capitulo 1

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Rojo: cómo el planeta Marte.

Ese era el color del blazer que usaba cada jueves en la clase de astronomía.

Era mi clase favorita, la mejor de todas.

Solía estudiar en la High School Course Guide. Ubicaba en fresno, California.

Conocida como una de las mejores preparatorias de todo el estado, o eso era lo que solían decir.

La verdad era que yo solo estaba aquí porque mamá quería, solía escoger cada sitio al que yo debía asistir y eso incluía la preparatoria. Convivir a diario con una mujer que no me soportaba, que no era capaz de siquiera preguntar, ¿cómo me había ido o como me sentía? Eso nunca pasaba, en realidad, eso nunca pasó.

Pero a mí eso no me importaba, me encantaba llevarle la contraria. Era  la forma en la que podía divertirme en casa.

Pero estar aquí, en un sitio lleno de un montón de personas caminando por los pasillos, murmurando cada cosa estúpida que se les ocurriera era tremendo dolor de cabeza. Ver a cada uno de los estudiantes con los que compartía clases a diario era sofocante, insoportable.

Ya los conocía muy bien, y a los que no simplemente los ignoraba, no tenían algo interesante para que yo pudiera descubrir.

Aunque muchas veces valía la pena ver sus rostros y descubrir lo que les asustaba o lo que no querían que los demás supieran.

Pero en medio de tantas cosas siempre había algo o mejor dicho, alguien que se adelantaba y eso me hervía la sangre ¿Se me olvidó decir lo competitiva que soy? Creo que sí.

Cada vez que alguien tomaba la delantera y hacía lo que yo no podía me ponía frenética, era algo de lo que jamás me sentí orgullosa, pero si era algo que disfrutaba mucho.

Y allí, en medio de tantos estudiantes y murmullos apareció él.

Maxi Kaufmann.

Con su actitud arrogante y altiva.

Lleno de un orgullo más grande que todo el planeta, se creía el dueño y señor de todo lo que lo rodeaba. El niño mimado y heredero de todo un imperio de hoteles y empresas que se encargaban de promover el motocross.

Por eso y otras cosas más muchos se sentían inferiores a él, típico de alguien egocéntrico.

Venia nada mas que con sus estúpidos lame botas, un par de niñatos que hacían lo que él quería.

La cara en alto, la mirada que tiene todo depredador cuando está casando. Muchas de las chicas se derretían o soltaban suspiros cuando lo veían pasar.

Tan patético.

Yo solo podía dedicarme a terminar de alistar mis cosas para largarme de aquí y poder disfrutar de todo el fin de semana con…

—Hey, Nora.

Esa voz, tan llena de alegría le pertenecía a Eris, mi mejor amiga o una de ellas. Era de cabello castaño con una sonrisa deslumbrante, ojos miel y cuerpo exuberante.

Se paró junto a mi, traía el cabello revuelto y el labial regado. Seguramente se estaba besuqueando con alguien, a su lado estaba Clara, mi otra amiga o eso era lo que ella solía decir. Era tan blanca como la porcelana, ojos verdes profundos, cabello amarillo y de rasgos muy finos.

—¿Vendrás mañana a la fiesta de Patrick?—esa pregunta vino de Clara, y Eris la miro con reproche.

—Sabemos que no es buen momento para que asistas a una fiesta y si no quieres ir lo vamos a entender.

Claro que no era buen momento, solo habían pasado dos meses desde que mi vida dio un giro, uno muy grande. Pero no era el momento de echarme a morir por algo que muchas veces pasaba y antes de que Eris siguiera con su charla sobre si debería ir o no, le respondí.

—Si iré — ambas me miraron. pensé que era momento de guardar el luto y disfrutar, guarde todas mis cosas y me enganche la mochila en el hombro mientras empezaba a recorrer el pasillo hacia la salida — nos vemos mañana.

Quizá ese era el momento de empezar de cero, de guardar nuevamente los pedazos rotos y sacar el ego y la soberbia que me representaba.

##

La casa se sentía ¿Sola? ¿Silenciosa? Era extraño, mamá solía hacer mucho ruido y hoy no había señales de ella, o por lo menos no en el vestíbulo.

Subí las escaleras hasta el segundo nivel, camine por el pasillo y observé cada foto en las paredes, una en especial me gustaba mucho. Éramos Axel, Alexa, papá y yo, todos felices, todos con los mismos ojos. Ese día fue el mejor de todos no solo porque habían venido a buscarme para ir a la casa de verano, sino porque ellos me hacían feliz.

Y a su lado otra foto en dónde solo estábamos Mama, Mara y yo. Mara, Mara.

Siempre tan egoísta, siempre tan antipática.

Teníamos el mismo todo de piel, bronceado. Y los rasgos eran poco similares, sus ojos eran cafés y los míos azules como los de papá.

Un ruido me hizo girar, al otro lado del pasillo estaba la habitación de mamá y de allí venían los ruidos. Me acerque lo más que pude.

—No le voy a decir nada, no vale la pena.

Estaba hablando con alguien, pero ¿Con quién?.

—Las cosas están mucho peor con Nora desde lo que pasó con su padre y hermana, no es momento para hacerle saber esto.

¿Qué mierdas era lo que no podía decirme?.

Abrí la puerta y allí estaba ella, de pie frente a la cama metiendo ropa en una maleta y con el teléfono en el oído. ¿Se iba? Obvio que se iba.

Su mirada me recorrió. Estaba pálida, hacia mucho no la veía así.

—Mara, cariño. Tengo que colgar, hablamos luego.

Y sin esperar respuesta colgó. Había algo raro en ella, tenia algo que no veía desde hace mucho.

—¿A si que te vas?— pregunte antes de que ella pudiera hablar — bueno, no se porque me sorprende si siempre haces lo mismo— no dijo nada, y eso era lo que más me molestaba — espero que a dónde sea que vayas tu estadía sea placentera.

No esperé una respuesta.

Salí lo más rápido que pude, baje las escaleras y salí de la casa. Lo último que necesitaba en ese momento era ver cómo se iba.

No quería verla salir para irse a otro sitio y dejarme aquí como era de costumbre.

Al final Axel tenía razón, todos en algún punto se cansan de mi y por eso se alejan.

Encuéntrame en la galaxia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora