Uncharted Waters

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Te encontrabas contemplando la puesta de sol desde los embarcaderos de roca, con una linterna en una mano y un cubo en la otra. Estabas buscando mejillones.

"Una mañana de verano, caminé con cuidado por los muros de Wapping, donde me encontré con un marinero alegre que conversaba con una muchacha que parecía sufrir y que le decía 'William, cuando te vayas temo que no volverás nunca más'" cantabas mientras trabajabas.

Era una canción marinera antigua que te había enseñado tu abuela. La cantabas juntos mientras bailabais en la sala de estar. Ella te dejaba pararte sobre sus pies hasta que aprendieras los pasos.

Querías llevar a Jenny a pescar cangrejos mañana. Tú también lo habías hecho cuando eras niño y recordabas que disfrutabas cada segundo de ello. Querías compartir esa alegría con ella.

Si tenías prisa, siempre podías usar un trozo de pollo crudo o salchicha como cebo, pero un mejillón o una almeja recién abiertos funcionaban mejor. El olor se extendía más y los cangrejos acudían corriendo.

Hasta ahora has conseguido una buena pesca, pero todas eran bastante pequeñas. Estabas segura de que tenía que haber mejillones más grandes más abajo en el embarcadero, pero la marea estaba subiendo y el agua hacía que las rocas estuvieran resbaladizas.

Decidiste arriesgarte. Jenny y Nick estaban bebiendo en el porche trasero y seguro que te verían si te caías. Después de reírse un buen rato a tu costa, te sacaran del agua. Probablemente. Te quitaste las chanclas, las dejaste sobre la última roca seca y diste un paso hacia el agua.

Te estremeciste. Era la primera vez que ponías un pie en el agua en años. Tenías pensado ir a nadar hoy, pero terminaste tumbado con Jenny todo el día. Los pensamientos homosexuales pueden ser terriblemente distractores.

En esta situación, el mejor aliado fue pisar con cuidado. No saltaste de una roca a otra como lo hacías antes, sino que apoyaste el pie en el suelo, pusiste algo de peso sobre él de forma experimental, listo para agarrarte si estaba resbaladizo o inestable, antes de dar el siguiente paso.

Estabas hasta las rodillas en el agua, con unos cuantos mejillones más por tus molestias, cuando escuchaste algo más allá en el embarcadero.

"Cupido me ha atravesado el corazón. Desdeño todo el oro brillante. No hay nada que pueda consolarme, salvo mi alegre y audaz marinero", cantó una mujer en respuesta.

Era el estribillo de la canción que habías estado tarareando para ti mismo. Su voz era hermosa pero extraña. Podías sentirla resonando en tu pecho.

Apuntó con la linterna en dirección a la canción, pero no vio a nadie más en el embarcadero aparte de usted. Entonces, algo empezó a elevarse desde la superficie del océano.

Primero una cabeza, luego hombros, luego torso, pero sin piernas, como si no pudiera colocarlas debajo de ella. Lo cual no podía hacer porque no tenía piernas. Era la sirena de la otra noche.

Debes haber recolectado mejillones durante tanto tiempo que el recuerdo invadió tu mente. La sirena te sonrió. La luz de la linterna iluminó todos sus dientes enormes, afilados y blancos. Sus ojos, cejas y pecas brillaron por sí solos.

"Estabas cantando para mí", suspiró feliz, casi soñadora.

Despierta, te dijiste a ti mismo, pellizcándote el muslo con fuerza.

"Pero no pareces feliz de verme" añadió antes de hacer pucheros. No creías que los labios de pez fueran capaces de hacer pucheros. Por otra parte, tampoco creías que fueran capaces de besar.

"Lo siento" dijiste automáticamente. Algo te decía que no querías molestarla. Podrían ser tus instintos. Podría ser tu pánico gay. No podías negar que ella era bonita de una manera extraña. "Sólo pensé... pensé que eras un producto de mi imaginación"

Sinking Woman || ¡YandereF! Siren X LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora