Despierto con el sonido del despertador resonando en mi habitación, y mientras me estiro, los recuerdos de la noche anterior inundan mi mente. Caín había estado en mi casa, y aunque no habíamos hablado mucho, su presencia había dejado una marca que no puedo ignorar. La forma en que me miró, la manera en que sonrió... todo eso me hacía sentir un torbellino de emociones que no sabía cómo manejar.
Me levanto de la cama y me preparo para el día. Mientras me visto, no puedo dejar de pensar en la prueba de baloncesto que tendrá lugar esta tarde. Rowan, el mejor amigo de Caín, me había pedido que fuera a apoyarlos. Nos conocíamos apenas desde hace un día, pero ya sentía un cariño especial por él. Era amable y divertido, una buena combinación para equilibrar el carácter un poco engreído de Caín.
Al llegar a la escuela, el ambiente era el habitual: risas, charlas y el bullicio de los estudiantes moviéndose de un lado a otro. Mis amigas Vane, Ana y Eri estaban sentadas en nuestra mesa habitual en el patio. Me acerco a ellas, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo por lo que iba a suceder más tarde.
-¡Nea! -grita Vane al verme-. ¡Por fin llegas! Estábamos preocupadas de que te hubieras quedado dormida.
-No, solo me costó un poco salir de la cama -respondo con una sonrisa mientras me siento junto a ellas-. ¿De qué hablaban?
-De la prueba de baloncesto -dice Ana, su voz llena de entusiasmo-. ¿Vas a ir a animar a Caín y Rowan?
Asiento, aunque en el fondo sabía que no era solo por ellos que iba. La idea de ver a Caín en la cancha me emocionaba más de lo que quería admitir.
-Sí, Rowan me pidió que viniera -digo tratando de sonar despreocupada-. Pero no sé si realmente debería ir. Nunca he estado en una prueba de baloncesto antes.
Eri se inclinó hacia mí con una sonrisa traviesa.
-¿Te da miedo ver a tu chico en acción? -bromea.
Rápidamente negué con la cabeza, sintiendo que mis mejillas se sonrojaban.
-No es eso. Solo que... ¡No es mi chico!
Vane y las chicas me miraron con una sonrisa. Lo están haciendo para provocarme.
-Athenea, no seas dura de roer. Solo ve y apóyales. Además, estoy segura de que Caín estará encantado de verte.
La idea de Caín pensando en mí me hace sentir un cosquilleo extraño. A pesar de su actitud un poco engreída, hay algo en él que me atrae. Tal vez es su confianza o esa chispa en sus ojos cuando habla de baloncesto con Rowan. No estoy segura, pero lo que sí sé es que no puedo dejar de pensar en él.
Las horas pasan rápidamente entre clases y risas. La ansiedad crece dentro de mí a medida que se acerca la hora de la prueba. Cuando finalmente suena el timbre anunciando el final del día escolar, mis amigas y yo nos dirigimos al gimnasio.
El aire está cargado de energía y nerviosismo cuando entramos. Los estudiantes estan alineados en la cancha, algunos calentando y otros conversando entre ellos. Busco con la mirada a Caín y Rowan. Finalmente los vi al otro lado del gimnasio; Caín está bromeando con algunos amigos mientras Rowan se prepara para calentar.
-Ahí están -digo señalando con la cabeza hacia ellos.
Vane sonrie y nos dirigimos hacia las gradas. Me siento entre mis amigas, tratando de actuar con normalidad mientras observo a Caín. Él tiene esa manera de moverse que llamaba la atención; es seguro de sí mismo, como si supiera que estaba destinado a estar allí.
Rowan nos ve desde la cancha y sonrie al reconocerme. Se acerca un momento antes de que de comienzo la prueba.
-¡Athenea! ¡Qué bueno verte aquí! -dice con entusiasmo-. ¿Estás lista para animarnos?
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Renacimiento [EN PROCESO]
Hombres LoboEl ave fénix siempre fue una de las leyendas más populares; los ancianos del pueblo las contaban como si fueran verdaderas. Y el destino le tenía preparado un gran cambio a nuestra querida Athenea, arrastrándola a un precipicio de mentiras y secreto...