|| 2 || "El pasado y el presente"

18 2 0
                                    


Convencerlo fue más fácil de lo que Seokmin pensaba, la parte difícil fue hacer que Hongjoong se preparara mentalmente para ir el destino costandole casi una semana, no podían desperdiciar más tiempo, mucho menos cuando las noticias no cesaban y los rumores corrían rápidamente por su reino. Preparó una maleta dónde puso su cepillo de dientes, unos zapatos, ropa cómoda y algo abrigadora, y una foto de su gato por último. Buscó todas las latas de atún y se las cargó yendo por Jjongrami a su habitación, donde estaba su mascota acostada en la cama.

– Jjongrami, papá se va a ir por un tiempo, te vas a quedar con la señora Hans, volveré antes de que te des cuenta, sé un buen gato –

Hongjoong lo abrazó sintiendo el ronroneo suave de su gato contra su cabeza, cargó su maleta y tocó la puerta del apartamento de enfrente.

– Hola señora Hans, este es Jjongrami, no causa muchos problemas, puede entrar a mi departamento si necesita más comida–
– Oh claro que sí no tiene de qué preocuparse, seguro a mis gatos les vendría bien un amigo. Cuídese a donde vaya joven Kim –
– Gracias –

Hongjoong suspiró viendo a su gato que maulló como si supiera lo que estaba a punto de hacer, le ofreció una sonrisa a su vecina y tomó su maleta caminando al elevador. Apenas tomó el tren y su estómago no podía hacer nada más que dar vueltas sin cesar. Intentó pensar en otra cosa mirando la ventana pero no era suficiente, no sabía si de verdad quería ir al baño o era la ansiedad que se instaló en su interior.

– Debo estar demente para hacer esto –

Hongjoong frotó sus dedos con el puente de su nariz respirando profundamente, ya era demasiado tarde para preguntarle si ésto había sido una buena idea (que claramente no lo era). Tomó el periódico que había comprado en la estación y leyó los titulares interesándose por una página en especial dónde el conferencista del reino Infierno declaraba que ellos no tenían nada que ver con los incidentes a la iglesia y que respetaban su religión así como su acuerdo de paz, algo muy inusual en los diablos que metían malentendidos en dónde querían. Para suerte de Hongjoong el viaje no duró más de cuatro horas, después de llegar a la última estación caminó por la ciudad llena de edificios y gente con demasiada prisa como lo era cualquier lugar en el reino de los humanos, pasó demasiadas casas y departamentos como el suyo hasta que la urbanización dejó de ser el punto fuerte en la zona a la que iba, los suburbios, un rincón olvidado donde los seres místicos, seres del infierno y humanos convivían sin ninguna distinción o perturbación, las viviendas eran menos ostentosas y más alejadas entre ellas, el atardecer le daba un toque especialmente tranquilo con algunos niños jugando en las calles de tierra y pasto, el lugar no era como recordaba, pero sin duda seguía siendo el mismo pueblo de siempre. Preguntó por la dirección que estaba en el documento y un amable cíclope lo ayudó dándole indicaciones. Caminó un poco más empezando a sudar, no por qué su condición física le fallaba, si no por qué estaba demasiado cerca de esa cabaña, sentía sus pasos vacilar cada que avanzaba y los nervios no disminuyeron.

– Hacemos esto por la paga Hongjoong, hacemos esto por la paga –

Se dió ánimos a sí mismo intentando respirar hondo, sus pies subieron esos escalones de madera que rechinaban pero su mano se congeló cuando estuvo a punto de tocar la puerta.
¿Y sí se regresaba? Podría hacer como que esto nunca ocurrió, esperando a que Seokmin no amenazara a Yuta o incluso alguien más de su trabajo, negó con la cabeza sintiéndose en una guerra interna con los nervios a flor de piel, respiró más fuerte que las otras veces y abrió la puerta de una vez por todas, una campanilla anunció su llegada al entrar.

– ¡Bienvenido a la cabaña de Park! Le puedo ofrecer desde lecturas de tarot hasta una pomada para quitar el mal olor en los pies, y sí lo desea puede encargar...
– Hola Seonghwa –

°• Once upon a time •°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora