Marcado

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Llegó a su casa aún con el cerebro alborotado, con las imágenes que vio en esas fotos impregnadas en su mente. Tenía miedo de dormir, porque tendría que cerrar los ojos y sabía que, lo que vería en sus sueños, sería a su ángel desfigurado y manchado de sangre. Se tiró en su cama, y se quedó un rato mirando el techo, "Quizás debería hablarle".

Se levantó para buscar su celular, dispuesto a llamarlo, pero cambió de parecer al ver que era tarde y aunque se negaba a hacerlo, debía descansar y enfriar su cabeza.

Estaba tan mareado con todo, que ni siquiera notó, que tenía llamadas perdidas de la Srta. Sandwich.

Esperó a Aziraphale a la salida de su trabajo, con la idea de conversar el tema.

El rubio salió del hospital, distraído, buscando efectivo para pagar el autobús a casa.

—Aziraphale— se le apareció al lado con una sonrisa algo insegura.

El Omega dio un pequeño brinco de sorpresa y se llevó la mano al pecho porque pensó que se le iba a salir el corazón. Definitivamente presentarse así frente a alguien que había sido víctima de un asalto, no era buena idea. Pero Aziraphale, como era su costumbre, respiró profundo y ocultó cualquier señal que indicara que estaba afectado.

—¡Crowley, qué sorpresa!— dijo como si nada le pasara, sólo dejando ver una sonrisa que mostraba su alegría al ver al Alfa.
—¿Puedo llevarte a tu casa?

Crowley se veía tan... extraño, a decir verdad, su semblante sombrío y preocupado, había capturado la atención de Aziraphale.

—Sí, claro— le respondió con la mirada llena de sospechas.

El Alfa condujo su Bentley en silencio todo el camino, lo que incomodó un poco a Aziraphale. No era común ver a Crowley tan serio y apagado, sólo lo había visto así cuando ocultaba algo o habían problemas.

—Cuéntame, qué te pasa— apoyó su mano en el muslo del otro.
—Ví las fotos...las que le mandaste a Gabriel.

El Omega retiró su mano en el acto y su cara se contrajo. No esperaba que esa fuese la respuesta, se la lanzó tan bruscamente sin ni un aviso, ni una advertencia. Crowley lo soltó así porque necesitaba hacerlo de esa manera, mejor rápido y sin anestesia, ya había estado revolviendo muchas horas su cerebro, como para seguir masticando y rumiando esas imágenes que le hacían daño.

En el otro lado de la vereda, estaba Aziraphale, a quien nunca le gustó verse débil o vulnerable, pensaba que mostrarse así era aceptar que su pasado de mierda, lo había derrotado y él nunca se sintió así, o al menos, nunca quiso que los demás lo notaran. Y si bien desde aquel día, cuando todo comenzó, había estado aprendiendo a mostrarse vulnerable con Crowley; el hecho de que haya visto esas fotos fue demasiado. Lo superaba y no sabía cómo manejarlo.

Y es que en esas fotos, él se veía tan frágil como una figura de porcelana, una que alguien había arrojado al suelo, estaba roto, y no lo podía tolerar, él odiaba verse así y le urgía esconder esos trozos debajo de la alfombra, hacer que Crowley lo olvidara.

De la misma manera que necesitaba mostrarse fuerte, era imperativo para él mantener el orden en su vida, ambas cosas iban casi de la mano en su cabeza. El problema era que desde que supo que estaba embarazado, se le estaba haciendo cada vez más difícil. Seguía intentando mantener dicho orden, controlando situaciones cotidianas, como cuando puso la mesa esa vez que tomó desayuno con Crowley, las servilletas perfectamente dobladas, los platos y tazas alineadas, formando  figuras simétricas; se aferraba al orden de esos pequeños detalles para no sentir que todo se le iba de las manos.

—Hablemos adentro— ordenó Aziraphale, apenas se estacionaron frente a su casa.

Una vez dentro, buscó unas copas y el vino, necesitaba beber algo, necesitaba apaciguar el ambiente, ya que, cuando estaba con Crowley era el único momento en que su coraza amenazaba con derrumbarse, en que sentía que todo se le escurría como agua y no era capaz de mantener sus piezas unidas, y definitivamente, éste no era momento de verse así, pensó entonces, que sería bueno darse un poco de "ayuda" con alcohol.

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