La llegada

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El avión había aterrizado, la mayoría de las personas estaban ya bajando, pero Alice, rendida por el cansancio, seguía durmiendo en su asiento.
–Disculpe, señorita. –La azafata intentaba despertarla tocando su hombro, sin esfuerzo. – Señorita, necesitamos que deje el avion, ¡por favor! –Esta vez, la sacudía con un poco de fuerza.
–Lo siento, ¿Hemos llegado ya? –Preguntaba Alice abriendo de a poco los ojos.
–Oh, cariño, lamento mucho haberte sacudido tanto, pero necesitas dejar el avión, ahora. –La azafata era una hermosa mujer, de cabello castaño y rizado, se podía ver que así era a pesar de tenerlo todo recogido, ya que se ondulaba y un pequeño mecho se rizaba tras sus orejas de cada lado. Sus ojos, verdes como esmeraldas y su bella sonrisa, aunque cálidos y amables, reflejaban claramente la compasión que sentía por ella.
Alice era un desastre, su rostro demacrado dejaba ver lo poco que había estado comiendo, y el estrés al que había estado sometida había hecho estragos en su sus ojos, cuyas ojeras se mostraban oscuras y profundas. Lo mas notorio era la mirada en ellos: perdida y llena de dolor, la cual la azafata pudo ver y de ahí su tono compasivo.
–¿Quieres que te ayude a sacar tu equipaje? –Preguntó la azafata.
–No, estoy bien, gracias. –Si bien la amabilidad de la chica era genuina, Alice se sentía avergonzada de darse cuenta que el estado de su corazón era visible en su semblante, así que salió rápido de ahí haciendo el mejor contacto visual posible, dejando atrás a la asistente de vuelo, quien la miraba preguntándose qué habría sido aquello tan terrible que atormentaba a tan joven chica.
Después de tomar un autobús para el pequeño resto de camino, al fin estaba en Duskwood. Ahí, en aquella vieja banca esperaba, contemplando lo bello de aquella pequeña ciudad, llena de verdor, y paz.
Alice observó el cielo rojizo por el amanecer en desarrollo, vio cómo los rayos del sol se escapaban entre las hojas de los árboles, hojas que escurrían el rocío acumulado en ellas, aumentando así el brillo de aquellos rayos, cálidos y suaves, que llegaban hasta sus mejillas, las cuales recibían con gozo la caricia del sol, como si de su amado se tratase.
También inhaló el fresco aire puro, de ese que sólo puedes respirar en el campo, inhaló profundamente y, por primera vez, sintió irse un poco de peso de sobre sus hombros, al fin estaba en Duskwood, con los amigos que había hecho bajo las circunstancias más extrañas, y juntos, podrían compartir el peso de todo lo que habían vivido.
Y tal vez, solo tal vez, avivar la llama de la esperanza en que Richy, y su amado Jake, aún siguieran con vida.
Alice tomó su teléfono y procedió a llamar a Lilly, tal y como habían quedado, para que ella pudiera recogerla y llevarla con los demás.
–Hola, ¿Lilly? –Preguntó Alice con tono inseguro
–¡Alice! ¿Ya estás aquí?
–Si, ¿Puedes venir por mi? Sigo en la terminal, aquí te esperaré.
–Claro, Alice, enseguida llego.
Alice guardó el teléfono en la mochila y continuó mirando al cielo, esta vez no para disfrutar del amanecer, sino cómo elevando una plegaria al cielo.
–Por favor, Dios, que sigan con vida. –Decía dentro de sí. –Me niego a creer que ya no estén más. –Dios mío, dame fuerzas para ser un apoyo a mis amigos, ¡ya no puedo más!
Sumida en sus pensamientos, y mirando directamente a la lejanía, Alice no notó a la pequeña chica rubia parada justo a su lado, era Lilly, quien, sin hacer ruido, esperaba a que su amiga volviera en sí.
