29. Extrañando tu cuerpo

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Pasaron días antes de que Eddy y Jacob se volvieran a ver. Durante ese tiempo, ambos se sumergieron en sus respectivas rutinas, pero siempre había una constante: el anhelo del otro. Las noches eran las peores, cuando el vacío de la cama se hacía más palpable y los recuerdos de los momentos íntimos compartidos llenaban sus mentes.

Eddy: (pensando mientras mira el techo de su habitación) Lo extraño tanto. Extraño su risa, su abrazo, el calor de su cuerpo junto al mío.

Jacob: (suspirando mientras trabaja en su escritorio) No puedo dejar de pensar en él. Cada rincón de esta casa me recuerda a Eddy. Necesito verlo, sentirlo, asegurarme de que estamos bien.

Finalmente, después de días de reflexión y de conversaciones significativas por teléfono, decidieron que era hora de verse. Ambos sabían que la distancia y el tiempo separados les habían dado la perspectiva que necesitaban, pero también habían aumentado la necesidad de estar juntos de una manera que iba más allá de las palabras.

Se encontraron en el apartamento de Jacob, un lugar lleno de recuerdos, tanto buenos como malos. La tensión en el aire era palpable, pero también había una corriente subyacente de anticipación y deseo.

Jacob: (abriendo la puerta) Hola, Eddy.

Eddy: (con una sonrisa tímida) Hola, Jacob. Gracias por invitarme.

Jacob: Siempre eres bienvenido aquí. Pase lo que pase, este es tu hogar también.

Ambos se sentaron en el sofá, al principio un poco incómodos, pero pronto la familiaridad de su relación empezó a suavizar la tensión. Hablaron de cosas triviales al principio, como el trabajo y los amigos, pero pronto la conversación se volvió más personal y profunda.

Eddy: (mirando a Jacob a los ojos) He estado pensando mucho en nosotros, en todo lo que hemos pasado. Y me doy cuenta de que no quiero seguir sintiéndome así. Te extraño más de lo que puedo expresar.

Jacob: (tomando la mano de Eddy) Yo también te extraño. Estos días sin ti han sido un recordatorio constante de lo mucho que significas para mí. No quiero seguir estando lejos de ti.

Sin decir más, Jacob se inclinó y besó a Eddy. Al principio fue un beso suave y reconfortante, lleno de amor y promesas no dichas. Pero pronto, el beso se volvió más apasionado, más urgente, como si ambos estuvieran tratando de recuperar el tiempo perdido y de asegurarse de que estaban realmente juntos de nuevo.

Eddy: (susurrando entre besos) Te he extrañado tanto. No sabes cuánto he deseado esto.

Jacob: (con voz ronca) Lo sé, Eddy. Yo también. No puedo seguir sin ti.

Las manos de Jacob recorrieron la espalda de Eddy, acercándolo más, mientras sus labios exploraban cada rincón familiar pero ansiado de su rostro y cuello. Eddy, con igual fervor, respondió, sus manos aferrándose a Jacob como si temiera que pudiera desaparecer en cualquier momento.

El deseo y la necesidad de estar cerca el uno del otro se volvieron abrumadores. Sin decir una palabra, se levantaron del sofá, sus cuerpos enredados mientras se dirigían al dormitorio. Allí, bajo las luces suaves y acogedoras, se despojaron de cualquier barrera restante entre ellos, física y emocionalmente.

Eddy: (mirando a Jacob con intensidad) Quiero que esto sea real, Jacob. Quiero que siempre sea así, nosotros juntos, sin nada que nos separe.

Jacob: (acariciando el rostro de Eddy) Lo será, te lo prometo. Aprenderemos a ser mejores, a amarnos de la manera que ambos necesitamos.

Sus cuerpos se encontraron en una danza íntima, una combinación de deseo acumulado y amor profundo. Cada toque, cada beso, era una reafirmación de su compromiso, una promesa de no volver a dejar que las inseguridades y los malentendidos se interpusieran entre ellos.

SUSURROS AL CREPUSCULO (YAOI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora