capitulo 4

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La noche había llegado más rápido de lo habitual, incluso llegue a pensar que era un día diferente, pero no.

Después de hablar con Eris y pedirle disculpas por todo lo sucedido me dispuse a ayudarla con el aseo de la casa. Ella no merecía la forma en la que yo muchas veces la trataba.

Era injusto que yo descargará mi enojo con ella, realmente no lo merecía.

Pase el resto de la tarde durmiendo, y cuando por fin se dieron las ocho de la noche me levanté para arreglarme porque Eris y Clara vendrían por mi en dos horas.

Si, ya me había comprometido con ellas para ir a esa fiesta y no podía dejarlas tiradas con tremendo plan que habían organizado.

Me duche tomándome todo el tiempo del mundo bajo el agua. Necesitaba despejar mucho mi mente, necesitaba dejar de pensar un poco en todo lo que había pasado con mi madre porque eso me estaba provocando una crisis.

Solo quería olvidar el hecho de que ella se había ido y no sabía cuándo regresaba. Fui muy estúpida al irme y no hablar correctamente con ella.

Pero eso era algo que ya había pasado muchas veces y ella siempre regresaba después de un mes o dos de estar ausente, era costumbre dejarme sola sin importar lo que pudiera pasar.

Cuando por fin salí de la ducha me encamine hasta el cuarto y me dispuse a mirar un momento por la ventana, era uno de mis pasatiempo favorito.

Cuando era pequeña solía quedarme allí horas admirando los atardeceres, ese hermoso momento en el que varios colores se fusionaban para formar una hermosa e inolvidable vista, después ver cómo llegaba la noche y el cielo se adornaba con hermosos puntos brillantes… las estrellas, tan deslumbrantes y únicas. Eso siempre me encantó, incluso después de que la persona que me inspiro aquella pasión por eso tan lindo ya no estuviera.

Sueños.

Anhelos.

Deseos.

Un futuro lleno de una enorme galaxia para explorar. Más que un sueño era una promesa a mi padre, se lo había jurado hacia mucho tiempo y debía cumplirlo, por los dos, por cada momento de risas y bromas que pasamos juntos. Por ese sueño compartido que ambos teníamos y que él no logro cumplir, pero yo si lo haría, por él, por mí y por todas las personas que anhelaban una libertad infinita.

Era algo que ya estaba muy dentro de mi y que nadie iba a lograr sacar nunca.

Luego de un rato me vestí. Opte por una falda de pliegues color beige con un suéter ajustado de color negro, este tenía un escote en la parte de la espalda que dejaba al descubierto un tatuaje que me había hecho a los dieciséis años… iniciaba en la nuca y terminaba un poco más abajo de la cadera. Unas botas negras altas por las rodillas para combinar.

El cabello con unas cuantas ondas me caía en la espalda y el flequillo… bendito flequillo, ya se acercaba el momento de cortarlo nuevamente. Me hice un maquillaje sencillo y usé un gloss que era de impacto… no es cierto, era muy natural.

Tomé una pequeña bolsa de mano color negro que me había regalado Axel hace un año.

Axel.

Debía llamarlo. Pero eso sería después.

En la bolsa guarde el celular, las llaves de la casa, algo de maquillaje para hacerme un retoque luego, dinero y un par de toallas y tampones. Digo, que alguna de nosotras podría necesitarlo, o alguna otra chica.

Salí de la habitación y baje las escaleras par llegar hasta la sala, observé un momento el lugar y de inmediato sentí un vacío porque si estuviera mama allí, ya estaría peleando conmigo porque me iba de fiesta.

Se sentía un poco extraño.

Aislé esos pensamientos y salí de la casa.

Afuera estaba clara en su bonito coche rojo sexy, si… era un rojo muy sexy, Eris estaba en la parte de atrás con  ¿Un chico?.

Se me hacía extraño verla con chicos cuando ya estaba acostumbrada a verla solo con chicas.

Me subí en el asiento del copiloto y pude observar muy bien a Clara. Llevaba un vestido azul tan oscuro como su alma, el cabello suelto le llegaba a los hombros, no tenía maquillaje porque no le hacía falta.

Tenía unos tacones  negros que brillaban, Se veía fantástica.

Eris, bueno… a Eris no logré verla bien porque estaba muy concentrada succionándo le el alma al pobre chico por la boca.

En fin, un trío de inadaptadas se iban a divertir esa noche.

##

Pensé que la fiesta sería algo relajado, intimo.

Pero no.

La entrada de la casa de Patrick estaba abarrotada de personas que estaban más ebrios de lo normal, y eso que apenas comenzaba la noche.

Nos bajamos del auto y caminamos por el sendero que daba a la puerta principal. Las personas nos miraban como si fuéramos diferentes a ellos, eso realmente no me importaba.

Seguí mi camino hasta entrar a la casa que también estaba abarrotada a más no poder, las personas iban y venían con botellas en mano, gritando y algunos estaban a nada de tener sexo en los muebles.

Que asco.

Pero que más da, nada bueno se puede esperar de Patrick y sus fiestas.

Eris y Clara al igual que yo miraban todo con asco, pero era cuestión de unos momentos para que las dos salieran corriendo a emborracharse y olvidarse de su propia existencia.

—Creo que no es lo que esperaba — dijo Clara.

—Pero nos adaptamos rápido —siguió Eris—  no es la gran fiesta.

Uno.

Dos.

Tres.

—Pero vinimos a divertirnos y la noche recién comienza— Clara tenía la cara iluminada y eso solo significaba una cosa — esta nena de acá se va a conseguir un poquito de polvito de hadas para alegrar la noche.

Y se fue, no miro hacia atrás ni siquiera cuando Eris casi la tumba por ir detrás de ella. Esas eran mis amigas, inadaptadas, desquiciadas, divertidas, fieles y grandes compañeras.

Las seguí con la mirada hasta que desaparecieron entre la multitud.

Por mi parte, me encamine hasta la cocina en busca de algo de bebida solo para mí, porque estaba más que segura que a ese par no las volvería a ver hasta que llegara la hora de irnos.

Encontré una botella de whisky y la tomé antes de que alguien más se me adelantará, tome un vaso y salí de la cocina.

La música me retumbaba en los oídos, todos bailaban o más bien hacían unos movimientos locos que solo ellos entendían.

Clara tenía razón.

La noche recién comenzaba.

Y yo ya quería irme, solo que no podía hacerlo sin ellas porque yo sería quien iba a conducir.

Salí de la casa por la puerta trasera, la zona de la piscina estaba casi vacía y eso era bueno. Camine por el patio y me senté en el pasto cerca de los árboles.

Desde allí tenía una gran vista a toda la casa y a todos allí.

Estaban disfrutando mucho, y yo estaba allí… sin poder concentrarme en la diversión.

Tomé un sorbo de la botella de whisky, me ardió la garganta por el licor que bajaba a través de ella.

El vaso lo tire al piso y me concentre tanto en esa botella que no percate de la persona que me observava a la distancia.

Me iba a arruinar la noche, de eso estaba segura.

  

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