Capítulo 14: Yo soy Terry Graham

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Terry comenzó a ver a Candy en sus noches de tristeza y remordimientos. El dolor era algo con lo que no podía lidiar. Sabía muy bien que él no era la persona correcta para ayudar ni apoyar a Susana, la situación lo tenía sobrepasado, huir era su única opción, así se sintiera un cobarde. Los días de Terry se convirtieron en oscuros y llenos de culpa, por no poder ser el hombre que Candy merecía y no poder cumplirle a Susana la promesa de estar a su lado, a las dos las había defraudado, sentía.

Una noche sentado en la estación de tren, pensaba en huir, se montaría al primero que fuera a salir sin destino Pero lejos. Cuando llegó a comprar un boleto en dirección a Texas, vio el tren rumbo a Chicago y una ansiedad le llegó, movido por el deseo y un anhelo más grande que él se dirigió a la venta de los boletos de Chicago, pero ya era tarde, la taquilla había cerrado y el tren partía en cinco minutos. No importaron los ruego de Terry para venderle un boleto, así fuera en el vagón de la carga, pedía; no valieron sus exigencias de ser el gran Terry Graham. De hecho, no le creyeron.

_ ¿Joven tiene que viajar?_ Tome mi boleto, desafortunadamente no podré ir, debo cuidar de mí esposa que pronto dará a luz._ Dijo una voz a sus espaldas. Terry volteó y vio un hombre muy bien abrigado con bufanda, gabardina y sombrero tras él. El hombre con unos finos guantes de cuero le extendió el boleto de primera clase. Terry aún mareado por su estado de alcoholismo lo tomó con algo de duda, era un pasaje de primera clase y a pesar de estar dispuesto a pagar el costo, su dinero era poco, muy poco de hecho. Terry procedió a tomar su billetera, y tratando de recordar pensaba que la voz que se le hacía conocida. Sacó unos billetes arrugados, ni siquiera sabía cuánto tenía.

_ ¿Cuánto cuesta?_ Terry se imaginó que el hombre le cobraría un costo más elevado del que valía en verdad, y no le alcanzaría y se negaría a vendérselo.

_No joven, tome, es un obsequio. Vaya, el tren está haciendo su último llamado._ Dijo el hombre y el tren comenzó a silbar estaba a punto de arrancar. Terry tomó el boleto y mientras le agradeció, corrió para no perderlo.

Al subir  el tren comenzaba su marcha, volteó y miró tras de sí al hombre que levantaba su sombrero en señal de despedida y la luz de lámparas iluminó su rostro viendo Terry que era el hombre que conoció en el hospital de Chicago y luego en las afueras del teatro. Recordó cómo Robert le llegó a decir que porque salía a ensayar en las afueras del teatro en aquella banqueta, Terry no entendía, porque Robert le decía que lo veía hablar solo. Pero el castaño le aseguro que él estaba con un amigo el cual le daba paz.

Viendo el rostro del hombre que le dio el boleto y lo despedía, pensaba en los cuestionamientos de su jefe y maestro. Sacudió su cabeza, era imposible que fuera la misma persona. Pensaba.

_Señor su boleto por favor._ Dijo el empleado del tren, pensando que tal vez era un polizonte. Terry minorando extendió su mano y lo entregó.

_¿Usted ve a ese hombre?_ Terry señaló hacía la estación, pero ya estaba casi vacío con unas pocas personas y no habían señales de aquel hombre que Terry decía ver.

_ ¿Quién señor?_ Dijo el empleado intentando mirar a todos lados.

_ No importa._ Terry sacudió su cabeza y se adentro. Llegando a un camarote privado se adentro y recostándose se durmió, estaba tan ebrio que todo le daba vueltas, y estaba confundido.

_ No puede ser la misma persona, sería demasiada casualidad._ Se dijo cerrando sus ojos con la imagen de su amada pecosa en la cabeza.

_ ¡Candy!_ Dijo en un susurró cerrando los ojos. Vio a aquel hombre con su pecosa en el teatro, y una mujer muy bella y parecida a Candy algo más madura. Sabía que era su Candy aunque muy bien vestida y hermosamente peinada, pero su sonrisa y viveza era la misma, era ella, era su pecosa en el teatro, feliz. Y quedó perplejo al ver que ella llamaba a ese hombre que había visto en varias ocasiones papá. Sabía que era él, pero se veía más mayor, parecía ser socio de Robert; y la bella mujer era la madre de su amada.

Karma: Ruleta del bien y el malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora