Capítulo 9

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Se dirigieron hacia el lugar en donde podrían encontrar al comerciante de fósiles con ayuda de un habitante del lugar. Recorrieron caminos de tierra en un Jeep Wrangler hasta arribar en el hogar del cazador de fósiles. Alessandro le explicó en árabe que necesitaban de su ayuda para seguir adelante con una importante investigación acerca de un dinosaurio que anteriormente él había desenterrado, no completamente, pero sí había encontrado la mayor parte del esqueleto. El marroquí en un principio se negó, puesto que exportar fósiles fuera de Marruecos era de alguna manera ilegal y no quería meterse en problemas. Después de decirle que lo único que querían era que los llevara al lugar en donde había desenterrado los huesos que le había vendido hacía un tiempo, el hombre le dijo que sí. Y finalmente accedió a guiarlos a aquel lugar.

Después de una hora de carretera, gran parte sin asfaltar y una caminata de 30 minutos ladera arriba llegaron al agujero de donde habían extraído los fósiles.

—¡Mira esto! —habló Zayara emocionada, dirigiéndose a Alessandro. Le mostró un pedazo de hueso que había encontrado mientras revisaba la tierra en la que estaba. Por un momento olvidó que debía evitar hablarle, pero aquello era impresionante y no podía contenerse.

Alessandro se acercó a ella y tomó lo que estaba en su mano.

—Es lo que creo que es, ¿verdad? —le dijo Zayara con un brillo en los ojos.

—Sí, lo es. ¡Muchachos! ¡Vengan! —todos se acercaron para ver qué ocurría. —Zayara ha encontrado un fragmento de diente del Spinosaurus. Es probable que si excavamos encontremos más.

—Pues a trabajar se ha dicho —habló Joseph con gran entusiasmo.

—Los chicos excavarán mientras nosotras tamizamos la tierra —aportó Dunia.

—Es una buena manera de dividir el trabajo —acotó Alessandro.

—Yo caracterizaré la roca y el paisaje para ver cuándo y cómo vivió el Spinosaurus —dijo Zayara.

—Carl se encargará de eso —Alessandro se dirigió a ella.

—Yo puedo excavar, que Zaya haga el estudio —habló Carl.

—Eres más confiable para los datos —afirmó Alessandro.

—¿Disculpa? —Zayara estaba empezando a enojarse. —¿Estás diciendo que no soy lo suficientemente competente para encargarme de ello?

—No estoy diciendo nada —le respondió Alessandro con vehemencia. —Ahora, comencemos con esto. Nos llevará varios días terminar de revisar la tierra.

Todos comenzaron con su labor. Todos excepto Zayara, quien se cruzó de brazos y se aproximó a Alessandro para enfrentarlo.

—¿Y qué es lo que haré yo?

—Puedes sentarte y esperar a que nosotros terminemos con esto. No puedes manejar una pala, te romperías las uñas y yo sé que no quieres eso.

—¿Qué es lo que pretendes, Alessandro?

—¿Desde cuándo te diriges a mí por mi nombre?

—Respóndeme.

—No pretendo nada. Y ahora, si me disculpas, tengo trabajo que hacer.

Zayara estaba indignada por la actitud que había adquirido Alessandro. ¿Cómo se atrevía a decir que ella no podía manejar una pala por miedo a romperse una uña? Ni siquiera tenía las uñas largas o cuidadas. Trabajar en un laboratorio no permite ese tipo de cosas. Quizá sólo la estaba provocando o retando. No quería caer en su juego, pero tampoco podía quedarse mirando sin hacer nada. Todos ya tenían sus tareas asignadas y no había nada que ella pudiera hacer además de excavar con la pala. Se dirigió hacia donde estaba una de ellas y comenzó con el trabajo.

Cráter ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora