de una pantera, Chifuyu cambió su atuendo por uno más sencillo, digno de andar por casa, y descalzo, descendió con presteza la improvisada escalera de viejos troncos de roble. Tomó la canasta que siempre descansaba junto a la puerta principal y salió de la pequeña choza hacia el corazón del bosque. Se aventuró entre los árboles, deleitándose con el canto de los pájaros en aquella cálida mañana, y recogió las setas más grandes y hermosas, depositándolas con cuidado en su desgastada canasta, pensando en el almuerzo que prepararía más tarde.
Ese día, cuando las agujas del reloj marcaran la décima hora, Manjiro cumpliría diecisiete años, y Chifuyu deseaba sorprenderlo con la sopa de verduras que tanto le agradaba. No era el mejor cocinero, de eso no cabía duda, pero al menos por una vez al año, se esforzaba por reunir suficientes coronas para comprar una carne decente en el mercado y hacerle la mejor sopa de verduras a su hermano menor.
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El Amante Del Principe | BajiFuyu
Fantasy王┊❛❛En un reino donde la homosexualidad está prohibida, Keisuke I de Grimfort, príncipe de Eryndor y segundo en la línea de sucesión, debe contraer matrimonio para asegurar su derecho al trono. Sin embargo, una noche su vida cambia para siempre cuan...