Su mirada estaba clavada en aquel paisaje en movimiento, ya llevaba unos dias en Qatar pero nunca se había percatado de lo hermosas que eran aquellas vistas.
Los edificios adornaban el atardecer que estaba ya cayendo en aquella ciudad, su mirada llena de brillo observaba la escena tal como si fuera un niño pequeño.
Ni siquiera se percataba de que los jugadores de aquella selección se encontraban murmurando a escondidas de el y algunos hasta lo miraban bastante curiosos tal como si fuera un animal exótico dentro de un zoológico. En especial no se percataba de la mirada de Lionel a su lado, el cual lo observaba detenidamente, ansioso de saber porque estaba tan raro desde antes de iniciar aquel partido.
— Che... ¿Qué le pasa al pibe? — Murmuro Dibu desde su asiento en el autobús, inclinándose hasta el asiento Lionel.
— No se... — respondió Lionel en voz baja, sin apartar la mirada de Guillermo. — Algo no está bien. Lo noté antes del partido y ahora sigue igual, me da mala espina que no haya ido con los de su selección...
Dibu asintió, pensativo. — Bue, talvez solo está triste.
Lionel suspiró, preocupado. — Sí, puede ser. Espero que quiera hablar conmigo...
El autobús continuó su trayecto hacia el hotel, con los jugadores intercambiando murmullos y miradas curiosas en dirección a Guillermo. Algunos, como Gómez y Di María, intentaron entablar conversación con él para romper el hielo, pero el guardameta mexicano parecía absorto en sus pensamientos, observando el paisaje qatarí que pasaba por la ventana por lo que aquellas conversaciones no duraban mucho.
Cuando finalmente llegaron al hotel, el equipo descendió del autobús y comenzó a dispersarse. Lionel, sin embargo, se quedó junto a Guillermo, asegurándose de que estuviera cómodo y supiera dónde dirigirse.
— Vamos, Guillermo. — le dijo Lionel con una sonrisa, intentando infundirle algo de ánimo. — Te muestro dónde están nuestras habitaciones.
Guillermo asintió distraídamente y siguió a Lionel hacia el interior del hotel. Mientras caminaban por el vestíbulo, algunos jugadores argentinos lanzaban miradas curiosas hacia Guillermo, pero la presencia de Messi a su lado parecía disuadir cualquier comentario o pregunta.
El mexicano estaba en total silencio, observando cada esquina del lugar.
— ....Las vistas desde aquí son increíbles...¿no? — comentó Lionel, intentando romper el hielo mientras esperaban el ascensor.
— Sí, son hermosas. — respondió Guillermo con una voz suave. — A veces es fácil olvidar lo bonito que es el mundo cuando uno está atrapado en sus propios pensamientos.
Lionel lo miró con comprensión. — Claro...
El ascensor llegó y ambos subieron. Mientras subían, Lionel no dejaba de pensar en cómo ayudar a Guillermo. La actitud del guardameta mexicano lo preocupaba más de lo que quería admitir.
— ¿Te ha pasado alguna vez, Lionel? — preguntó Guillermo de repente, rompiendo el silencio. — ¿Sentir que no encajas, que no perteneces a ningún lugar?
Lionel lo miró sorprendido por la pregunta. — Sí, me ha pasado. Creo que todos nos hemos sentido así en algún momento... Es difícil, pero siempre hay personas que te apoyan, aunque no siempre te des cuenta de ello.
Guillermo asintió lentamente, procesando las palabras de Lionel. Cuando el ascensor se detuvo en el piso de las habitaciones, ambos salieron y caminaron hasta la puerta de la habitación de Lionel.
— Gracias, Lionel. — dijo Guillermo, con una gratitud sincera en su voz.
— No hay de qué, Guillermo. — respondió Lionel con una sonrisa. — Estamos aquí para apoyarnos.
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𝓐𝓺𝓾𝓮𝓵𝓵𝓪 𝓝𝓸𝓬𝓱𝓮 𝓔𝓷 𝓠𝓪𝓽𝓪𝓻. | Mechoa (Messi x Ochoa)
Romance¿Acaso está mal? Las circunstancias, en su impredecible juego, nos traicionan sin piedad, al igual que los pensamientos y deseos, que a menudo revelan su propia deslealtad. Pero, ¿quién se erige en juez de lo que es correcto y lo que es erróneo?, ¿q...