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Al abrir los ojos, Sunghoon se encontró con el suelo de su baño. La cabeza le daba vueltas todavía y una extraña sensación que le recubría todo el cuerpo.

No se sentía con la fuerza suficiente para levantarse del suelo, por más que quisiera llegar a su habitación más que nunca. Volteó un poco la cabeza, de modo a encarar la entrada del baño y casi le da un infarto al darse cuenta de lo gigante que parecía ser la puerta a comparación suya en aquel momento. Aquello no podía ser normal.

Rápidamente, movió la cabeza, de modo a encarar su cuerpo. Lo que vio lo hizo querer gritar, de hecho, intentó gritar, pero lo único que salió fue un maullido extremadamente agudo.

Su cuerpo había desaparecido, no quedaba ni rastro de lo que anteriormente fueron sus fuertes y largas piernas, ni de su esbelto torso. Mejor dicho, ¡no quedaba absolutamente nada! En su lugar había un cuerpecito diminuto, peludito y anaranjado. El cuerpo de un gato.

Sunghoon, ahora convertido en gato y completamente aterrado, soltó toda clase de maldiciones y ofensas al aire, o al menos lo intentó, ya que ni una sola palabra pudo salir de su boca felina.

Pataleó y se retorció como si estuviese poseído, en un vago intento de despertar de lo que suponía que era un mal sueño. Por evidentes razones, esto no funcionó.

Sunghoon estaba en completo pánico, ¿qué se supone que tenía que hacer en esta situación? Quizás suene un poco estúpido recalcarlo, pero es que nunca en su vida se había visto en una situación remotamente similar. Tampoco era algo que se hubiese planteado antes, la sola idea sonaba ridícula, pero allí estaba, tirado en el suelo del baño de invitados de su pequeño departamento, convertido en un gato anaranjado. Algo así como Garfield, pero menos gordo.

Sunghoon se levantó como pudo. Las patas le temblaban, no solo por el miedo, si no también porque le estaba costando mantener el equilibrio. Verga, eran cuatro patas, ¡debería ser más fácil pararse con ellas, pero para nada! Le estaba costando horrores pararse, no quería saber cómo iba a ser caminar.

"Quiero a mi mamá..." pensó el pobre gato, aun si la mujer no habría sido de ayuda.

Cuando Sunghoon hubo decidido que lo más sensato sería irse a su cuarto y echarse en su cama a dormir una siestita para ver si despertaba siendo normal, tuvo que dejar sus temores de lado y tratar de caminar.

Se sintió tan jodidamente ridículo...

Lo primero que hizo fue poner la pata delantera derecha al frente, luego la izquierda, a eso le siguió su pata trasera derecha, luego la pata trasera izquierda y finalmente a repetir el proceso. En este preciso instante se arrepintió de reírse de Jay cuando este estaba aprendiendo a patinar sobre hielo, estaba seguro de que ahorita se veía igual o peor que él.

Repitió el mismo proceso muchas, muchas, muchas veces, para poder llegar a su habitación y cuando finalmente lo hizo...

"PERO LA PUTA QUE ME PARIÓ", pensó el gato, en vista de que la puerta estaba cerrada.

Maulló enojado, le estresaba tener su puerta abierta, pero en este precioso momento... necesitaba que lo estuviese. ¿Cómo iba a entrar si no? ¿Por la ventana? Quizás haya algún que otro gato suficientemente hábil que fuese capaz, pero estamos hablando de Sunghoon, un gato que tiene la habilidad de un recién nacido para caminar, y de un octavo piso. Sunghoon quiere conservar su vida por ahora, por lo que eso está fuera de las posibilidades.

No supo exactamente en qué momento su pánico se había convertido en molestia y frustración -probablemente cuando se dio cuenta de que tendría que aprender a caminar de nuevo-, pero ahí estaba, maldiciendo a la puerta de mil maneras (en su mente nomás).

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⏰ Última actualización: Aug 11 ⏰

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[ Miau : Jayhoon ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora