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-' JODEEEER!'- maldije en mi mente antes de tomar un cuchillo y perforar una y otra, y otra y otra y otra vez el craneo de un niño caminante.

-' maldita sea! Joder! No debí haber bajado la guardia! '- pensé frenético mientras rápidamente me agachaba para rasgar la pierna del pantalón que tenía las marcas de la moradedura y por las cueles se filtraba sangre.

Al quitar la tela vi mi carne con las marcas de mordedura, me habían arrancado un trozo....he sido infectado.

-'no.......no puede ser......'- pensé entrando en pánico y con mi corazón acelerando a mil por segundo. Había bajado la guardia en el jodido apocalipsis.

-' Seré estúpido!'- maldije una vez más y con la adrenalina aún en sangre saqué mi cuchillo de combate, mordí la bufanda, sujeté la pierna justo por encima de la mordida y hundí la hoja en mi carne.

El dolor fue indescriptible, como si una llama incandescente se propagara desde la herida hasta cada rincón de mi cuerpo.
Cerré los ojos, intentando bloquear el sufrimiento y mordí la bufanda con intensidad mientras aguantaba las ganas de soltar un grito de dolor.

Sentí la hoja cortando músculos y tendones, la resistencia de la carne cediendo bajo la presión y con cada movimiento del cuchillo el dolor se volvía agonizante e insoportable.

Podía aguantar el dolor y la extracción de una bala de mi cuerpo de forma manual, pero amputarse una pierna era jodidamente más doloroso.

Un sollozo escapó de mis labios, reverberando por los corredores de libros. La sangre salía a borbotones, caliente y pegajosa, empapando el suelo.

Con cada balanceo del cuchillo, el dolor parecía aumentar, una ola imparable de sufrimiento. Pero tenía que seguir.

Tenía que  sobrevivir.

No podía convertirme en uno de esos monstruos y balbucear sin sentido hasta que el grupo venga y pongan fin a mí sufrimiento.

Finalmente, tras un dolor que era absurdo, llegué al hueso.

La dureza del fémur se convirtió en un obstáculo casi insuperable. Apreté los dientes y, con todas mis fuerzas, empecé a golpear la hoja contra el hueso. Los golpes resonaban en la silenciosa biblioteca, cada uno un recordatorio de la vida que estaba luchando por mantener.

-'AAAAAAAHHHHHH!!!'- grité de dolor en mi mente para luego alzar mi brazo para luego golpear la punta del cuchillo que sobresalía. Y el hueso finalmente se rompió con un crujido que me heló la sangre.

Mordí fuertemente la bufanda hasta que la sangre salió de mi boca y solté un sonido desgarrador apocado por el regalo de Carol.

Pero el dolor era tan intenso que no podía contenerme y unas lágrimas salieron de mis ojos y di varios puñetazos al suelo.

Con un último esfuerzo, logré cortar la pierna por completo.

Me derrumbé hacia atrás, respirando con dificultad, el dolor todavía ardiendo pero la amenaza de la infección zombi fue erradicada.

El suelo estaba empapado de sangre, y mi visión empezaba a nublarse. Pero había sobrevivido. Al menos por ahora. Me até un torniquete alrededor del muslo, mis manos temblando, apenas capaces de cumplir la tarea. Luego de eso saqué un botiquín de mi mochila y empecé a curar la herida, para luego vendarlo y pincharme morfina.

Tenía que salir de allí. La biblioteca, con su silencio sepulcral, ya no era un refugio. Pero había perdido mucha sangre y era un suicido caminar empapado en sangre por las calles.

-' Vaya mierda jajaja '- reí débilmente al ver mi sangre en el piso. En este estado no podía llegar muy lejos.

Debía buscar un lugar seguro y esperar a recuperarme o a que el virus o el desangrado me mate. O hasta que vengan a buscarme.

Yo en The Walking Dead Donde viven las historias. Descúbrelo ahora