Tocó su hombro suavemente, como quien se acerca a un sonámbulo y trata de que no despierte de golpe, –Linda, ya estoy aquí.–Dijo casi en susurro.
–Si, gracias Lilly, vámonos. –Contestó tomando su maleta y comenzando a caminar. –¿Dónde está el coche?
–Por aquí,– Dijo Lilly, apuntando a la derecha.
Lilly y Alice subieron al auto y emprendieron el viaje en completo silencio, es difícil despertar a los que caminan dormidos, y eso es lo que Alice parecía, una sonámbula a la cual hay que tratar con cuidado, para que no despierte de golpe a la realidad.
De repente, la misma Alice rompió el silencio.
–No estoy dispuesta a dejarlo ir, ¿sabes? – dijo en un tono serio.– La verdad es que no estoy lista para dejar toda esperanza, algo muy en el fondo me dice que no puedo simplemente rendirme.
–Entonces no te rindas, Alice, todos te apoyaremos. Pero primero, vamos a casa, necesitas bañarte y descansar, y comer un poco no te haría mal tampoco. –Contestó Lilly mientras de reojo la miraba con una sonrisa que no dejaba esconder su preocupación por ella. –No avisé que llegaste para darte un pequeño respiro antes de ver a todos.
–Gracias, Lilly.
El departamento de Lilly era un lugar pequeño, pero acogedor, las paredes blancas dejaban ver lo limpia y ordenada que Lilly era.
–La recámara en la que te quedarás está aquí a la izquierda, a lado de tu cuarto está el baño, hay toallas limpias ahí, y si te falta alguna cosa, ten la confianza de decirme, por favor. –indicó Lilly.
–Eres demasiado amable, Lilly, –dijo Alice, agachando la mirada.
–Es lo menos que puedo hacer por la novia de ni hermano, más que nada después de todo lo que has hecho tú por él. –Dijo Lilly con agradecimiento. –Y también después de todo el sufrimiento que te causé. –Continuó diciendo mientras recordaba aquel video subido a YouTube en el que la acusaba junto a Jake del secuestro de Hannah. –Creo que jamás podré compensar por completo lo que hice. –baja la mirada con vergüenza. –Pero puedo intentar, ¿no crees? –levanta la mirada y observa con cariño a Alice, quien la mira de regreso con indulgencia.
–Supongo que podemos comenzar a construir una buena relación a partir de ahora, cuñadita. –Alice le sonríe juguetona. –Me gustaría tomar un baño primero que nada, sino te importa.
–¡Claro! Mientras tanto prepararé el desayuno para ambas, no he comido, y puedo deducir que tú tampoco. Tómate tu tiempo, ¿de acuerdo?.
–De acuerdo Lilly.
Alice entró a la habitación preparada para ella. Cómo era característica de Lilly, estaba perfectamente limpia y arreglada, con una linda cama al fondo, una pequeña mesa de noche con una lámpara. Tanto las sabanas como las cortinas eran de color café claro, lo cual combinaba a la perfección con las blancas paredes y almohadas, a lado izquierdo de la cama había un ventanal y una puerta corrediza de vidrio que daba hacía un lindo y pequeño jardín, con rosas blancas y azaleas, lindas flores que descubrió al abrir las cortinas que cerraban la vista de las ventanas y la puerta.
Alice se sentó en la cama a mirar tan bello cuadro, y sentir un poco los rayos tibios del sol una vez más mientras arreglaba su ropa para bañarse.
Salió después de un momento y observó a Lilly cocinando, y entró al baño.
Abrió la regadera para preparar el agua mientras se desvestía y se puso bajo el agua.
Cada gota de agua tibia golpeaba suavemente en ella y escurría sobre su piel, relajando cada músculo de su cuerpo, haciéndola sentir mejor, con cierta sensación de descanso.
Al salir, Lilly tenía lista la mesa: al centro una pequeña pila de hotcakes perfectamente cocinados, un tazón con fruta picada, y frente a su lugar y el de Alice una taza de café acompañada de un plato y un tenedor.
