Un día particularmente frío, Rosetta, la joven rubia platinada, salió apresuradamente de su hogar con solo un ligero abrigo de piel blanca y un fino vestido rosa que se ajustaba a su figura curvilínea. La puerta se había quedado abierta, y su conejito, Nube, había escapado al exterior, atrapando a Rosetta en una desesperada búsqueda.
Al ver a la joven descalza en la nieve, con sus pies enrojecidos por el frío, Thomas Shelby no pudo evitar intervenir. La observó mientras corría de un lado a otro, buscando a su pequeño conejito. Sin pensarlo dos veces, se acercó rápidamente, envolviéndola con un solo brazo y con una habilidad sorprendente, Thomas la levantó con un solo brazo, manteniéndola cerca de su cuerpo para protegerla del frío. Rosetta se aferró a él, temblando mientras su piel pálida contrastaba con el abrigo oscuro de Thomas. Sus pies descalzos estaban enrojecidos por el frío, y su rostro mostraba una mezcla de alivio y vergüenza.
—“¿Qué demonios haces, pequeña?”— preguntó Thomas, su voz áspera pero con un tono de preocupación que rara vez mostraba. —”No deberías estar aquí afuera en este estado.”—.
Rosetta, con los ojos llenos de lágrimas y una expresión de sorpresa, miró a Thomas. Aunque sus labios estaban azules por el frío, la mirada en sus ojos era de una mezcla de gratitud y timidez. —”Mi conejito... se escapó,”— balbuceó, su voz temblando mientras el frío y la preocupación la envolvían.
Rosetta, con su rostro ruborizado y ojos brillando con lágrimas de gratitud, se acurrucó contra él. El calor de su cuerpo le ofrecía un respiro en medio del frío brutal. Mientras la sostenía, Thomas no pudo evitar observar la elegancia de su figura, la forma en que su vestido se adaptaba a su curvilínea figura, y la sensación de su piel contra la suya. Había una vulnerabilidad en ella que lo fascinaba aún más.
Thomas la cargó con facilidad, notando cómo sus pies desnudos estaban casi congelados. Mientras la llevaba de vuelta a su casa, él trató de calmarla con palabras suaves, a pesar de su actitud usualmente dura. —“Lo encontraré. No te preocupes.”—
En el interior de la casa Swan, cuando Thomas entró con Rosetta en brazos, sus padres estaban ocupados buscando a Nube. Al ver a su hija en los brazos de un hombre tan imponente, su madre, Liliana Swan, mostró una mezcla de sorpresa y gratitud.
— “Gracias, Señor Shelby,”— dijo Hadrian Swan, el padre de Rosetta, con un tono de aprecio y respeto.
Thomas asintió con una sonrisa apenas visible. —“No es nada. Solo cuiden de ella.”—
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Peaky Blinders - RD (Flash Baks)
RandomFragmentos de memorias de mi RD peaky Blinders.