01

88 18 10
                                    

— ¡Sunghoon, hermano! — se escuchó detrás del antes peliblanco, ahora pelinegro, Park Sunghoon, a la vez que un peso extra se se colgaba de sus hombros.

No tuvo siquiera que verlo como para saber quién era, solo tenía la suficiente confianza con una persona en el mundo como para que haga eso, Park Jay.

Su queridísimo mejor amigo le llegaba constantemente por detrás y se le tiraba encima para abrazarlo. Al inicio, Sunghoon se asustaba un poco por las repentinas apariciones, pero con el paso del tiempo, se acostumbró. Ya no reaccionaba como antes, ya no soltaba un chillido jodidamente adorable -según palabras de Jay-, ni se erizaba como un gato al ser "atacado", simplemente se quedaba quieto en su lugar, imperturbable.

Sunghoon sentía que, llegado a este punto, sería capaz de escuchar una explosión y ni siquiera voltearía a ver, todo gracias a Jay.

— Oh, Jay. — dijo simplemente, mientras volteaba un poco la cabeza para mirarlo.

El extranjero frunció el ceño por la reacción que tuvo el otro.

— ¿Eso es todo lo que vas a decir? — preguntó, intencionalmente mostrando en su voz su descontento. — Viene tu mejor amigo a saludarte y no le dices nada más que un "oh, Jay" en tono de amargado. ¡Esto no puede ser, Park Sunghoon! — se quejó.

— ¡Ya! — se quejó en réplica Sunghoon. — no seas dramático. —

— ¡No estoy siendo-! —

— ¡Estás siendo dramático! — volvió a quejarse el Park menor, apartándose un poco para verlo a la cara.

Jay quiso reír por la postura que adoptó Sunghoon. Tenía los brazos cruzados, el ceño ligeramente fruncido y un puchero diminuto y casi imperceptible en los labios. Eran ese tipo de reacciones las que hacían de Sunghoon su blanco número uno para bromas.

— ¿De qué te ríes? — atacó Sunghoon, al ver la cara extraña de "estoy tratando de no reírme" que puso el otro.

— De ti. — respondió con simpleza.

— Ah, que cabrón que eres. —

Jay se limitó a reír, mientras volvía a pasar su brazo al rededor de los hombros de su amigo.

Sunghoon tuvo que mirar a otra parte para que no se notara en el sonrojo en sus mejillas, ocasionado por la repentina cercanía. Claro, ellos dos eran mejores amigos y sólo eso, a ojos de todo el mundo, pero en el fondo, muy en el fondo de su corazón, Sunghoon sabía que quería que fuesen más que eso. Ya lo había aceptado, había sobrevivido con éxito a la etapa de la negación y ahora quedaba lo más difícil, sobrevivir a la friendzone.

No se atrevía a contárselo a nadie, pues no quería escuchar los típicos "dile cómo te sientes". No iba a hacer eso, no iba a decirlo. La gente dice que guardarse los sentimientos es malo, pero, ¿qué tan malo es, si la alternativa es arruinar una amistad que costó años construir?

Si le contaba a alguien lo anteriormente dicho, estaba seguro de que escucharía un "prueba, no sabes si siente lo mismo, si tienes suerte, corresponderá" y no estaba dispuesto a hacerlo, porque...

— En fin, a lo que vine. Hay... algo que te tengo que contar. —

Sunghoon era, definitivamente, del tipo que no tenía suerte.

— Jungwon me pidió una salida. — exclamó Jay, sonriendo con emoción.

Ah, Jungwon.

Hermano menor de un compañero de la clase de básquet de Jay. Se conocieron en un partido, pues Jungwon fue a apoyar a su hermano, pero terminó completamente flechado por Jay. Definitivamente no era la única persona detrás de Jay, pero era probablemente la persona con más chances de "tenerlo" en todo el planeta. Yang era simplemente precioso. Era adorable y atento, tanto que Jay no había podido evitar caer por él.

[ Miau : Jayhoon ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora