Capítulo 30

17 4 8
                                    

—¿Cómo te sientes? —Alessandro se acercó rápidamente a la cama cuando notó que Zayara comenzaba a despertar.

—Adolorida.

—¿Necesitas algo?

—Mi móvil. Tengo que hablar con Carl.

Sin ganas, Alessandro le pasó el móvil. No quería que hablara con Carl, y menos en ese momento, cuando tenía algo importante que decirle. Salió de la habitación. Se sentó en uno de los sillones de la sala de espera y se cubrió la cara con ambas manos. No sabía lo que le pasaba, de repente comenzó a sentir que odiaba a Zayara más que nunca, pero al mismo tiempo la amaba como a nadie. Quería hacerla pagar por todo el dolor que le había causado en el pasado, pero también, aunado a eso, quería estar ahí para ser quien sanara las heridas que él mismo causó.

Era una estupidez. Lo sabía. Tenía que hacer algo para aclarar sus pensamientos; sus sentimientos eran un caos que sólo sus pensamientos podrían ordenar, aunque fuera un poco.

Después de lo que pareció un largo tiempo, Alessandro volvió a la habitación. Observó a Zayara, quien se encontraba mirando un punto fijo en la ventana.

—¿Estás bien? —Alessandro preguntó con suavidad.

—Carl tomará el siguiente vuelo. —Zayara se limitó a responder.

—¿Le contaste?

—Tenía que hacerlo. Tiene derecho a saberlo.

—¿Lo quieres? —se aventuró a preguntar.

—Mucho más de lo que te imaginas.

—Y... ¿Qué es lo que sientes por mí?

—¿Por qué quieres saberlo?

—Necesito estar seguro de algo.

—¿De qué? ¿De que aún siento algo por ti? ¿De qué aún tienes una oportunidad para hacerme daño? No. No voy a caer en tu juego.

Alessandro se sentó en la cama y le acarició la mejilla con ternura. Zayara se alejó de su contacto.

—Todo fue por Lisa ¿verdad? Sentías celos de ella. Por eso me terminaste.

—No quiero hablar del tema.

—¿Por qué no me dijiste nada en ese entonces? ¿Por qué sólo actuaste sin pensar?

—Lo pensé muchísimas veces. Y todo siempre acababa en Lisa y tú.

—Debiste habérmelo dicho.

—¿Habría cambiado algo?

—¡Por favor, Zayara! ¿Por qué siempre actúas como si supieras lo que todos pensamos? Si tan sólo me hubieras escuchado hace tiempo... Las cosas serían muy distintas para ambos. ¡Te había comprado un anillo de compromiso!

—No voy a caer en tu juego. Te lo repito. —Zayara trató de permanecer impasible y no mostrar ninguna expresión.

—No es ningún juego ¡Es la jodida verdad! ¿Te das cuenta de por qué me dolió tanto que te alejaras de mí? ¡Yo te amaba, maldición!

—¿¡Y crees que a mí no me dolió!? Aunque sea por un maldito segundo ponte en mi lugar ¿Qué habrías hecho tú si Carl estuviera todo el tiempo conmigo en ese entonces?

—¡No lo sé!

—¿Entonces? ¿Por qué no puedes tratar de entenderme? ¡Eres un egoísta!

—¿Y qué sí lo soy? ¡Eras mi todo, Zayara!

Zayara hizo una respiración larga y profunda. Tenía que calmarse. Si los dos se exaltaban, aquella discusión no los llevaría a ninguna parte.

—De acuerdo. Tenemos que calmarnos y tratar de resolver esto.

—¡Pero si ya no tiene solución!

—Es cierto. No podemos arreglar el pasado, pero podemos arreglar el camino hacia el futuro. Lo que pasó ya quedó atrás. Acepto que te lastimé y que no tengo ninguna justificación para eso. Pero, aquí, en este momento, en este lugar, te ruego que aceptes mis más sinceras disculpas.

Alessandro comenzó a caminar de un extremo a otro de la habitación. —No puedo —dijo finalmente.

—¿No puedes o no quieres?

—¡Da lo mismo!

—Por supuesto que no. Sigues obsesionado con un dolor pasado.

—Para ti es muy fácil decirlo. Ahora tienes a Carl.

—¿Y tú no tenías a Lisa en ese entonces? ¿O me vas a decir que no pasó nada entre ustedes dos?

—No puedo mentir y decir que no.

—¿Entonces? Tenemos que perdonar y perdonarnos. Solo así podremos seguir adelante.

—No sé cómo —Alessandro se cubrió la cara con ambas manos.

—Ven —Zayara extendió su mano menos herida para que Alessandro la tomara. Él dudó un momento, pero finalmente la tomó. —En este momento. Te libero y espero que tú también me liberes a mí.

Alessandro suspiró. Se rindió. Por un instante dejó su orgullo a un lado y finalmente entendió que ya no tenía caso seguir discutiendo. —Lo haré —susurró derrotado.

—Muy bien —Zayara lo miró a los ojos y Alessandro le sostuvo la mirada. —En este momento ambos nos liberamos y entregamos el pasado. Lo perdonamos y nos perdonamos a nosotros mismos. Todas las cosas que compartimos fueron hermosas, pero nuestros caminos tenían que separarse. En este momento somos libres y estamos listos para seguir adelante sin mirar el pasado, sin ningún resentimiento ni dolor de por medio. Gracias por todo lo que fuimos.

—Gracias por todo lo que fuimos —repitió Alessandro y se inclinó para besar la frente de Zayara.

—Y gracias también por lo que no —Zayara agregó con sinceridad y gratitud.

Se había cumplido un ciclo.

El perdón mutuo los había liberado de un pasado que sería aprendizaje.

Los recuerdos de los momentos compartidos ya no estaban machados de rencor, ahora sólo la gratitud los envolvería.

Cráter ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora