Capítulo 28

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—Zaya, despierta, tienes que comer... —Alessandro le habló con suavidad para no asustarla.

Después de varios intentos, finalmente abrió los ojos.

—¿En... dónde... estamos? —habló con dificultad.

—En la cabaña. Tranquila. Todo está bien.

—Me duele la cabeza...

—Has dormido por más de 7 horas y no has comido nada. Ven, te ayudaré a sentarte.

Una vez sentada y recargada en el respaldo de la cama, Alessandro le acercó una cuchara a los labios.

—Yo puedo sola, gracias.

—Está bien —le entregó el plato con sopa. Alessandro la había preparado antes de intentar despertarla.

Una vez que terminó, le devolvió el plato a Alessandro. Se iba a recostar nuevamente, pero el dolor se lo impidió; hizo una mueca que enseguida la delató.

—Déjame ayudarte.

Sabía que no tenía caso negarse. Y también sabía que ahora estaba a merced de Alessandro y sus cuidados. No quería deberle nada, pero después de todo aquello, sabía que ya le debía su vida.

Cráter ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora