Capítulo 22

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La conversación tomó un rumbo totalmente diferente a como Alessandro había esperado. Salieron a relucir las diferencias y el conflicto. Todo se descontroló y la conversación madura que había iniciado en buenos términos se transformó en una discusión a altas voces por el pasado.

El cráter de la herida que Zayara y Alessandro compartían estaba siendo, poco a poco, descubierto.

—¡¿Por qué, Zayara?! —la agarró por los hombros y la sacudió sin llegar a lastimarla—. ¿¡Jodidamente por qué si yo te amaba!? ¿¡no pensaste en el gran dolor que me causarías al alejarte de mí!? —su rostro reflejaba todo el sufrimiento que había ocultado por años.

—¿¡Qué si no lo pensé!? ¡No sabes todo lo que sufrí después de eso! ¡Yo sabía que te lastimaría, pero que no tardarías mucho en superarlo! ¡Yo sabía que ella estaba esperándote, que ella sanaría tu corazón! Y que me odiarías, sentirías desprecio por mí... ¿¡Y sabes qué es lo que más me dolía!? Que nunca entenderías que todo lo había hecho por ti.

—No sabes lo que dices.

—¡Es porque tú no puedes entenderlo! —las lágrimas comenzaban a derramarse sobre su rostro, pero no las limpiaría. No le importaba si se mostraba débil ante él, ya no tenía nada que perder—. Dime, ¿a qué has venido? ¿a vengarte de mí? ¿a reprocharme un dolor que ya no sientes? ¿no te das cuenta que me lastimas? —el reconocimiento llegó al rostro de Alessandro, no se había dado cuenta que continuaba tomándola por los hombros sin dejar de apretar su agarre. La soltó al instante.

—Discúlpame, no era mi inten...

—No me refería a lo físico. Los golpes no pueden herirme más de lo que las palabras lo hacen —se abrazó a sí misma.

Alessandro sintió un extraño impulso de rodearla con sus brazos, de hacerla sentir protegida, pero ¿de quién? ¿de él?

Sus impulsos no podían traicionarlo, no en este momento. ¿Qué podía hacer? Si por más que lo intentara nunca podría llegar a odiar completamente a esa chica que tenía frente a él.

—Deberías saber que no er...

—Que no era tu intención lastimarme. Lo sé. No tienes que preocuparte en pedirme una disculpa —suspiró.

¿Por qué tenía que ser así? ¿Tan débil? Alessandro no soportaba cuando era así. Por más daño que las personas le hicieran, ella nunca lo haría notar, ni se lo reprocharía a nadie. ¿Por qué Zayara permitía que la hirieran sin decir nada?

De repente, ya no sabía qué decir.

—La lluvia puede volverse constante en cualquier momento —Zayara extendió una de sus manos para sentir las gotas en su palma.

—Sí. Pero hay una conversación que debemos terminar.

—Estoy de acuerdo. Continúa.

Alessandro se pasó la mano por el cabello, sentía que había perdido el hilo de la conversación. —Creo que... Ya no tiene caso.

—Claro que lo tiene. Has venido hasta aquí para cerrar un ciclo, y es justo que lo hagas. De lo contrario no podrás dejar de mirar al pasado. —Zayara se sentó en el suelo y abrazó sus rodillas. —Adelante, di lo que tengas que decir.

Lo dijo como alguien que ya está acostumbrada a recibir las peores actitudes de los demás, como si no le importaran, como si estuviera tan quebrada que ya nada de lo que dijeran o hicieran pudiese dañarla más de lo que ya lo habían hecho.

—¡Ese es el problema! Ya no sé qué más puedo decir. Esto fue un error...

—Por supuesto, yo fui el error.

—No me refería a eso, me refería al error de haber venido hasta aquí. ¿Qué cambiaría con venir y gritarte lo que me dolió hace años?

—No lo sé, probablemente expresarías lo que sientes y podrías vivir con ello, sabiendo que has dicho todo lo que querías decir.

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