–Sírvete lo que gustes y cuánto gustes. –Dijo Lilly sin ocultar su pequeña sonrisa de orgullo, nunca había cocinado para alguien más, salvo excepto por una vez para Hannah (su hermana mayor), quien de hecho era una excelente cocinera y había dado una fuerte crítica al delicioso pollo de Lilly, que estaba, según la crítica de Hannah "quemado por fuera y crudo por dentro".
Después de tan fuerte crítica por parte de quien fuera su ejemplo a seguir, Lilly había decidido no intentarlo de nuevo y cocinar sólo para ella, quería ahorrarse la vergüenza de otro platillo "quemado y crudo a la vez".
Sin embargo, al ver a Alice tan decaída, lo único que se le ocurrió para animarla fue alimentarla, si no podía ayudar con su corazón roto, al menos ayudaría con su estómago vacío y su cansado cuerpo.
–Se ve muy rico, Lilly. –Sonrió Alice con ternura. No sentía hambre, pero se esforzaría por comer para mostrar aprecio por el esfuerzo de Lilly al cocinar para ella.
Toda su vida había sido de esta manera, haría las cosas sólo por agradecer u honrar el esfuerzo de los demás, o para no herirlos. Alice habría comido el pollo de Lilly que Hannah tanto criticó y no sólo no le diría que no estaba bueno, sino que aún pediría un poco más, solo para que ella no se desanimara y siguiera cocinando para perfeccionar su habilidad.
Alice veía el esfuerzo y la intención de los demás, así que hacia cosas sólo por amor a ellos, por no herir sus sentimientos, tal vez es por eso que hizo por Jake todo lo que hizo, hackear el almacenamiento en la nube de Hannah, leer los mensajes todos sus amigos sin que ellos lo supieran, revisar remotamente todo el contenido del celular de Hannah, etc.
Sólo quería agradar a Jake, y no sabía decir que no, haría lo que fuera que él le pidiese.
Sin embargo, con el pasar del tiempo está manera de ser resultó ser también la de Jake, haría lo que fuera por ella, incluso tomar su lugar cuando quien tenía secuestrada a Hannah (que en ese momento pensaban era Michael Hanson y no Richy) le pidió a Alice ir a la mina de hierro a cambio de dejar ir a Hannah y Richy dejando de lado su propia seguridad, siempre y cuando ella pudiera estar a salvo.
Tal pensamiento afligía a Alice, y Lilly estaba consciente de ello.
–Sé que te culpas. –Dijo Lilly en tono serio, mirando hacia abajo a su plato mientras clavaba su tenedor en un pedazo de melón. –Pero no podías hacer nada, créeme, estoy segura que Jake jamás hubiese permitido que tú fueras.
–Él no tenía ningún derecho a tomar esa decisión por mí. –Contestó Alice sin apartar tampoco la mirada de su plato. –No es justo, si yo hubiera ido, nada de esto hubiera pasado.
–No lo sabes, Alice, no sabes cuál hubiera sido el desenlace de las cosas, y te estás haciendo daño al pensar de esta manera. No tiene caso pensar en qué hubiera pasado si algo fuera diferente, sólo te lastimas. –Dijo Lilly tomando su mano y mirándola con empatía.
–Tú no entiendes, dime Lilly, ¿no hubieses preferido que fuera yo en esa mina en lugar del hermano que acababas de conocer que tienes y que estaba dándolo todo para salvar a la hermana con la que creciste? Yo lo preferiría. Y sé que tú también, sólo que eres demasiado educada para decirlo.
Lilly levantó su plato y lo puso en el fregadero.
–Tengo que ir a casa de mis padres a ver cómo está Hannah, pero siéntete como en casa aquí, come lo que quieras y toma lo que te haga falta.
Lilly tomó su bolso y las llaves del carro de su padre, y se marchó en silencio.

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⏰ Última actualización: Jul 28 ⏰

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