capitulo 3

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Toda la vida había creído que yo era más arrogante que cualquier persona, pero me equivoqué.

El ser más arrogante que podía existir estaba parado justo a mi lado, con su mera presencia llenaba todo el espacio.

Su perfume impregnada cada centímetro del ascensor, tenía la mirada perdida y no paraba de tomar de la botella que reposaba en su mano.

Parecía un ser de otro planeta.

Quizá en otra situación le hubiera preguntado qué mierdas hacía en esa fiesta, porque hasta donde tenía entendido él y Mathew no se llevaban bien, aunque probablemente en este tipo de situaciones esas cosas quedaban en el pasado.

Lo mire varias veces de reojo, añorando que el puto ascensor llegará a planta baja y salir de ahí. Me estaba sofocando, asfixiando, el aire era algo que no podía sentir en ese momento.

No sé si era por lo que acababa de suceder o por el simple hecho de compartir espacio con un ser tan insoportable como lo era Maxi.

Deseaba estar al aire libre o mejor aún, flotando dentro de una cápsula en medio del espacio y desaparecer por completo.

Si, yo deseaba desaparecer y no volver.

Quería, añoraba estar sola y feliz, sin complicaciones y sin nadie que estuviera rondando a mi alrededor.

El sonido del ascensor me trajo de vuelta a la realidad, estaba en el primer nivel y justo cuando las puertas se abrieron y logré dar dos pasos él habló:

—Fue muy interesante.

Su voz, tenía un tono dulce y a la vez seductor. Parecía el tono perfecto para que cualquier chica cayera a sus pies.

Cualquiera.

Pero no una engreída como yo.

—Mathew es un imbécil, no entiendo que le ves… es un completo imbécil.

¿Qué? ¿En serio había dicho eso?. Oírlo de su boca me parecía absurdo.

Porque siempre solía escuchar a muchas chicas hablar sobre lo imbécil que podía llegar a ser él con ellas, lo que era capaz de hacerles cuando una de ellas lo rechazaba.

Que me dijera eso me parecía la cosa más estúpida del mundo.

Lo ignore, seguí caminando porque lo único que deseaba por primera vez en la vida era llegar a mi casa y olvidarme de todo por un buen rato.

Pero cuando iba por la mitad del vestíbulo del edificio escuché sus pasos seguidos de su voz.

—Me parece que te verías mejor estando sola.

—Y a mi me parece que deberías cerrar la boca.

No pude evitar decir aquello, mi día era lo suficientemente complicado como para estar escuchando a un imbécil como él.

Quizá si viniera de otra persona lo aceptaría, pero no de un patán como él.

—Si que eres ruda, eso es excitante.

Me voltee.

Lo mire entre sorprendida y perpleja ¿Quién mierdas se creía él para venir a decir eso?.

—¿Si te estás escuchando?— pregunte mientras me acercaba — eres un maldito imbécil ¿Lo sabías?.

—Claro — su tono era más relajado, pero igual se notaba la arrogancia. Sus ojos se veían cada vez más oscuros — esa es mi especialidad.

Encuéntrame en la galaxia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora